La creación de empaques que respondan a la tendencia de productos artesanales y orgánicos, requiere de autenticidad y claridad en el diseño.
Cuando hablamos de tendencia, hablamos de recursos y no de moda: una base en qué apoyarnos, sobre la cual construir para destacar. Esto es, cómo generar valor en torno a mi marca a través del empaque: queremos fundar identidad y cimentar en un racional cada una de las elecciones tomadas.
Si bien decimos que buscamos innovación a través del empaque (que debemos hacer sobresalir y conectar con el consumidor), también debemos encontrar recursos simples y muy directos, como gráficos lineales, siluetas ergonómicas y materiales vírgenes, sustratos kraft, maderas y papel vegetal: recursos que responden al origen y esencia artesanal u orgánica, a los beneficios que otorga y a quienes lo hicieron y con qué.
Así, se presentan empaques artesanales casi como hechos por las propias manos, uno a la vez, sin maquinarias o elementos artificiales; un conjunto de elementos y formas que, acompañados de una paleta de colores selecta, y tonos plenos, hablan de productos puros y con una carga de valores extremadamente robusta para narrar una historia. Irónico, ¿verdad? Pero real y certero.
Al tomar estos recursos, el objetivo es diseñar y llamar la atención desde lo más básico (mientras otros lo hacen a viva voz, por lo estridente del color, o el uso de brillos), podemos narrar más que una historia y logramos mantener el mismo hilo conductor.
El crecimiento de la tendencia artesanal no significa que ahora todos debamos crear bajo el mismo paraguas. Por ello hablamos de que no es moda: tiene mucho que ver la marca, el producto, a quién va dirigido. Es fundamental decidir cómo y cuándo recurrir a estos recursos, y qué propiedades puedo dar para resaltar los beneficios que me hacen diferente.
Aunque en la realidad de los empaques acabamos vestidos todos iguales, lo importante es crear tu identidad con un producto y que su empaque responda a ella. No solo es seguir el hilo conductor, también es saber entrelazar y tejer sin perderse. Evitar las modas, porque pueden hacernos perder el camino.
Los recursos que hacen que este segmento sobresalga deben seguir la máxima de "menos es más". Lo importante es cómo se combinan y qué contarán. Así, se logra que connote y transmita a través de grafismos, iconos, texturas y una paleta cromática muy seleccionada: quién es este producto, de dónde viene, cuál es su entorno, por quién fue hecho. "Soy totalmente transparente, aquí me tienes, así soy".
El producto llamará a que se le conozca, que se le pruebe y aprueben los valores que la marca ostenta con los materiales, los sustratos, el tacto. Todo construye. Debemos ser directos y claros; así que el lenguaje gráfico debe también ser congruente y basarse solo en formas, iconos y viñetas que remitan a lo artesanal y casero, tomando una misma dirección de diálogo.
El lenguaje que empata con una marca artesanal utiliza recursos gráficos sensibles porque a través de ellos, el diseño y los materiales, se logra un empaque con valor único: transforma el diseño en una emoción y busca conectar con el consumidor para construir una historia, vivir una experiencia y dejar una huella alrededor del valor de la marca en la mente del consumidor.