Un informe mundial publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) destaca que las causas subyacentes de la mala salud a menudo se originan de factores ajenos al sector de la salud, como la falta de vivienda de calidad, educación y oportunidades laborales.
El nuevo Informe mundial sobre los determinantes sociales de la equidad en salud muestra que estos determinantes pueden ser responsables de una reducción drástica de la esperanza de vida saludable, a veces de varias décadas, tanto en países de ingresos altos como bajos.
Por ejemplo, las personas nacidas en el país con la esperanza de vida más baja vivirán, en promedio, 33 años menos que aquellas nacidas en el país con la esperanza de vida más alta.
Los determinantes sociales de la equidad en salud pueden influir en los resultados de salud de las personas más que las influencias genéticas o el acceso a la atención sanitaria.
El organismo insta a la acción colectiva de los gobiernos nacionales y locales, así como de los líderes de los sectores de la salud, la academia, la investigación, la sociedad civil y el sector privado.
El informe señala que el progreso en la reducción de las desigualdades en salud ha sido lento y la inequidad está matando a millones de personas. Por ello, recomienda cuatro áreas de acción:
- Abordar la desigualdad económica e invertir en infraestructura social y servicios públicos universales.
- Superar la discriminación estructural.
- Gestionar los desafíos y las oportunidades que plantean el cambio climático y la transformación digital para promover sistemáticamente la equidad en salud.
- Establecer acuerdos de gobernanza para maximizar la coherencia y el impacto de la acción.

Desventajas en la dieta
El informe destaca varios determinantes sociales estructurales que inciden en la salud y la equidad sanitaria:
- los sistemas económicos
- la infraestructura social
- la discriminación estructural
- los conflictos
- la migración forzada y el desplazamiento
- las megatendencias del cambio climático
- la digitalización
Las desigualdades en la desnutrición y el acceso a alimentos nutritivos persisten entre los diferentes grupos sociales, agravadas por las recientes crisis y transiciones.
Quienes viven en la pobreza y tienen bajos ingresos tienen menos probabilidades de poder permitirse alimentos nutritivos y, por lo tanto, se enfrentan a la inseguridad alimentaria, lo que contribuye a una carga desigual de enfermedades infecciosas, desnutrición y obesidad.
Además, las poblaciones de bajos ingresos y de minorías raciales y étnicas en los barrios de menores ingresos con altos niveles de privación y segregación tienen “desproporcionadamente más probabilidades de vivir en ' desiertos alimentarios ' (áreas geográficas con acceso limitado a opciones de alimentos asequibles y saludables), lo que contribuye a malos resultados en materia de salud”.
Los autores destacan que estas poblaciones tienen una probabilidad desproporcionadamente mayor de vivir en "pantanos de alimentos".
Estas comunidades están mucho más expuestas al marketing y a negocios como restaurantes de comida rápida y tiendas que venden alimentos y bebidas poco saludables o altamente procesados que a opciones asequibles y nutritivas.
“Los pantanos de alimentos están asociados con mala salud, incluyendo obesidad y enfermedades crónicas relacionadas con la obesidad, cánceres y mortalidad”, revela el informe.

Grupos vulnerables y desnutrición
Los autores explican que estos determinantes y empresas también contribuyen a sistemas alimentarios inequitativos que promueven dietas perjudiciales para la salud y aumentan las tasas de malnutrición, obesidad y enfermedades no transmisibles asociadas.
“Los pantanos de alimentos están asociados con mala salud, incluyendo obesidad y enfermedades crónicas relacionadas con la obesidad, cánceres y mortalidad”, revela el informe.
Además, los autores destacan las desigualdades entre los grupos de población, siendo las mujeres y las niñas más propensas a sufrir desnutrición, incluida la obesidad.
Añaden que existen mayores tasas de inseguridad alimentaria y falta de acceso a dietas saludables entre las personas que viven en situaciones de emergencia y conflicto, las personas con discapacidad y los pueblos indígenas.
Las poblaciones en desventaja alimentaria también tienen mayor probabilidad de acceder a los alimentos a través de instituciones públicas, como prisiones, albergues para personas sin hogar, escuelas públicas, hospitales y centros de atención, lo que subraya el importante papel del sector público en la configuración de los entornos alimentarios.
Para posibilitar mejoras en las condiciones de vida y abordar los determinantes estructurales subyacentes, se requiere un cambio, desde la formulación de políticas y la legislación hasta su implementación. Los gobiernos y los políticos tienen la iniciativa, concluye el informe.
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