El packaging tiene una función especialmente importante a la hora de comercializar el vino. Detrás de cada botella se esconden sabores, aromas y sensaciones auténticas y diferentes; pero también mucho esfuerzo y dedicación por pate de los encargados de su producción y diseño.
El consumidor, en la mayoría de los casos, se siente más atraído por la marca y por la estética que rodea a la botella, que por la propia información del vino. El cliente podría gastar un poco más de dinero por una botella que le resulte especialmente atractiva antes que por una clásica, aburrida y corriente.
La etiquete de la botella de vino es un factor determinante, después del precio, a la hora de elegir un vino. No solamente proporciona información sobre las características del artículo, sino que garantiza que el vino que se presenta ha pasado sus respectivos controles de calidad. Además, el etiquetado podría considerarse como una especie de biografía del producto. Indica de dónde viene, la edad que tiene y otros puntos de información que el cliente debe tener en cuenta antes de su compra.
La aparición de nuevas bodegas y la transformación de la cultura vitivinícola han provocado que el packaging del mundo del vino haya evolucionado rápidamente en los últimos años. En estos momentos, muchas etiquetas parecen auténticas obras de arte, con diseños modernos, diferentes y originales, logrando así diferenciar el vino frente a la competencia.
El diseño de la etiqueta es un factor tan importante como la elaboración del vino, el precio y el posicionamiento frente a la competencia. Una etiqueta sofisticada no solamente transmite que el olor y el sabor de ese vino evocarán una experiencia única, el éxito del vino en este caso estará asegurado.
Fuente: www.marketing4food.com