El Ministerio de Salud de La Nación recientemente difundió la Guía de Alimentación, sin embargo ésta desconoce los nuevos paradigmas vinculados a las grasas inteligentes vs. grasas destructivas.La nueva guía de alimentación para mejorar la calidad de vida, ofrece pautas acerca de qué alimentos conviene ingerir y cuáles hay que evitar. La famosa pirámide nutricional para una dieta saludable, que fue promocionada durante años, fue reemplazada en la nueva guía por una cartilla circular que propone realizar más actividad física, consumir menos sal y más agua, recomendando beber al menos 8 vasos de agua segura (o sea, líquidos sin azúcar ni saborizantes) a lo largo del día.
Esta actualización, que tiene lugar tras 16 años, deja afuera muchos de los más recientes estudios acerca de la guerra de las grasas. Al respecto, el investigador científico cubano Ernesto Prieto Gratacós, también Director del CeOI (Centro de Oncología Integrativa Buenos Aires), quien estudia la relación entre el cáncer y otras enfermedades degenerativas y la alimentación, opinó que no hay evidencia de que el consumo de grasas saturadas aumente el riesgo de enfermedades cardíacas o el de obesidad. En lo que representó un cambio de paradigma, coincidentemente con las conclusiones mencionadas, una histórica edición de la revista Time en 2015 tituló: Come manteca, mientras que el prestigioso New York Times escribió Volvió la manteca.
Este cambio de paradigma no se refleja en la actualización de la guía de Alimentación. Particularmente llama la atención que no se excluyan los productos nocivos, pues según las recomendaciones de Prieto Gratacós, los términos medios no ayudan. Sencillamente debe desaconsejarse el consumo de las grasas destructivas. Esto se complementa con la recomendación de profesionales de prestigiosas instituciones que indican la dieta mediterránea a quienes tienen problemas cardíacos, en la que el 40% de las calorías provienen de alimentos con alto contenido graso.
Hoy en día numerosos estudios científicos demuestran que la dieta baja en grasas es un error, y que en cambio es mucho más saludable una dieta baja en carbohidratos procesados. En este punto coincide plenamente Ernesto Prieto Gratacós.
El organismo no diferencia entre una tostada y un paquete de caramelos, al digerirlos ambos se convierten en azúcar, lo que estimula la producción de insulina, provocando que las células almacenen las calorías en lugar de usarlas como combustible para el cuerpo; entonces engordamos y nuestro metabolismo baja para ahorrar energía, generando un círculo vicioso difícil de romper.
Si analizamos por ejemplo una caja de granola, se observa que contiene 12 gramos de azúcar cada 40 gramos de producto. La granola retiene líquido, el azúcar se transforma en grasa y se almacena en el cuerpo; al igual que sucede con galletitas y panes etiquetados como saludables, todos tienen alto contenido de sodio, azúcar más grasas trans y aceites hidrogenados.
Los estudios no indican que el consumo de grasa en cantidad sea sano, pero alimentos como manteca o huevo ya no son sinónimo de enfermedad, sólo se recomienda consumirlos con moderación.
Fuente: Centro de Oncología Integrativa / www.oncologiacomplementaria.com / www.biomarkers.solutions / www.cancerycivilizacion.org