FAO y OPS/OMS presentaron un marco para enfrentar dichas emergencias a representantes de Argentina, Brasil, Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela.Es imprescindible que los países tengan planes nacionales de intervención eficaces para enfrentar situaciones de emergencia relativas a la inocuidad de los alimentos, a fin de proteger la salud de los consumidores y reducir su impacto, señaló la Oficina Regional de la FAO.
Reforzar la preparación, además de reconocer y responder rápidamente para hacer frente a situaciones de emergencia son dos elementos clave para la salud de los consumidores, señaló Maya Piñeiro, Oficial Principal de Inocuidad y Calidad de los Alimentos de la FAO.
Casos concretos de respuestas a emergencias, como el brote gastrointestinal por norovirus que afectó a numerosas personas en Antofagasta, Chile, debido a agua contaminada como consecuencia del terremoto y tsunami del 2010, la epidemia de cólera luego del terremoto en Haití, y el brote actual de E.coli en Europa, fueron analizados durante un taller regional, organizado por la FAO y la OPS/OMS en Santiago de Chile, para presentar el Marco FAO/OMS para desarrollar planes nacionales de intervención en situaciones de emergencia relativas a la inocuidad de los alimentos.
Este proporciona una orientación general, ya que cada país necesita planes de intervención elaborados a su medida y adaptados a sus sistemas nacionales de control de los alimentos, explicó J. Michelle Poirson, Oficial del Sistema de Prevención de Emergencia (EMPRES) de Inocuidad de los Alimentos de la FAO, quien agregó que los planes deben tomar en cuenta los diferentes niveles de desarrollo de los países y la amplia gama de peligros que amenazan la inocuidad de los alimentos.
Elementos claves para un plan efectivo
El documento FAO/OMS señala cinco criterios que deben cumplir los planes para optimizar su eficiencia. El primero de ellos es contar con un enfoque coordinado entre los diversos organismos gubernamentales involucrados.
El segundo hace relación con la identificación de los incidentes, que son detectados por diferentes fuentes de información (la industria de alimentos, laboratorios, salud pública, etc). Se deben crear mecanismos para compartir dicha información, que luego requiere ser validada para decidir acerca de las acciones a seguir, explicó Piñeiro.
El tercer punto hace relación a la gestión del incidente: para ello es clave establecer un grupo de coordinación entre múltiples organismos, que establezca el control, dirección y coordinación de las acciones. Los últimos dos aspectos hacen relación a la evaluación posterior al incidente, para rescatar lecciones aprendidas, y a la importancia de la comunicación hacia los consumidores, las partes interesadas y a la organizaciones internacionales, para entregar información precisa y oportuna acerca del peligro y asegurar un entendimiento común del problema.
Para que los países de América Latine puedan enfrentar de manera efectiva las emergencias es imprescindible que los diferentes actores involucrados colaboren y trabajen en conjunto. De manera inter-agencial y multisectorial, explicó Jeffrey Moon, de la Autoridad Europea de Inocuidad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés).