Un estudio realizado por la Universidad de Chile destaca que la cáscara de cebolla tiene un potente antioxidante. El objetivo de esta investigación fue analizar qué le sucedía a los antioxidantes cuando estos se oxidaban, particularmente a los polifenoles.
Fue así como los investigadores identificaron en la piel de la cebolla que la molécula de benzofuranona (BZF), la forma oxidada del polifenol quercetina, tiene una potencia antioxidante mil veces superior a la del mismo polifenol sin oxidar.
Los modelos experimentales de investigación empleados por los investigadores del INTA de la Universidad de Chile, permitieron establecer la administración de bajísimas dosis de un extracto preparado, estandarizado en cuanto al contenido de BZF. Esto protegió a animales de experimentación contra el daño a su mucosa intestinal y contra la alteración de la función de barrera de su intestino. Inducido por agentes pro-oxidantes que erosionan la mucosa del tracto gastrointestinal, como son los AINEs (anti-inflamatorios no-esteroidales) o el alcohol.
Los estudios hasta ahora realizados son pioneros y muestran que el compuesto (BZF) naturalmente presente en la piel seca de la cebolla, se comporta en las células como el más potente antioxidante y anti-inflamatorio hasta ahora conocido.
¿Por qué estudiar la cebolla?
La investigación se centró en la cebolla, tras haber estudiado más de 20 frutas y hortalizas que son reconocidas por se ricas en el polifenol quercetina. Se buscó en qué alimentos se podría encontrar la quercetina en su estado estar oxidado y el equipo de investigación llegó a la cebolla.
Pero lo interesante fue que no lo encontraron en su pulpa, sino solamente en su piel y en las capas secas más externas de esta. También se vio en la piel seca de la cebolla morada y de la chalota. Que son una variedad de cebollas pequeñas que se consumen mucho en Francia.
La investigación se inició con el objetivo de cuestionar el supuesto científico de que cuando un antioxidante se oxida pierde sus propiedades antioxidantes. Y para ello los investigadores trabajaron primariamente en un tipo de antioxidantes que se llaman flavonoides (una clase de polifenoles). Que son los antioxidantes naturales más abundantes en la alimentación humana.
El interés en antioxidantes surge del amplio reconocimiento de qué la ingesta de alimentos ricos en moléculas , que tienen la capacidad para apagar o neutralizar radicales libres. Y contribuyen sustantivamente a reducir el riesgo de desarrollo de diversas enfermedades crónicas no transmisibles. Como son aquellas que afectan el sistema cardiovascular, el sistema nervioso central y diversas formas de cáncer.
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