5 de Diciembre de 2024

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Influencias de la alimentación intrauterina

Redacción THE FOOD TECH®

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Cuando un recién nacido presenta bajo peso al nacer es más propenso a sufrir obesidad, diabetes e hipertensión en la vida adulta. Para profundizar sobre el tema, Énfasis Alimentación entrevistó a la Dra. Gladys Guarrera, miembro de la Comisión Directiva de la SAOTA.

La Dra. Gladys Guarrera es Pediatra especializada en obesidad infanto-juvenil y trastornos de la conducta alimentaria. Es Docente adscripta para el Departamento de Pediatría de la UBA y miembro de la Comisión Directiva de SAOTA (Sociedad Argentina de Obesidad y Trastornos Alimentarios).

Énfasis Alimentación: ¿A qué hace referencia el concepto de “programación fetal”?

Dra. Gladys Guarrera: El término surge a raíz de la llamada “Teoría del Dr. David Barker”. Lo que él corrobora es que las enfermedades crónicas, tales como dolencias cardiovasculares, diabetes, obesidad y alteraciones del colesterol, se relacionarían directamente con las condiciones de vida intraútero. Esta es la llamada “Hipótesis fetal”. Si las condiciones intraútero no fueron favorables y este feto, frente a condiciones adversas, tiene que adaptarse para poder sobrevivir, se reprograma todo lo que tiene que ver con la regulación del balance energético y del apetito, y con la síntesis de algunas sustancias, que van a tener que ver con la aparición de estas enfermedades. Si el feto tiene una mala alimentación intraútero, por un lado se cree que ahorra energía aumentando algunos depósitos grasos a nivel visceral central. Pero, además, hay un verdadero ahorro de energía para poder sobrevivir y, cuando nace, las condiciones externas son otras, la alimentación es diferente y ya no hay un estado de carencia. Entonces, estos mecanismos que lo ayudaron a sobrevivir luego le juegan en contra. Ahí empieza a predisponerse y surge la posibilidad de desarrollo de estas enfermedades crónicas. La hipótesis parte de haber corroborado la enfermedad desde el adulto con niños nacidos de bajo peso para su edad gestacional, que fue comprobada por estudios sucesivos. Cuando el niño se recupera de ese bajo peso en el primer año de vida, tiene mayor probabilidad de desarrollar estas dolencias. ¿Por qué? Porque, en ocasiones, cuando los pediatras atienden a un bebé nacido con bajo peso intentan por todos los medios que recupere su peso ideal. Y eso no es lo mejor. Habría que darle un mejor seguimiento y no acelerar tanto el aumento de peso, sobre todo forzándolo a través de fórmulas o de alimentos que no son adecuados para esa edad.

É. A.: ¿Cómo debe ser la alimentación del niño en los primeros años de vida?

G. G.: Debe ser alimentación materna exclusiva hasta los seis meses y luego con complemento hasta el año de vida o los dos años. En realidad, lo que plantea la OMS es que la alimentación materna debe llegar hasta los dos años de vida.

É. A.: Si la madre es obesa ¿el niño también puede sufrir estos inconvenientes en su salud?

G. G.: La malnutrición engloba a una madre con alto o bajo peso. Puede ser obesa y el niño puede nacer con bajo peso. En realidad, si el bebé tiene un peso alto para su edad gestacional también puede haber una reprogramación fetal, pero no ligada tanto a ECV sino al desarrollo de obesidad en la edad adulta.

É. A.: ¿Cómo debería ser la alimentación de la embarazada para evitar esta reprogramación en el feto?

G. G.: Por un lado, la embarazada tiene que tener una nutrición variada y adecuada, para que el aumento de peso no sea pobre ni desmedido. Porque existió una modalidad de que aumente poco de peso, y eso tampoco es bueno. Los obstetras recomiendan un incremento de nueve kilos, pero, en realidad, una embarazada debería estar entre los 11 y 12 kilos, para asegurar una buena nutrición al bebé. Lo importante es que la dieta sea armónica y adecuada para que todos los nutrientes lleguen al feto sin problemas. Esto sería lo básico. Pero también se puede tener una placenta disfuncional, no adecuada, o que, por algún motivo, no está cumpliendo con su función, que es la de alimentar al feto.

