Los científicos advierten que la Circulación Meridional de Vuelco del Atlántico (AMOC), una parte de la cinta transportadora global que mueve el agua en todo el mundo, podría colapsar, y el cambio climático afectaría la seguridad alimentaria.
Los investigadores señalan que, en tierra, Europa occidental será más fría, con consecuencias para la agricultura y la vida silvestre. Como ejemplo comparan la agricultura en Inglaterra con la agricultura en el norte de Canadá y Alaska.
Algunos modelos sugieren que los cinturones de lluvia se mueven, por lo que habrá alrededor de 50% menos de precipitación en el Medio Oeste de los Estados Unidos y México. Aunque, señalan, esto es incierto.
“La fuerza de las corrientes oceánicas fuera de la vista del AMOC tiene impactos sorprendentemente directos en la seguridad alimentaria, hídrica y energética, el riesgo de infraestructura, la biodiversidad y la salud humana”, asegura Penny Holliday, e investigadora principal de OSNAP (Overturning in the Subpolar North Atlantic Program).
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El cambio climático y la seguridad alimentaria
El calor se acumularía en el Océano Austral y el Atlántico Sur, pero en los continentes del sur, las temperaturas disminuirían.
Las principales zonas de lluvia cambiarían, lo que llevaría a mucha menos lluvia en Europa, América del Norte y Central, África del Norte y Central y Asia, y un aumento de las precipitaciones sobre el Amazonas, Australia y el sur de África.
El hielo marino se extendería hacia el sur desde el Ártico hasta el Atlántico Norte subpolar, y el hielo marino antártico se extendería hacia el norte.
Estos desafíos climáticos desafiarían dramáticamente la producción de alimentos y el suministro de agua de todos los países.
Un estudio publicado recientemente señala que el 90% de la acuicultura mundial está en riesgo debido al cambio ambiental. También detalla que muchos de los mayores productores de alimentos acuáticos del mundo son altamente vulnerables al cambio ambiental inducido por el hombre.
¿Cómo se puede adaptar la agricultura al cambio climático?
Reducir las emisiones y aumentar la resiliencia es posible, pero para hacerlo se necesitan importantes cambios sociales, económicos y tecnológicos. Existen algunas estrategias clave:
Uso de agua más eficiente. Construir más infraestructura de riego quizás no sea una solución si el futuro suministro de agua resulta insuficiente para abastecer los sistemas de riego. Otras opciones incluyen una mejor gestión de la demanda de agua, así como el uso de sistemas y tecnologías avanzadas de contabilidad para evaluar la cantidad de agua disponible.
Cambiar a cultivos que necesiten menos agua. Los productores de arroz podrían empezar a cultivar productos como el maíz o las legumbres, que requieren menos agua. Al hacerlo, ayudarían también a reducir las emisiones de metano, porque el arroz es una de las principales fuentes de emisiones agroalimentarias.
Mejorar la salud del suelo. Aumentar el carbono orgánico en el suelo ayuda a retener mejor el agua y permite a las plantas acceder al agua de manera más fácil, aumentando la resiliencia a la sequía. Esta medida proporciona más nutrientes sin necesidad de tanta cantidad de fertilizantes químicos, que constituyen una fuente importante de emisiones.