La creciente demanda por soluciones sostenibles en la industria alimentaria ha impulsado la adopción de bioplásticos, materiales que prometen reducir la huella ambiental de los envases y utensilios utilizados a lo largo de la cadena de suministro.
Para los profesionales encargados del control de calidad e inocuidad alimentaria, el auge de estos materiales supone tanto oportunidades como desafíos técnicos, normativos y de validación de desempeño.
Aunque los bioplásticos representan un avance hacia la sostenibilidad, es fundamental que cumplan con los estándares de inocuidad, migración de sustancias, resistencia mecánica y compatibilidad con los alimentos.
Esta guía ofrece un panorama técnico de los tipos de bioplásticos, sus implicaciones en la seguridad alimentaria y los aspectos críticos que deben ser considerados por los profesionales del sector.
¿Qué son los bioplásticos?
Según la Asociación Europea de Bioplásticos (European Bioplastics), el término bioplástico engloba dos categorías:
- Plásticos biobasados: fabricados total o parcialmente a partir de recursos renovables (almidón, celulosa, aceites vegetales, etc.).
- Plásticos biodegradables o compostables: que pueden descomponerse mediante la acción de microorganismos bajo condiciones específicas.
Es importante destacar que no todos los bioplásticos son biodegradables ni todos los biodegradables son biobasados. Esto representa un reto de trazabilidad e identificación para los profesionales de control.

Principales tipos de bioplásticos en alimentos
Los bioplásticos más utilizados en envases alimentarios son:
- PLA (ácido poliláctico): derivado del almidón de maíz o caña de azúcar, es compostable industrialmente y se utiliza en vasos, bandejas y películas.
- PHA (polihidroxialcanoatos): producidos por bacterias a partir de azúcares, son biodegradables en ambientes naturales y utilizados en aplicaciones de contacto directo.
- Biopet (bio-PET): parcialmente biobasado, tiene propiedades similares al PET convencional, pero no es biodegradable.
- Almidón termoplástico (TPS): usado en combinación con otros polímeros para mejorar propiedades mecánicas.
Estos materiales deben someterse a pruebas de migración global y específica, así como estudios de interacción con alimentos, conforme a normativas como el Reglamento (UE) No 10/2011 y los lineamientos de la FDA en EE.UU.
Evaluación de inocuidad en bioplásticos
El uso de bioplásticos requiere una validación integral de su seguridad alimentaria, que incluye:
1. Pruebas de migración
Se evalúa la migración de sustancias del material hacia el alimento. Esto es crítico para materiales que entran en contacto con alimentos calientes, ácidos o grasos. La EFSA (2021) establece límites de migración específicos para monómeros, aditivos y contaminantes.
2. Estabilidad y resistencia térmica
Muchos bioplásticos tienen un umbral térmico limitado. El PLA, por ejemplo, puede deformarse por encima de los 60 °C. Esto restringe su uso en microondas o alimentos calientes, y obliga a validar condiciones de uso según el perfil del producto.
3. Compatibilidad con procesos industriales
Los envases deben resistir procesos como el llenado en caliente, esterilización o refrigeración sin comprometer la calidad del alimento. La norma ASTM D6400 y la EN 13432 también exigen que los materiales compostables mantengan su funcionalidad durante el uso.
4. Riesgo de formación de microplásticos
Aunque biodegradables, algunos bioplásticos pueden fragmentarse en partículas antes de degradarse completamente. Estudios recientes del Instituto Fraunhofer (2022) advierten sobre la necesidad de certificar la biodegradabilidad completa en escenarios reales (compostaje, marino, suelo).

Certificaciones relevantes
Para garantizar su aptitud en aplicaciones alimentarias, los bioplásticos deben contar con certificaciones como:
- OK Compost / OK Compost HOME (TÜV Austria)
- Certificación de contacto alimentario (FDA, EFSA, COFEPRIS)
- USDA BioPreferred
- EN 13432 y ASTM D6400: garantizan compostabilidad industrial bajo condiciones específicas.
Los responsables de control de calidad deben verificar que cada lote o proveedor mantenga estas certificaciones vigentes y que estén respaldadas por laboratorios acreditados.

Retos para el control de calidad e inocuidad
1. Variabilidad de materias primas
A diferencia de los polímeros convencionales, los bioplásticos derivan de fuentes agrícolas que pueden presentar variabilidad según la cosecha, el clima o el procesamiento, lo que afecta sus propiedades físicas y químicas.
2. Etiquetado y trazabilidad
Un bioplástico mal identificado puede comprometer la seguridad alimentaria. El etiquetado debe ser claro en cuanto a:
- Su composición (biobasado o biodegradable)
- Condiciones de uso (temperatura, tipo de alimento)
- Certificaciones correspondientes
3. Interacción con alimentos sensibles
Los alimentos con alto contenido graso o ácido pueden facilitar la migración de monómeros o aditivos. Por ello, es necesario realizar pruebas específicas por tipo de alimento y condición de almacenamiento.
4. Evaluación de vida útil
Los bioplásticos pueden tener menor resistencia a la humedad, la luz o al oxígeno. Su uso requiere evaluar cómo estos factores afectan la vida útil y la inocuidad del alimento, incluyendo pruebas aceleradas.
Perspectivas regulatorias y de mercado
El mercado global de bioplásticos alcanzó los 2.2 millones de toneladas en 2023, y se proyecta que supere los 5 millones para 2028, según European Bioplastics. A nivel regulatorio, la Unión Europea y países como México están actualizando sus marcos normativos para impulsar su adopción sin comprometer la seguridad alimentaria.
En México, la Norma Oficial Mexicana NOM-002-SCFI-2011 regula los requisitos de biodegradabilidad, mientras que COFEPRIS exige validaciones específicas para contacto con alimentos.
Finalmente, para los equipos de calidad e inocuidad, se recomienda el uso de bioplásticos en alimentos implica un nuevo paradigma de evaluación que va más allá de las pruebas convencionales. Las siguientes recomendaciones pueden fortalecer la implementación segura de estos materiales:
- Exigir fichas técnicas y certificados actualizados a los proveedores.
- Realizar pruebas de migración específicas por tipo de alimento.
- Asegurar condiciones de almacenamiento y uso compatibles con el material.
- Establecer protocolos de auditoría y trazabilidad interna.
- Capacitar al personal en normativas y límites de uso según región y tipo de producto.
El papel del profesional de calidad será clave para equilibrar la innovación en sostenibilidad con el cumplimiento de los más altos estándares de seguridad e inocuidad alimentaria.
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