La inseguridad alimentaria es uno de los mayores desafíos globales del siglo XXI, agravado por el crecimiento poblacional, el cambio climático, los conflictos geopolíticos, las crisis económicas y las deficiencias en los sistemas agroalimentarios.
De acuerdo con el último informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), más de 735 millones de personas en el mundo enfrentaron hambre en 2023, y casi una de cada tres padeció inseguridad alimentaria moderada o grave.
Para revertir esta tendencia, es imprescindible adoptar un enfoque holístico que combine tres ejes estratégicos: nutrición adecuada, innovación tecnológica y sostenibilidad agroalimentaria.
Garantizar nutrición adecuada y accesible
La desnutrición en todas sus formas: crónica, carencia de micronutrientes, sobrepeso y obesidad, coexiste en muchos países, especialmente en aquellos de ingresos bajos y medios.
La transición hacia sistemas alimentarios más resilientes exige priorizar la calidad nutricional de los alimentos, más allá del mero volumen de producción.
La inseguridad alimentaria no se limita a la falta de alimentos, sino a la imposibilidad de acceder a una dieta saludable.
Según el mismo informe de la FAO, cerca de 3,100 millones de personas no pudieron costear una dieta nutritiva en 2021.
Esta situación es crítica, ya que dietas desequilibradas contribuyen al 60% de los factores de riesgo de enfermedades no transmisibles, como diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares y algunos tipos de cáncer, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Por ello, mejorar la calidad nutricional debe integrarse en las políticas públicas y las estrategias empresariales, promoviendo el acceso a alimentos fortificados, diversificados, ricos en nutrientes esenciales y culturalmente apropiados.
La biofortificación, por ejemplo, ha sido reconocida como una herramienta eficaz: cultivos como arroz, maíz y camote enriquecidos con hierro, zinc o vitamina A han demostrado mejorar el estado nutricional en poblaciones vulnerables.

Tecnología: aliada para transformar los sistemas alimentarios
La innovación tecnológica ofrece soluciones para aumentar la disponibilidad de alimentos, reducir pérdidas, mejorar la trazabilidad y optimizar el uso de recursos naturales. La agricultura de precisión, la biotecnología, la inteligencia artificial (IA) y las plataformas digitales están revolucionando la forma en que se producen y distribuyen los alimentos.
- Agricultura inteligente: El uso de sensores, drones, análisis de datos y sistemas satelitales permite una gestión más eficiente de los cultivos y los recursos hídricos. Estos sistemas ayudan a minimizar el desperdicio, aumentar los rendimientos y anticipar riesgos climáticos. Según el Banco Mundial, estas tecnologías pueden incrementar la productividad hasta en un 25% y reducir el uso de agua en un 30%.
- Proteínas alternativas y fermentación de precisión: Para diversificar las fuentes alimentarias y reducir la presión sobre los sistemas tradicionales, se están desarrollando alimentos a partir de fermentación microbiana, insectos comestibles, algas, carne cultivada y proteínas vegetales. Estos productos, al tener menor huella ambiental, representan una alternativa sostenible y nutritiva, especialmente para poblaciones con escaso acceso a proteína animal.
- Blockchain y trazabilidad alimentaria: La trazabilidad basada en blockchain mejora la transparencia en la cadena alimentaria, facilitando el control de calidad, la gestión de riesgos sanitarios y la confianza del consumidor. En regiones donde el fraude alimentario o la contaminación representan un problema crónico, esta tecnología puede asegurar el acceso a alimentos seguros y genuinos.
Sostenibilidad: producir más con menos, sin comprometer el futuro
La seguridad alimentaria a largo plazo solo será posible si la producción agroalimentaria se desvincula de la degradación ambiental.
Según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés). La agricultura es responsable de aproximadamente el 70% del consumo de agua dulce y contribuye con el 31% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero.
Además, la pérdida de biodiversidad y el agotamiento de suelos fértiles limitan la capacidad futura de producción.
- Enfoques agroecológicos y regenerativos. Modelos como la agroecología, la agricultura regenerativa y la silvopastura están ganando terreno al demostrar que es posible restaurar ecosistemas, mejorar la calidad del suelo y diversificar ingresos para productores. Estos sistemas también favorecen la resiliencia frente al cambio climático y promueven prácticas de bajo impacto.
- Reducción de pérdidas y desperdicios. De acuerdo con la FAO, Cada año, se desperdicia aproximadamente un tercio de los alimentos producidos globalmente. Esto implica no solo una pérdida calórica, sino también de agua, energía y tierra. El rediseño de empaques, la planificación logística basada en IA, y las cadenas de frío energéticamente eficientes son clave para reducir las pérdidas postcosecha y durante la distribución, especialmente en países en desarrollo.
- Economía circular y valorización de subproductos. La incorporación de principios de economía circular —como la reutilización de residuos agroindustriales para generar biogás, fertilizantes o ingredientes funcionales— no solo reduce impactos ambientales, sino que también crea valor económico y mejora la resiliencia del sistema.

