La nutricosmética se refiere a la disciplina que combina nutrición y cosmética para mejorar la belleza y salud desde adentro. En términos prácticos, abarca suplementos dietéticos orales diseñados para mejorar la apariencia de la piel, el cabello y las uñas, mediante ingredientes con efectos estéticos y saludables.
Estos productos representan una convergencia entre nutracéuticos y cosméticos, buscando realzar la belleza a través de un enfoque holístico que complemente el cuidado tópico.
El concepto suele resumirse en la frase “beauty from within” (belleza desde el interior), indicando que la alimentación puede reflejarse en la apariencia. Aunque la idea de nutrir la belleza no es nueva, la nutricosmética como categoría tomó forma a fines del siglo XX.
Hoy en día, la nutricosmética es un segmento dinámico dentro de la industria de la salud y la belleza. Su importancia creciente se debe a varios factores: el deseo del consumidor de abordar el cuidado personal de manera integral, los avances científicos que respaldan la eficacia de ciertos nutracéuticos, y una demanda por enfoques preventivos ante el envejecimiento.
De hecho, el mercado mundial de nutricosméticos alcanzó un valor estimado de 6 mil 450 millones de dólares en 2022 y proyecta un crecimiento anual compuesto de 7% en los próximos años, evidencia del interés y potencial económico que ha cobrado.
En suma, la nutricosmética ha pasado de ser una noción emergente para convertirse en una tendencia establecida, transformando la manera en que entendemos la relación entre alimentación, salud y belleza.

Fundamentos científicos de la nutricosmética
Para sustentar las promesas de la nutricosmética, es esencial comprender sus fundamentos científicos. Los productos nutricosméticos incorporan una variedad de principios activos con efectos potenciales sobre piel, cabello y uñas.
Entre los ingredientes más comunes destacan:
- los péptidos de colágeno, vitaminas (A, C, E y del grupo B como biotina)
- minerales (zinc, selenio, cobre)
- antioxidantes de origen vegetal (polifenoles como resveratrol
- carotenoides como licopeno y luteína)
- otras moléculas bioactivas (p.ej. ácidos grasos omega-3, coenzima Q10, ácido hialurónico)
Muchos de estos componentes son bien conocidos en fisiología humana: por ejemplo, la vitamina C actúa como cofactor en la síntesis de colágeno y como antioxidante que neutraliza radicales libres, mientras que la vitamina E protege las membranas celulares de la oxidación.

Innovación en el sector alimentario
La intersección entre nutricosméticos y alimentos funcionales es un terreno fértil para la innovación. En esencia, ambos comparten el objetivo de aportar beneficios adicionales a la salud a través de la dieta, pero existen diferencias y convergencias notables.
Por alimentos funcionales se entienden aquellos alimentos convencionales que han sido fortificados o formulados para proporcionar un efecto beneficioso específico más allá de su valor nutritivo básico, por ejemplo, yogures con probióticos para la salud digestiva, jugos enriquecidos con antioxidantes para mejorar la inmunidad, etcétera).
La convergencia radica en que algunos alimentos funcionales pueden orientarse al aspecto cosmético, y algunos nutricosméticos adoptan forma de alimentos y bebidas.
Un ejemplo ilustrativo son las llamadas “bebidas de belleza” o “bebidas colágeno”: desde aguas saborizadas con colágeno hasta tés enriquecidos con elastina marina, estos productos podrían entrar en ambas categorías.
Un caso concreto se dio en Japón, mercado pionero en funcionales: la empresa Kao lanzó en 2022 un producto bebible a base de ácido clorogénico (derivado del café) enfocado en mejorar la elasticidad de la piel, el cual fue comercializado bajo la normativa de Foods with Function Claims (FFC) como alimento funcional con declaración cosmética.
Esto muestra cómo en algunas regulaciones los nutricosméticos pueden encuadrarse dentro de la categoría de alimentos funcionales si se venden en forma de comestible y con alegaciones aprobadas.
Sin embargo, generalmente la distinción práctica es que un alimento funcional se consume como parte de la dieta diaria, por ejemplo, una barra de cereal con colágeno, un smoothie con biotina.
Desde el punto de vista regulatorio, la diferencia es importante: los alimentos funcionales a menudo tienen que cumplir normativas de etiquetado nutricional y, en países como Japón o EE. UU., pueden requerir aprobaciones de declaraciones saludables (“health claims”).

Retos y oportunidades
Si bien la nutricosmética presenta un panorama alentador, también enfrenta varios retos que la industria debe superar para sostener su crecimiento, a la vez que se abren oportunidades interesantes en el horizonte.
Al ser una categoría limítrofe entre alimentos y cosméticos, a veces se mueve en un “gris” legal. La primera dificultad suele ser definir qué es el producto: ¿un suplemento alimenticio o algo más?
Por ejemplo, en Europa cualquier producto oral con fines estéticos se considera alimento o suplemento, nunca cosmético, ya que la definición legal de cosmético exige aplicación tópica.
Sin embargo, si la comunicación del producto sugiere modificar funciones fisiológicas de manera significativa, podría incluso ser interpretado como medicamento según la Directiva de la UE, que define fármaco por propiedades para restaurar o corregir funciones del organismo.
Este es un obstáculo crítico: un mismo producto, dependiendo de cómo se presente, podría caer bajo distintas regulaciones. La falta de entendimiento común entre reguladores, industria y público sobre qué son los nutricosméticos dificulta que el sector se desarrolle plenamente.
Si bien existen estudios alentadores para varios ingredientes aún hay áreas con evidencia insuficiente o mixta. Las autoridades reguladoras y consumidores escépticos demandan ensayos clínicos sólidos antes de creer en ciertas afirmaciones.
Finalmente, la nutricosmética surge como una apasionante convergencia entre la ciencia de los alimentos funcionales y la cosmética, marcando el inicio de una nueva era en la industria de la belleza y el cuidado personal.
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