Tras el impulso del concepto de sustentabilidad, la forma en que se evalúa la vida útil de un producto es distinta, desde materias primas hasta tecnología de aplicación o conversión. En este sentido, la industria del envase y embalaje en Argentina ya cuenta con una postura, no obstante aún carece de legislación.
A mediados de los años 90, trabajando para una empresa con dirección técnica europea, tuvimos que desarrollar un cajón plástico para el traslado de botellas de cerveza de una marca holandesa. Era el primer desarrollo en la región con licencia directa, hasta ese momento todo el producto venía fully packdesde Holanda. Este pack secundario retornable, era (y es) considerado como la cara visible y símbolo de la marca, ya que su forma, su color y gráfica funcionan como el símbolo característico de producto del mundo, marcando la tendencia e imposición del color verde como un leiv motive que incluso luego se transmitió directamente en el claim de la marca como thinkgreen, frase que era tomada como una campaña promocional, ya que todo el brandingestaba en la gama de este color.
Esta empresa ya se adelantaba a lo que en la década siguiente (año 2000) comenzó a tomar más fuerza: el concepto sustentabilidad o sostenibilidad, dependiendo de qué parte de los países de habla hispana viniera la palabra. Pues las materias primas constitutivas de esos cajones correspondían a productos naturales de origen vegetal o sin metales pesados en sus componentes.Este hecho nos dio la pauta inicial sobre la necesidad de comenzar a tomar en serio la problemática sobre el concepto de sistemas ecológicamente sustentables, no sólo respecto a las materias primas, sino a las tecnologías de aplicación o conversión, generando análisis profundos en la cadena de valor de cada elemento, permitiendo hacer estudios de la cuna a la tumba de un producto, incluido el cálculo de huella de carbono y de agua en los procesos modulares.Creemos que a partir de esos inicios, la evaluación de la vida útil de un producto en su forma más tradicional, finalizando en el PDV (punto de venta) o en el uso por parte del consumidor final, se modificó al punto de tomar en cuenta sobre el post consumo. Vale decir, la responsabilidad de las empresas B2B y B2C, comenzó a gravitar cada vez más profundamente, al punto que muchas de éstas ya tienen como política interna la evaluación del análisis de ciclo de vida (LCA) de cada uno de sus productos.
Ahora bien, desde la posición de las empresas privadas, la mayoría ya tiene de alguna manera una postura sobre estos temas, el punto más importante es la definición de los gobiernos respecto a la carencia de normas o leyes que determinen sobre el tema de residuos de envases y embalajes.Desde hace aproximadamente 10 años, estamos a la espera de una ley que determine sobre un proceso racional las bases para la minimización y el buen manejos de los materiales y los residuos de los sistemas E+E.
Disciplina ambiental
Tomemos el caso de Brasil que, a mediados del año pasado sancionó la ley que define una política de manejo de desechos, en discusión hace 20 años, y que concede incentivos y exigencias para el reciclaje de materiales.La legislación había sido reclamada por ambientalistas y dirigentes locales en un país cuyas ciudades generan 150 toneladas de desechos por día, de los cuales 59% van a los grandes depósitos de basura y solo 13% se recicla (estamos hablando de residuos de todo tipo, no sólo de envases y embalajes).Una ley para disciplinar el manejo adecuado de los desechos es una revolución en términos ambientales y en términos sociales,dijo el presidente de Brasil, Lula Da Silva, al firmar la ley.
Es importante destacar que con este marco regulatorio (convertido y con fuerza de ley), los recolectores de residuos destinados a reciclaje van a recibir incentivos del gobierno federal para organizarse en cooperativas y realizar sus tareas.
De la misma manera, el mismo Estado genera estímulos para que las empresas obtengan los materiales producidos dentro de este sistema de recuperación para que vuelvan a ser aprovechados.Esta normativa específicamente prohíbe la creación de depósitos de basura a cielo abierto (tema que en nuestro medio todavía sigue siendo parte de una problemática muy compleja) y exige a cada municipio crear espacios sanitarios ambientalmente sustentables para captar desechos que no serán re-aprovechados (aquellos que no son viables de ser reciclados).
De este lado de la frontera todavía estamos, por decirlo de alguna manera, lejos de poder tener una base legislativa que contemple toda la problemática.Nos falta información a nivel nacional sobre niveles de residuos y datos estadísticos fidedignos como sí tenemos para la Ciudad de Buenos Aires y el conurbanodonde sí se cuenta con detalles de un relevamiento en cantidades y tipificación- realizado por la Universidad de Buenos Aires en colaboración con laCoordinación Ecológica Área Metropolitana Sociedad del Estado(CEAMSE); sobre residuos domiciliarios sólo de la ciudad de Buenos Aires y sus barrios.
Este tema es muy amplio, ya que de alguna manera toca todas las variables y elementos propios de sistemas complejos, como es el de los manejos de residuos de un país, considerando no sólo lo relacionado a materias primas, procesos y políticas de comercialización, sino a situaciones sociales, económicas y culturales de vida respecto a todos los actores que están de alguna manera involucrados con esta problemática.El punto es que si no tomamos este tema con la seriedad y objetividad (incluido el manejo de datos estadísticos) que amerita esta problemática, se producirá (de hecho es lo que está sucediendo) el efecto bola de nieve; donde, incluidos todos nosotros, como sociedad, estaremos dentro de ella.