Cada año, el Día Mundial de la Energía busca concienciar a gobiernos, industrias y ciudadanos sobre la necesidad de optimizar y hacer un uso responsable de los recursos energéticos.
Esta jornada, que cobra mayor relevancia a medida que se intensifica la transición hacia energías renovables y la reducción de emisiones de carbono, es una oportunidad para que diferentes sectores evalúen y fortalezcan sus estrategias de ahorro. En el caso de la industria de alimentos y bebidas, la relevancia es todavía mayor.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la cadena de producción alimentaria consume cerca del 30% de la energía a nivel global, una cifra que incluye la producción agrícola, el procesamiento, el empaque, la distribución y el consumo.
En América Latina y, de manera especial, en México, el sector de alimentos y bebidas se ha convertido en uno de los pilares económicos y uno de los principales empleadores. Sin embargo, esta gran importancia económica también conlleva un alto consumo de recursos, incluidos el agua y la energía.
De acuerdo con datos de la Secretaría de Energía (SENER) de México, la industria alimentaria es uno de los sectores que más demanda de energía eléctrica registra dentro de las actividades manufactureras.
A medida que la competitividad en el mercado B2B aumenta y los objetivos de sostenibilidad cobran mayor peso, reducir el consumo energético se convierte en un imperativo estratégico y financiero para las empresas de alimentos y bebidas que operan en la región.
Panorama general del consumo energético en la industria de alimentos y bebidas
La industria de alimentos y bebidas es uno de los sectores más dinámicos de la economía global. Según la Asociación Nacional de Industrias del Plástico (ANIPAC) y la FAO, alrededor del 25-30% del consumo energético de la cadena alimentaria se concentra en las áreas de procesamiento y empaquetado. Este consumo proviene de diversas fuentes:
- Enfriamiento y refrigeración: La conservación de productos perecederos, tanto en cámaras frigoríficas como en sistemas de transporte, requiere una gran demanda energética. De acuerdo con la International Energy Agency (IEA), la refrigeración industrial representa entre un 8% y un 12% del consumo total de energía en el sector alimentario.
- Calefacción y cocción: Procesos térmicos de esterilización, pasteurización y cocción de alimentos consumen grandes cantidades de energía. La misma IEA señala que las industrias que emplean calor de proceso, como la panadería o la producción de bebidas, dedican hasta un 15% de su demanda energética total a actividades de calor directo.
- Transporte y logística: Mover productos entre distintas etapas de la cadena de valor, desde las materias primas hasta los puntos de distribución, implica el uso de combustibles fósiles y electricidad para sistemas de refrigeración en tránsito. La FAO apunta que, en países en desarrollo, las ineficiencias logísticas elevan aún más el consumo energético.
- Packaging y etiquetado: La producción de empaques y los procesos de etiquetado pueden representar entre un 5% y 10% de la energía total utilizada a lo largo de la cadena, dependiendo del tipo de material (plástico, vidrio, cartón) y del diseño del empaque.
- Operaciones de planta: Luces, equipos de oficina, sistemas de ventilación, tratamiento de aguas residuales y otros servicios complementarios también contribuyen al consumo energético total.
En este panorama, la adopción de tecnologías que ayuden a reducir el impacto ambiental y el costo de la factura eléctrica son cada vez más apremiantes para las empresas de alimentos y bebidas que desean mejorar su competitividad.
![](https://thefoodtech.com/wp-content/uploads/2025/01/environmental-conservation-technology-approaching-global-sustainable-esg.webp)
![](https://thefoodtech.com/wp-content/uploads/2025/01/infinity-symbol-wooden-green-grass-with-environment-ecology-include-reuse-reduce-recycle-carbon-reduction-alternative-consumption-energy-circular-economy-sustainable-concept.webp)
Principales desafíos de la eficiencia energética en la producción de alimentos y bebidas
La adopción de medidas de eficiencia energética se enfrenta a diversos obstáculos que, a menudo, requieren cambios estructurales y culturales dentro de la organización:
- Altos costos iniciales: Muchas de las soluciones de eficiencia energética demandan una inversión significativa en tecnología, infraestructura y capacitación del personal. Aunque se traduzcan en ahorros a mediano y largo plazo, la inversión inicial puede ser un obstáculo para las pequeñas y medianas empresas.
