En los próximos años podremos ver en las etiquetas mayor seguridad y cantidad de información, así como una mejora de la experiencia de usuario, expone especialista de Konica Minolta.
La etiqueta es la mejor puerta de entrada a la realidad aumentada. Permite enseñar más información al consumidor. Son datos que no están directamente impresos, que pueden actualizarse en tiempo real y que ayudan a fidelizar, interactuar o decidir la compra, expone Antonio Ramírez, Marketing Manager de Konica Minolta Business Solutions Spain.
El ejecutivo expone que la transformación digital de los negocios y de los hábitos de compra y venta, mucho tiene que decir la etiqueta. Un mercado que movió más de 35.700 millones de dólares en 2015 y que se estima un crecimiento anual del 6% hasta el año 2019. Se imprimen más de 960 mil millones de etiquetas cada año en todo el mundo y las previsiones cuentan con llegar a los 1.5 billones anuales en sólo tres años.
La etiqueta también ha cambiado el hábito de compra de los consumidores. Con la aplicación móvil adecuada puede hacerse showrooming por tiendas físicas, escanear etiquetas y, con un solo click comprar el producto al precio más bajo posible en cualquier parte del mundo y recibirlo en casa en menos de 24 horas. Ahora la etiqueta ya puede acompañarse de videos, música, chat, videoconferencias, mensajes, descuentos y todo lo que la imaginación permita, explica Ramírez.
Legislación y falsificaciones
La legislación y trazabilidad del producto son cada vez más importantes tanto para los consumidores, como para los gobiernos y los propios fabricantes. Una etiqueta no se puede cambiar una vez impresa pero, si le unes la tecnología digital de un código QR, un chip, un escaneo inteligente o un sensor, la etiqueta puede ofrecer en un dispositivo móvil la información más actualizada posible sobre la legalidad, trazabilidad, conservación del ciclo de custodia o incluso la geolocalización del producto desde que salió de la fábrica.
Ramírez puntualiza que las falsificaciones están a la orden del día y, desde el punto de vista del fabricante, protegerse de ellas es importante. El consumidor, por su parte, quiere estar seguro de que paga por un producto original y esto puede hacerse a través de la etiqueta que puede tener todo tipo de códigos, formas, halografías o chips de seguridad que sólo puedan detectarse con la aplicación del fabricante.
Los grandes datos en las etiquetas
Desde el punto de vista del marketing explica el ejecutivo- una etiqueta con sensores o chips permite potenciar el brandig del fabricante y la experiencia del usuario del comprador. Por ejemplo, es posible enviar mensajes automáticos a las redes sociales bajo las directrices de la aplicación móvil adecuada.
Por otro lado, la tecnología aliada con el big data en las etiquetas permitirá al fabricante conocer al instante muchos datos, como qué productos se compró, las unidades, el precio, la tienda, la localización y mucho más. El ejecutivo finaliza comentando que esto es un camino más hacia la fabricación bajo demanda y el Business Inteligence.