A pesar de contribuir solo con el 5 por ciento de las emisiones globales de gases de efecto invernadero (GEI), que en su mayoría son generados por el sector energético y la industria alimentaria, la región de América Latina y El Caribe enfrenta desafíos debido a su alta susceptibilidad a los impactos climáticos.
Los países de esta zona se enfrentan a problemas como sequía, lluvias intensas que causan inundaciones, reducción de la producción agrícola, así como pérdida acelerada de la biodiversidad.
Estos factores no solo amenazan los ecosistemas naturales, sino que también desencadenan graves riesgos socioeconómicos para millones de habitantes en la región.
Inacción y desafíos
A pesar de este escenario estresante, las acciones concretas para mitigar y adaptarse al cambio climático en la región han sido insuficientes, sostienen especialistas de EIT Climate-KIC y BID Lab.
“Se denomina cambio climático a la variación global del clima de la tierra debido a causas naturales, pero principalmente a la acción humana, que se traduce en quema de combustibles fósiles, pérdida de bosques y otras actividades producidas en el ámbito industrial, agrícola y transporte, entre otros, como consecuencia de una retención del calor del sol en la atmósfera”, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidades (ONU).
La falta de políticas efectivas, inversión en tecnologías limpias y programas de adaptación a gran escala han dejado a la región vulnerable para enfrentar los retos climáticos actuales y futuros.
En respuesta a esta crisis, EIT Climate-KIC y BID Lab, con el apoyo del Clean Technology Fund, lanzaron un programa para fomentar la capacidad de innovación climática en América Latina y El Caribe.
Dicho plan consiste en acelerar el desarrollo de 100 start-ups enfocadas en tecnologías climáticas (Climate-tech) en 11 países de la zona, entre los que se encuentran México, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador y Perú.
La primera fase del programa comenzó con más de 115 solicitudes de Organizaciones de Apoyo al Emprendimiento (OAE) de 16 países, dando a conocer la necesidad en la región de fortalecer el emprendimiento climático con las herramientas y redes adecuadas.
De estas solicitudes, se seleccionaron veintiséis organizaciones, las cuales participaron en capacitaciones intensivas en áreas clave como Emprendimiento Climático, Cambio de Sistemas, Sostenibilidad Financiera para OAE, Integración de la Perspectiva de Género y Evaluación de Impacto.
Ahora, cuatro organizaciones seguirán con el programa, con un apoyo financiero conjunto de 300 mil dólares para impulsar emprendimientos climáticos.
El programa reconoce el papel crucial de las pequeñas y medianas empresas en la generación de soluciones climáticas innovadoras. A través de capacitaciones intensivas, apoyo financiero y acceso a redes globales, la iniciativa busca fortalecer el ecosistema de emprendimiento climático en la región.
Más acción para mitigar el cambio climático
Aunque iniciativas como esta son alentadoras, es evidente que se necesita un esfuerzo mucho mayor y más coordinado para abordar efectivamente la crisis climática en América Latina y el Caribe. La región requiere:
- Mayor inversión en infraestructura resiliente al clima
- Políticas públicas que incentiven la transición hacia energías limpias
- Programas de educación y concientización sobre el cambio climático
- Colaboración internacional para compartir conocimientos y recursos
- Solo a través de acciones decididas y colaborativas, LAC podrá enfrentar los desafíos climáticos y construir un futuro más sostenible y resiliente para sus habitantes.
Una investigación publicada en ScienceDirect sostiene que hay fuerte evidencia de que el cambio climático afectará a la cadena alimentaria, como la producción agrícola, los ingresos, los precios, el acceso a los alimentos, la calidad de los alimentos y la seguridad alimentaria.
“Debido a la sequía y la desertificación, 12 millones de hectáreas de tierra se degradan anualmente. Los efectos más notables se observan en los países africanos, asiáticos y latinoamericanos con mayor vulnerabilidad a la degradación del suelo, pero también se está volviendo más frecuente en otras partes del mundo, en particular en los países de Europa del Este y la región mediterránea”, indica el estudio.
Añade que las empresas de fabricación de alimentos y bebidas, investigadores, responsables políticos y otras partes interesadas reconocen la necesidad de transformar las actividades de postproducción para hacerlas sostenibles y resistentes al cambio climático.
La reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y el aumento de la producción se pueden lograr mediante el uso eficiente de energía y recursos durante la fabricación, distribución y venta al por menor.
Algunas estrategias para reducir emisiones de carbono
- Automatización para aumentar la producción con menor consumo de energía
- Optimización de procesos para minimizar calefacción y refrigeración
- Minimización de residuos de alimentos y valorización de subproductos
- Adopción de fuentes de energía renovables y envases respetuosos con el medio ambiente
- Tecnologías de procesamiento no térmico, como alta presión y UV-C, con menor requerimiento de energía y huella de carbono
Para reducir el consumo de agua se han emprendido acciones para la recuperación de agua de proceso industrial y la reducción de agua de enjuague para limpieza de botellas, de frutas y verduras al vapor.
Además, se transita hacia el uso de materiales alternativos libres de plástico, envases reutilizables, reciclables o compostables. Se han empezado a producir envases biodegradables a partir de residuos alimentarios y agrícolas
Otra estrategia de mitigación es la reducción del desperdicio de alimentos, con acciones como precios de descuento cuando los productos o alimentos están cerca de caducar.
Seguro te interesa: Desarrollan nanosensor para decodificar los factores estresantes del cambio climático en los cultivos