Hoy en día los envases se han convertido en una industria en constante crecimiento, cambios, retos y sobre todo muchos detractores por la cantidad de basura que generamos al consumir nuestros productos favoritos.
¿Recuerdan cuando nuestras abuelitas nos decían
por favor, no tires el frasco de vidrio del café, porque lo tengo que lavar para guardar las hierbas para cocinar
o cuando nuestros padres nos decían
por favor, acábate ese refresco para utilizar el envase plástico para guardar detergente
?
Pues los envases han tenido presencia protagonista en nuestras vidas muchas más veces de las que recordamos, y esto es desde hace muchos años en nuestra vida familiar. Sin embargo, las miles de toneladas de basura que diariamente se acumulan en la ciudad la aportan envases vacíos.
La pregunta que deberíamos hacernos es ¿a quién le toca hacer algo por revertir un poco esta condición actual de contaminación?
La respuesta es fácil: a todos, sí
, a todos nos toca hacer algo. Me explico mejor, como consumidores nos preocupamos mucho por el producto que vamos a consumir, que esté fresco, no abierto, dentro del periodo de caducidad y que, si de pronto no consumo el contenido en la totalidad pueda guardarlo para otro momento, sin embargo, después de satisfacer la necesidad de consumo del producto, la acción inmediata siguiente es buscar un lugar para tirar el envase o envoltura.
Pero ¿cómo podríamos mejorar este comportamiento si muchos productos de consumo no invitan a reutilizar el envase? No me imagino a un empleado de una oficina llegando con un envase de pet de refresco de cola lavado y con agua de jamaica en su interior o un empaque metalizado de galletas sellado con cinta adhesiva para guardar las monedas.
Pues allí es donde debemos hacer un llamado a la conciencia y creatividad. Si bien, es cierto que un sinfín de envases de productos no están diseñados para ser reutilizados, sino solamente para llevar el producto en perfecto estado al momento del consumo, debemos aprender a ser más selectivos con los productos que compramos. Es decir, la competencia tan voraz que existe hoy en día en el mercado debería exigirnos más como consumidores: saber cuál marca me ofrece más por lo que pago, mejor calidad de producto y, por supuesto, las facilidades de desecho, reúso, reciclaje o factor de degradación de sus envases. Actualmente, se utiliza como un factor comercial y de mercadotecnia la indicación de degradación pronta de envases (piensen en las papas fritas) o la forma en la que las cadenas de comida rápida entregan las hamburguesas en desechables de cartón que son fácilmente reciclables, pero también debemos buscar mejores presentaciones de productos, pues comprar botellas de agua de medio litro de manera constante no ayuda en nada al ambiente.
Esa es la parte consciente, pero la parte creativa debe radicar en la manera en la que podemos enseñarle a nuestros hijos a reutilizar los envases. Por ejemplo, las cajas de cartón con las que siempre juegan los más pequeños, darles un segundo uso a dichas cajas para guardar y mantener orden en el clóset, o los envases de vidrio pueden tener un uso adecuado para plantas o elementos ornamentales en nuestra casa. Por supuesto que el envase tradicional de mayonesa no a todos les gusta, pero ahora hay muchas marcas de productos que pueden cumplir con este reúso.
Pero el otro actor importantísimo en este proceso es la industria, pues son los responsables de diseñar y lanzar al mercado productos de consumo desde un papel de baño hasta el más complejo sistema de embalaje para una computadora de última generación.
Las marcas deberían poner el dedo en el renglón sobre el diseño de nuevas presentaciones que inviten a los consumidores a adquirir sus productos por el beneficio del segundo uso del envase primario o secundario y con ello tener la oportunidad de que su marca permanezca por más tiempo en el entorno del consumidor. Solamente imagina un envase de cereal con una forma menos convencional que la prismática (todas las marcas la usan por el beneficio en el acomodo en la tarima de transporte) que genere en un niño el deseo de conservarlo para guardar, por ejemplo, sus piezas de bloques plásticos para armar, con una ilustración invitando a imitarla con dichas piezas y allí guardarlas en lugar de un contenedor plástico comprado en el supermercado. Además, que sutilmente tenga la marca del cereal y al personaje principal usando el producto y con esto mantenerse en la mente del consumidor.
En fin, son ideas de cómo podríamos fomentar en el mundo del envase la reutilización y darle una segunda vida a los envases de nuestro consumo tradicional. Sin lugar a dudas es un tema de mucha reflexión y un proceso de conversión de los hábitos de consumo, y no solamente se trata de vender por vender, que parece hoy en día la premisa más importante sin revisar las variables que conllevan un acto de tal importancia y responsabilidad como lanzar un producto al mercado, que satisfaga al consumidor, y que en menos de 30 minutos el envase inicie su recorrido al relleno sanitario.