- Falta de información y capacitación: Un factor crítico es la falta de conocimiento sobre prácticas eficientes de operación y mantenimiento. Sin la debida formación, el personal no siempre comprende cómo aplicar medidas de ahorro y optimización de energía.
- Resistencia al cambio: En industrias tradicionales, la implementación de nuevas tecnologías o cambios en los procesos productivos genera incertidumbre. Este fenómeno ocurre en empresas que no cuentan con una cultura corporativa orientada a la sostenibilidad.
- Marco regulatorio y normativo: La ausencia de una legislación clara y de incentivos fiscales o financieros puede retardar las inversiones en eficiencia energética, en especial en mercados emergentes de Latinoamérica. Sin embargo, esto ha ido cambiando progresivamente, sobre todo en México, donde se avanza en iniciativas que promueven el uso de energías renovables y la optimización energética.
- Necesidad de un enfoque integral: La eficiencia energética no solo implica adquirir equipos más modernos o instalar paneles solares; requiere un abordaje integral que abarque toda la cadena de valor, desde la selección de proveedores de materias primas hasta el destino final de los residuos y empaques. Este reto exige una visión transversal que involucre a varias áreas de la empresa: logística, producción, operaciones, gestión de residuos y dirección financiera.
Tecnologías y prácticas para reducir el consumo energético
Ante estos desafíos, existen múltiples soluciones tecnológicas y prácticas operativas que ayudan a las empresas del sector alimentos y bebidas a optimizar su consumo de energía y reducir costos. Algunas de las más destacadas son:
Sistemas de gestión de energía (SGE)
Los sistemas de gestión de energía, basados en la norma ISO 50001, permiten identificar, monitorear y controlar el uso de energía en tiempo real.
Estas plataformas ofrecen a los responsables de planta y operaciones datos precisos sobre los picos de consumo, permitiendo diseñar estrategias para reducirlos. Además, facilitan la generación de reportes para evaluar la efectividad de cada medida de ahorro.
Implementación de energías renovables
El uso de paneles solares, turbinas eólicas u otras fuentes de energía limpia se está volviendo cada vez más competitivo.
![](https://thefoodtech.com/wp-content/uploads/2025/01/Sustentabilidad-sistemas-ASG_11zon.webp)
En México, por ejemplo, empresas como Bimbo han apostado por fuentes limpias, logrando reducir sus emisiones de CO₂ y su factura energética.
Según la SENER, la instalación de paneles fotovoltaicos en techos de naves industriales puede llegar a cubrir entre un 10% y 30% de la demanda eléctrica, dependiendo de la región y la radiación solar disponible.
Automatización y digitalización de procesos
Las tecnologías de la Industria 4.0, como el Internet de las Cosas (IoT) y la Inteligencia Artificial (IA), ofrecen la posibilidad de automatizar procesos y recopilar datos en tiempo real.
- Por ejemplo, sensores inteligentes pueden ajustar la temperatura y la humedad en almacenes, calibrar el flujo de materia prima en líneas de producción y encender o apagar equipos dependiendo de la demanda de la planta.
Esta digitalización no solo aumenta la productividad, sino que también reduce el desperdicio de insumos y el consumo innecesario de energía.
Cogeneración y recuperación de calor residual
La cogeneración consiste en la producción simultánea de electricidad y calor útil a partir de una misma fuente de combustible, mejorando la eficiencia en comparación con la generación separada.
En el sector de alimentos y bebidas, la recuperación de calor de procesos térmicos es clave. El calor residual de procesos de cocción o pasteurización puede utilizarse para calentar agua de limpieza o precalentar otros equipos, reduciendo significativamente el requerimiento energético global.
