Brasil, Uruguay, Paraguay, Bolivia y Argentina compartieron auditorio del Congreso MERCOSOJA 2011, para exponer acerca del estado de situación actual y perspectivas para la producción de soja en cada uno de los países de la región.
La sala América de la Bolsa de Comercio de Rosario fue el escenario que reunió a los referentes de cada país. En primer lugar, Amelio Dall Agnol, de la Empresa Brasileira de investigación Agropecuária -EMBRAPA-, habló de la evolución del cultivo en su país que celebra 129 años de la introducción de la soja, donde permaneció casi olvidado por cerca de 70 años (1882/1950). Hasta los 50, la pequeña producción de semillas oleaginosas en Brasil se consumía como forraje para el ganado o como grano para cerdos de engorde en las pequeñas unidades de producción de granos en el RS. Su trayectoria de crecimiento, sin precedentes en la historia del país, se inició en 1960 y en menos de veinte años, se convirtió en el líder cultural de la agroindustria brasileña.
A continuación, fue el ingeniero agrónomo Alfredo Magrini encargado de describir el panorama de Uruguay. Además del crecimiento del cultivo ilustró acerca del cambio cultural observado, pues en muchos casos los propietarios de campos han optado por alquilar sus tierras y dedicarse a otras actividades. Del mismo modo, comentó que las explotaciones de hasta 300 hectáreas están cediendo lugar ante el avance de las mayores de mil hectáreas. Desde el 2000 hasta el 2011 se ha incrementado de manera notable el área sembrada, mutando de 600 mil hectáreas a un millón ochocientas mil, citó Magrini, agregando que también la producción se ha triplicado: de 1 millón y medio pasamos a 4 millones y medio de toneladas, señaló.
A su turno, Luis Cubilla, de Paraguay, destacó que la producción de su país se negocia en su totalidad con nacionales de la Unión Europea, Rusia, Irán, Turquía, Israel, México y Portugal, entre otros. Estimó que el potencial de crecimiento del cultivo es significativo, advirtiendo que cualquier crecimiento futuro también requiere una mejor utilización de la tierra durante todo el año. En este sentido, destacó que existe una aguda necesidad de desarrollar tecnologías locales, especialmente sistemas de rotación y desarrollo de nuevas variedades adaptadas a los factores climáticos adversos, especialmente la sequia. Hasta ahora los años secos han sido los peores para la producción del cultivo teniendo su impacto negativo sobre la economía nacional. Se espera que el recientemente creado Instituto de Tecnología Agraria (IPTA), concentre sus esfuerzos en busca de las soluciones requeridas, agregó.
Por su parte, Jaime Hernández, representante de Bolivia, detalló el comportamiento del poroto en su país, así como las causas del mismo. En primer lugar aclaró que el crecimiento del cultivo de soja ha sido fundamental para el desarrollo económico y productivo de la región del Departamento de Santa Cruz y de Bolivia en su conjunto. Añadió que la importancia de la producción se refleja en los indicadores macroeconómicos, traducido en su potencial productivo dentro del departamento de Santa Cruz, su participación en el PIB nacional, en el agropecuario y sus exportaciones. Sobre las perspectivas del sector dijo que están ligadas a factores como: el potencial productivo para ampliar la frontera agrícola; la seguridad jurídica para las tierras; el acceso al uso de tecnología moderna; y la seguridad en el acceso a mercados externos. Por último señaló que al igual que en la Argentina, se ha establecido una política de priorizar el abastecimiento del mercado interno, que ha implicado la promulgación de decretos supremos, restringiendo la exportación de granos, torta, harina y aceite de soya y girasol, previo el cumplimiento de los cupos de abastecimiento y las bandas de precios por parte de cada una de las empresas exportadoras.
Finalmente cerró este panel Miguel Calvo, presidente de la Asociación Cadena de la Soja ACSOJA, entidad encargada de llevar a cabo el Congreso. Recordó que Argentina sembró 19 millones de hectáreas el último año agrícola alcanzando aproximadamente 53 millones de toneladas de soja.
Dicho crecimiento se funda en una próspera y fértil tierra con adecuado régimen hídrico, en la capacidad de adopción de los avances tecnológicos, en la respuesta industrial que siempre avanzó tras la mayor producción lograda. Además, la eficaz salida al mar optimizada por el calado del río Paraná y, la puesta en marcha de puertos con tecnología de última generación en carga rápida de barcos. Para Calvo, fue inevitable citar que en la actualidad se gravan las exportaciones con un impuesto denominado vulgarmente retenciones. Este gravamen de índices variables contiene y restringe parte de los ingresos de todos los actores de la cadena productiva, constituyéndose así en un limitante al crecimiento. Su vigencia, disminución o crecimiento innegablemente alterarán el ritmo y destino del crecimiento productivo.