La búsqueda de ingredientes como metas de bienestar son un hecho, no obstante consolidarlos en un producto final involucra tiempo, dinero y esfuerzo, además de retos tecnológicos. Y qué decir de las agencias regulatorias y el proceso de etiquetado. Sean culturales, técnicos y legales ¿cómo superar los obstáculos?
Hoy día la relación entre la dieta y la salud nos queda mucho más clara y no podemos dejar de ignorar que conforme nos “hacemos más viejos” queremos sentirnos más jóvenes y ahora sabemos que el tipo de alimentación que llevamos es clave para lograr este bienestar. Por esto, cada día se buscan ingredientes nuevos que ayuden a obtener estas metas de salud y bienestar. Aunque esto parece fácil, en realidad no es tan sencillo.
La literatura científica está plagada de reportes sobre compuestos extraídos de alimentos, tales como antioxidantes, fibras, aceites esenciales, etc. Sin embargo, llevar estos compuestos a un producto final lleva mucho más tiempo, dinero y esfuerzo de lo que imaginamos. Primero, porque si se revisa la literatura científica con cuidado, podremos ver que muchos de estos compuestos que hoy gozan de gran fama como protectores de la salud, en el pasado se consideraban tóxicos o agentes anti nutricionales. ¿Cuál es la diferencia? Pues, principalmente, la dosis. Por otro lado, en otros casos, las dosis que demuestran efectos positivos en estudios de laboratorio son casi imposibles de manejar en una formulación aceptable, ya que presentan muchos retos tecnológicos. Pero, suponiendo que se superaran muchos de estos retos y se lograra demostrar, tanto en el laboratorio como clínicamente, que un ingrediente puede representar un beneficio para la salud, aún quedan muchos obstáculos que resolver.
Uno de estos grandes obstáculos, es la aprobación por parte de las agencias regulatorias. Las autoridades hoy día tienen un gran reto, ya que no sólo deben establecer que un ingrediente es inocuo, sino también deben considerar la veracidad de los supuestos beneficios a la salud en las dosis en las que se pretende usar el producto. Por otro lado, muchos de estos compuestos no se han utilizado históricamente como productos químicos aislados usados para alimentos, pero tampoco tienen alguna función tecnológica en el producto final, por lo que no se les puede considerar aditivos. Sin embargo, la compañía que es el usuario final del producto, por supuesto que quiere garantías de que es un producto permitido.
En algunos países existen procesos claros para obtener una aprobación legal de estos “ingredientes novedosos”. Sin embargo, en otros no existe ningún proceso específico de aprobación legal. Esto se complica todavía más por el hecho de que las reglas de etiquetado del producto final no son muy claras. ¿Quién quiere agregar un ingrediente que dará beneficios a la salud si no lo puede promocionar adecuadamente? ¿Cuál es la ventaja para las compañías que quieren usar ingredientes probados clínicamente por estudios serios, contra una compañía que comercializa los llamados “productos milagro”? Podemos explorar ingredientes que ayudan a fortalecer el sistema inmune, otros que ayudan a la salud cardiovascular, otros que colaboran al desarrollo neurológico y algunas de sus características. Pero, para que la población pueda aprovechar estos beneficios, es necesario enfrentar los obstáculos culturales, técnicos y legales.
Conozca en mayor profundidad “La Introducción de Nuevos Ingredientes Funcionales: Retos y Oportunidades”, con la presentación de la Dr. Rebeca López-García, Consultora de Logre International Food Science Consulting, en el International Food Technology Summit México 2009 , que organiza Énfasis Alimentación el 23 y 24 de Septiembre en el Hotel Sheraton Centro Histórico.
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