Diseño ecoeficiente de plantas e instalaciones
La arquitectura industrial y el diseño de plantas tienen un impacto directo en la demanda de energía para iluminación, ventilación y climatización.
La incorporación de ventilación natural, el diseño de techos y paredes aislantes y la instalación de sistemas de iluminación LED de alto rendimiento son medidas efectivas para disminuir el consumo energético.
No dejes de leer: Por su "Compromiso Sustentable", el Banco de Alimentos “Cáritas” Puebla fue distinguido con el Premio a la Innovación Alimenticia
Estrategias de implementación para el sector B2B
Para que una empresa del sector de alimentos y bebidas pueda implementar con éxito estas tecnologías y prácticas, es fundamental que desarrolle una estrategia integral que abarque los siguientes ejes:
- Diagnóstico energético: Antes de invertir en soluciones, se recomienda un diagnóstico que identifique las principales fuentes de consumo y desperdicios energéticos. Empresas consultoras y organismos especializados pueden apoyar en la realización de auditorías energéticas, un paso esencial para formular un plan de acción.
- Definición de metas y KPIs: Fijar objetivos concretos en materia de reducción de energía y costos ayuda a medir el éxito de las iniciativas. Metas como “reducir el consumo energético un 10% en dos años” o “disminuir la huella de carbono en un 15%” permiten focalizar inversiones y esfuerzos.
- Capacitación y cultura corporativa: La sensibilización y formación del personal son cruciales. Esto incluye la capacitación técnica sobre el funcionamiento de nuevos sistemas, y la promoción de la cultura de sostenibilidad, donde cada colaborador entienda cómo su labor incide en el uso de la energía.
- Alianzas estratégicas: En el sector B2B, es recomendable forjar alianzas con proveedores de tecnología, consultoras y universidades para innovar y optimizar procesos. Muchos de los avances en eficiencia energética se derivan de la colaboración entre la academia y la industria.
- Monitoreo continuo: Una vez implementadas las mejoras, es clave mantener un seguimiento constante de indicadores para realizar ajustes a tiempo. La eficiencia energética es un proceso dinámico que requiere una mejora continua.
Casos de éxito en México y Latinoamérica
- Grupo Bimbo (México)
Este grupo líder en panificación a nivel mundial ha incorporado fuentes renovables como la energía eólica y ha invertido en flotas de vehículos híbridos y eléctricos.
Además, instaló paneles solares en varios de sus centros de distribución, contribuyendo a reducir sus emisiones de CO₂ en miles de toneladas anuales, según sus reportes de sostenibilidad.
- Nestlé (Latinoamérica)
La compañía suiza ha invertido en plantas que recuperan calor residual y utilizan biomasa como fuente de energía.
En sus operaciones en México y en otros países de la región, Nestlé ha logrado disminuir de manera significativa el consumo de agua y energía por tonelada de producto fabricado.
De acuerdo con su Informe de Creación de Valor Compartido, Nestlé logró reducir un 34% su consumo de energía por tonelada de producto entre 2010 y 2020 a nivel global.
- Femsa (México)
El gigante de bebidas ha introducido sistemas de cogeneración eléctrica y la adopción de programas de eficiencia en refrigeración para sus productos.
Gracias a ello, FEMSA ha dado pasos considerables para cumplir con sus objetivos de sostenibilidad y competitividad, al reportar mejoras superiores al 20% en la relación de consumo eléctrico por litro de producto en algunas de sus plantas.
Normativas y regulaciones en torno a la eficiencia energética
México ha venido desarrollando políticas que incentivan el ahorro de energía y la integración de energías renovables en el sector industrial como por ejemplo:
- La Ley de Transición Energética, promulgada en 2015, que establece metas vinculantes para la generación de energía limpia.
- La Comisión Reguladora de Energía (CRE) y la SENER impulsan esquemas de Certificados de Energía Limpia (CELs) para promover la inversión en proyectos de generación limpia.
En el ámbito de etiquetado, existen normas oficiales que obligan a fabricantes y comercializadores de equipos electrónicos e industriales a exponer el nivel de consumo energético y eficiencia (NOM-ENER). Esto incentiva la competencia por desarrollar máquinas y procesos menos demandantes de energía.
