Dentro de la primera Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios, evento que se llevó a cabo gracias a los esfuerzos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), líderes de todo el mundo se han comprometido a transformar la forma en la que se producen, procesan y consumen los alimentos.
“Un cambio en nuestros sistemas de alimentación no es sólo posible, es necesario. Por la gente, por nuestro planeta, por la prosperidad. Este es nuestro momento. Pongámonos a trabajar”, señaló el secretario general de la ONU, António Guterres. Y es que el mensaje central fue claro: alimentar a toda la humanidad y proteger el medio ambiente pero sólo si se impulsan urgentemente cambios profundos en la forma en que se trata la comida.
Entre los grandes problemas que se pretenden resolver destacan las desigualdades en un mundo donde unos 800 millones de personas pasan hambre cada día mientras hay más de 2 mil millones que tiene obesidad o sobrepeso. Asimismo, el desperdicio de comida en donde se calcula que un tercio del total que se produce se pierde y el cambio climático.
Los compromisos con los sistemas alimentarios
Presidentes y ministros de numerosos países presentaron más de 200 propuestas y promesas, con compromisos nacionales, pero también iniciativas conjuntas en varios ámbitos como las comidas en las escuelas, la innovación agrícola o para reducir los residuos todo lo posible.
A lo largo de la cumbre, los jugadores de la industria de los alimentos dejaron en claro que no hay un modelo que sirva para todos los países o situaciones, por lo que será necesario adaptar los enfoques para conseguir tres grandes metas: alimentar a todo el mundo de forma sana, producir comida en armonía con la naturaleza y mejorar la situación de muchos agricultores y ganaderos.
“Las grandes corporaciones multinacionales se están infiltrando cada vez más en los espacios multilaterales de las Naciones Unidas para cooptar el relato de la sostenibilidad y desviarlo hacia los canales de una mayor industrialización con tecnologías digitales y biológicas, la extracción de riqueza y mano de obra de las comunidades rurales y la concentración de poder corporativo en la gobernanza nacional-global”, concluye Guterres.
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