Sinergias entre nutrición, tecnología y sostenibilidad
El abordaje integral de la inseguridad alimentaria requiere que estos tres pilares trabajen en sinergia.
Un ejemplo exitoso es el caso de África subsahariana, donde programas como el Digital Agriculture for Food Security combinan agricultura de precisión, sistemas de alerta climática y mejora genética de cultivos biofortificados para pequeños productores. Los resultados han mostrado mejoras en rendimiento, resiliencia climática y valor nutricional
Asimismo, en América Latina, la Alianza Bioversity-CIAT promueve modelos agrícolas sostenibles que integran diversidad de cultivos, conservación de semillas nativas y herramientas digitales para mejorar la nutrición de comunidades indígenas y rurales.
Según Bioversity International.En países como México y Perú, estos enfoques han reducido la inseguridad alimentaria en zonas marginadas en más de un 20%.

Soluciones científicas y tecnológicas para reducir la inseguridad alimentaria
Con el objetivo de crear soluciones científicas y tecnológicas para reducir la inseguridad alimentaria, enfocada en la desnutrición infantil y femenina en comunidades específicas, un grupo de investigadores del Tec de Monterrey, encabezado por Jorge Welti, lideran el proyecto de Seguridad Alimentaria y Nutrición, parte del Núcleo de Investigación en Salud de la Escuela de Ingeniería y Ciencias (EIC).
En el Simposio de Seguridad Alimentaria y Nutrición 2025, organizado por la institución, Welti destaca que el proyecto surgió como una forma de abordar esta problemática.
El reto está en garantizar que las personas tengan acceso a alimentos que no sólo sean suficientes en cantidad sino también seguros para consumir y nutricionalmente ricos.
El investigador explica que la seguridad alimentaria es un tema complejo con múltiples dimensiones. Implica la disponibilidad física de alimentos y garantizar que las comunidades puedan acceder a ellos.
Los factores económicos también influyen, ya que las personas necesitan los recursos económicos para adquirir alimentos nutritivos.
Además, el uso y la distribución eficientes de los alimentos son cruciales, ya que reducir el desperdicio en toda la cadena de producción y suministro puede marcar una diferencia significativa.

Siete propósitos del proyecto
El proyecto es un esfuerzo multidisciplinario que abarca toda la cadena de producción de alimentos, desde la producción agrícola sostenible hasta el procesamiento, la distribución, el almacenamiento y el consumo. Esto para garantizar que los alimentos que llegan a los consumidores cumplan con los estándares nutricionales adecuados.
El objetivo principal es ayudar a mitigar la inseguridad alimentaria en México. Para lograrlo, se definieron siete objetivos específicos.
1. Producción alimentaria diversa y sostenible
El uso de tecnologías avanzadas como la automatización y la inteligencia artificial es clave para el desarrollo de nuevas materias primas y productos alimenticios para aumentar la diversidad y, al mismo tiempo, mejorar la productividad y la sostenibilidad.
2. Nuevos procesos y tecnologías de conservación
Los investigadores están trabajando en estrategias de almacenamiento y transporte para garantizar que los alimentos procesados lleguen a los consumidores en condiciones óptimas. Conservando sus nutrientes y calidad sensorial y reduciendo al mismo tiempo la huella ambiental de los métodos tradicionales, como el uso de energía y agua.
3. Reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos
El equipo investiga métodos e infraestructura que ayudarán a transportar los productos de forma más eficiente desde las fincas, donde se pierde hasta el 35 % de la producción de fruta, sin comprometer la calidad.
En cuanto a los residuos, proponen modelos de economía circular que revalorizan y reutilizan los materiales desechados para crear nuevos productos.
4. Sistemas de seguridad alimentaria, trazabilidad y garantía de calidad
Este objetivo se centra en mejorar los sistemas que garantizan que los alimentos que llegan a las mesas de los consumidores estén a salvo de diversos riesgos, incluida la contaminación microbiológica y la exposición a metales pesados.
5. Nutrición basada en la biología del consumidor
Mediante el estudio de la nutriómica y la metabolómica, los investigadores buscan facilitar el acceso de los nutrientes esenciales al metabolismo de las mujeres y los niños mexicanos. Considerando su composición genética y cómo sus sistemas digestivos absorben minerales como el hierro y las proteínas.
6. Integración de la IA en la cadena de suministro de alimentos
Pretende impulsar el conocimiento sobre la integración de las tecnologías de la información y la inteligencia artificial en todas las etapas de la producción y el consumo de alimentos.
Al combinar estas innovaciones con las prácticas agronómicas existentes, los responsables de la toma de decisiones pueden identificar las mejores estrategias y tecnologías adaptadas a cada región.
7. Desarrollo de políticas públicas
El objetivo final se centra en promover políticas que aborden la inseguridad alimentaria en México. Esto incluye determinar qué alimentos deben producirse y cómo, así como diseñar políticas que influyan en los hábitos alimentarios y mejoren el acceso a productos nutritivos mediante las tecnologías adecuadas.
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