É. A.: ¿Cuál es el rol de la placenta en este aspecto?

G. G.: Después del parto, además de inspeccionar si la placenta está entera, debe considerarse el peso de la misma. Hay una relación entre el peso de la placenta y el peso del bebé. Quiere decir que una placenta de bajo peso, en algún momento, no pudo cumplir con su rol de transmitir nutrientes al niño. Esto es lo que se está estudiando ahora: el rol que juega la placenta. Aquí podemos tener una parte de la explicación de por qué el feto que no lleva una nutrición adecuada tenga que reprogramarse para poder sobrevivir.

É. A.: Una vez que el bebé nace ¿cómo se puede evitar que padezca esas enfermedades?

G. G.: Lo que hay que hacer es prevención. La base es la alimentación materna y, obviamente, en los chicos nacidos con bajo peso, el control estricto de su médico de cabecera, observando en qué carriles va creciendo, evaluando la evolución en general (peso, talla, perímetro encefálico, etc.). Es esencial la leche materna y no se debe acelerar la introducción de otros alimentos. Las madres primerizas se ponen ansiosas y tienen la costumbre de querer darle de comer a los chicos a los cuatro meses. Es preciso apoyar la alimentación saludable en general: menos productos tan elaborados, menos golosinas y snacks, menos gaseosas. Lo ideal es que estos alimentos vuelvan a tener protagonismo sólo en ocasiones de celebración y no en la vida cotidiana. No es bueno que el niño desayune con un alfajor todos los días. Ahí nos estaríamos equivocando.

É. A.: ¿Qué opina de la alimentación de los niños en las escuelas?

G. G.: Haciendo hincapié en ciertas “soluciones” que se pensaron en algún momento, considero que no podemos crear un “kiosco saludable” en una escuela imponiendo determinadas costumbres para todo el mundo. Es cierto que una manzana podrá ser saludable en la Capital Federal, pero en Tierra del Fuego, por ejemplo, con las bajas temperaturas, una manzana no es tan saludable; y en Jujuy, con las altas temperaturas, tal vez se necesitan otros alimentos. Creo que con estas cuestiones tan generales no se están evaluando las diferencias regionales y de hábitos de la población. Y la gente no se ha convertido en obesa por comer lo que comió toda su vida desde sus ancestros. Sufre obesidad por comer mal. Ese es el problema, y el entorno colabora para que así sea.

É. A.: ¿Cómo se fomenta el ciclo hambre-saciedad?

G. G.: La lactancia materna es el vínculo que estimula el ciclo hambre-saciedad. Si un niño bebe de una mamadera no establece exactamente qué es lo que necesita. Se le da la cantidad que indican los pediatras. El esfuerzo para succionar la tetina de una mamadera es mucho menor al de succionar un pezón, lo cual supone una tarea más activa. Entonces, a través de la mamadera, hay un fluido de líquido permanente que ingresa al organismo y el bebé no tiene registro de si lo necesita o no. Mientras que, frente al hacer esfuerzo en la lactancia materna, deja de tomar y puede controlar lo que quiere comer. Así se fomenta el ciclo hambre-saciedad.

É. A.: ¿Cuáles son sus recomendaciones?

G. G.: Como pediatra, considero que una de las cosas más importantes es la lactancia materna. Desde ahí se puede lograr una buena conducta alimentaria, lo cual no es poca cosa. Fomentar una buena conducta alimentaria desde la infancia contribuye a prevenir, en algún porcentaje, la obesidad. Por supuesto que hay otros factores que provocan esta dolencia, como una alta carga genética, por ejemplo, pero se va a manejar mejor con una buena alimentación. La lactancia materna debe fomentarse con controles en la mujer embarazada y con leyes laborales que la protejan. Las leyes deben asegurarle a la mujer que pueda estar en su casa con el bebé hasta los seis meses de vida del niño. Con el poco tiempo que las actuales leyes otorgan a la madre para amamantar a su hijo, es imposible sostener una buena lactancia. Este es uno de los ejes de la cuestión.


Redacción THE FOOD TECH®

Equipo editorial de The Food Tech conformado por periodistas especializados en la industria de alimentos, tecnología, negocios, tendencias, nutrición y packaging.

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