Para las empresas que operan en otros países de Latinoamérica, la tendencia es similar: se generan marcos regulatorios e incentivos fiscales para la adopción de sistemas de cogeneración, paneles solares y otras tecnologías de ahorro.
No obstante, el grado de desarrollo de estas políticas varía entre países, por lo que las empresas que exportan o tienen plantas en distintos territorios deben mantenerse actualizadas sobre las disposiciones legales locales.
Oportunidades de financiación y programas de apoyo
Para facilitar la transición hacia modelos energéticos más sostenibles, diversas instituciones financieras, tanto públicas como privadas, ofrecen líneas de crédito y subsidios especiales:
- Bancomext (México): Tiene programas de financiamiento para la adquisición de tecnología verde, en especial para PYMES que desean modernizar sus plantas.
- Fideicomiso para el Ahorro de Energía Eléctrica (FIDE): Ofrece auditorías energéticas y apoyos económicos para proyectos de eficiencia en equipos industriales.
- Banco Interamericano de Desarrollo (BID): Dispone de fondos destinados a proyectos de mitigación del cambio climático en América Latina, incluyendo mejoras de eficiencia energética en la industria alimentaria.
Asimismo, existe un creciente interés de inversores privados en proyectos de eficiencia energética, dado que estos suelen tener un retorno de inversión atractivo cuando están bien estructurados.
El factor sostenibilidad y reputación corporativa
El consumo energético está directamente relacionado con la emisión de gases de efecto invernadero. Reducir la huella de carbono de la industria alimentaria es un compromiso clave para alinearse con los objetivos del Acuerdo de París sobre cambio climático.
Para la industria de alimentos y bebidas, la sostenibilidad no solo es una cuestión de responsabilidad social, sino un factor de diferenciación en mercados altamente competitivos.
A las empresas que priorizan la eficiencia energética y la reducción de emisiones se les abren oportunidades de negocio con socios comerciales que exigen estándares más altos de sostenibilidad.
![](https://thefoodtech.com/wp-content/uploads/2025/01/economia-circular.webp)
Futuras tendencias e innovación en la industria
De cara a la próxima década, se prevén diversas tendencias que continuarán impulsando el ahorro de energía en la producción de alimentos y bebidas:
- Uso de blockchain para trazabilidad energética: Esta tecnología permitirá a las empresas certificar de forma transparente el origen de su energía y el impacto de su cadena de suministro, fortaleciendo la confianza de clientes y socios.
- Economía circular: El aprovechamiento de residuos orgánicos para la generación de biogás y la producción de fertilizantes representa una oportunidad de reducción de costos energéticos y de insumos químicos.
- Microgrids y energía descentralizada: El desarrollo de redes eléctricas de pequeña escala, que combinan paneles solares y almacenamiento en baterías, permitirá a las empresas del sector tener mayor autonomía y flexibilidad energética.
- Desarrollo de proteínas alternativas: La producción de sustitutos cárnicos a base de plantas o cultivo celular requiere diferentes procesos de cocción y refrigeración, pudiendo reducir o aumentar el consumo energético, según el diseño de planta y la escala productiva. La innovación en esta área definirá nuevas estrategias de eficiencia.
El Día Mundial de la Energía nos recuerda la urgencia de adoptar estrategias que permitan a la industria de alimentos y bebidas seguir creciendo sin comprometer el medio ambiente ni la competitividad de sus operaciones.
La reducción del consumo energético no solo es una decisión sostenible, sino también un factor clave para asegurar la rentabilidad y la resiliencia de las empresas frente a los cambios en los mercados y en la normativa.
Así, cada empresa debe evaluar sus necesidades específicas, establecer metas claras y diseñar un plan de acción que abarque la totalidad de la cadena de valor.
Es preciso detener la pérdida y desperdicio de alimentos en México ↗
En el país cada año el desperdicio de alimentos asciende a más de 20 millones de toneladas