El Eurobarómetro 2022 sobre seguridad alimentaria en la Unión Europea (UE) es una encuesta que se realiza desde 2005 y tiene la finalidad de conocer las percepciones de los consumidores sobre los peligros de los contaminantes, como los plaguicidas en la industria alimentaria.
El estudio se realizó con base en 27 mil encuestas llevadas a cabo por la EFSA, cuyos resultados demostraron que los consumidores actualmente están más preocupados y conscientes por los residuos de los plaguicidas en los alimentos (40%), así como por los restos de hormonas o esteroides en la carne (39%).
Cuando se les pregunta por las temáticas sobre las que han escuchado, los aditivos se llevan la palma con un 70% de los encuestados, que declara haber oído hablar de ellos frente a residuos de plaguicidas en los alimentos (65%) o restos de antibióticos, hormonas o esteroides en la carne (63%)”, comentó Roberto Ortuño, especialista de AINIA.
El uso de nuevas biotecnologías en la producción de alimentos solo preocupa al 8%. Este bajo porcentaje podría estar relacionado a que la legislación europea sobre alimentos procedentes de organismos genéticamente modificados (GMO, por sus siglas en inglés) es es muy restrictiva, lo que ha generado mayor confianza en su consumo.
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La problemática mundial con el uso de plaguicidas
Actualmente se utilizan más de mil pesticidas en todo el mundo para garantizar que las plagas no dañen ni destruyan los alimentos. Cada uno tiene diferentes propiedades y efectos toxicológicos. Es por ello que unos de los problemas que más preocupa a las industrias y consumidores son los residuos que puedan permanecer en los alimentos, debido a que los plaguicidas más antiguos y menos costosos (sin patente), como el diclorodifeniltricloroetano (DDT) y el lindano, tienen la capacidad de permanecer durante años en el suelo y el agua.
Por este antecedente es que estas sustancias químicas fueron prohibidas por los países que firmaron el Convenio de Estocolmo de 2001, un tratado internacional que tiene como objetivo eliminar o restringir la producción y el uso de contaminantes orgánicos persistentes.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció que ninguno de los plaguicidas actualmente autorizados para su uso en alimentos en el comercio internacional es genotóxico, es decir que no puede causar mutaciones o cáncer, por lo que los efectos adversos solo se producen cuando se rebasa un cierto nivel seguro de exposición.
La repercusión en el uso de estos químicos
La división de Población de las Naciones Unidas estimó que para 2050 habrá 9,700 millones de personas en la Tierra, un 30% más que en 2017. Casi todo este crecimiento se producirá en los países en desarrollo y por ello, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) prevé que estas naciones registrarán un aumento del 80% de la necesidad de producción de alimentos para mantener el ritmo de desarrollo demográfico, lo que afectará el rendimiento o el número de veces al año que se pueden plantar los cultivos en la tierra.
Para mantener la producción de alimentos, los plaguicidas pueden prevenir grandes pérdidas de cultivos y, por lo tanto, seguirán desempeñando un papel en la agricultura. Sin embargo, sus efectos en los seres humanos y el medio ambiente son una preocupación constante.
El uso de plaguicidas para producir alimentos, tanto para alimentar a las poblaciones locales como para la exportación, debe cumplir con las buenas prácticas agrícolas, independientemente de la situación económica del país, por lo que los trabajadores del campo deberán limitar la cantidad de plaguicidas utilizado al mínimo necesario para proteger sus cultivos.
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