Las empresas argentinas, y en particular las pequeñas, encaran un desafío en cuanto a la reducción de metales pesados, tanto de sus insumos como de sus productos finales.
Los envases, en su mayoría productos gráficos, no son la excepción, pero existen en líneas generales ciertas claves para minimizar la presencia no deseada de estas sustancias.
Las claves son el cambio de los insumos utilizados para la producción, cambios tecnológicos, mejorar las prácticas de operación, programar la prevención de la contaminación, y la evaluación de la minimización de residuos.
De acuerdo a distintas investigaciones, el ser humano moderno está al menos 500 veces más expuesto a metales pesados en relación con el hombre pre-industrial.
El contacto prolongado con estas sustancias es extremadamente dañino a la salud, impidiendo la absorción de minerales, obstruyendo reacciones enzimáticas, y deformando las estructuras de proteínas y anticuerpos y lípidos.
Por este motivo fue necesaria la Resolución 453/2010 de la Secretaría de Comercio Interior, que exige a las gráficas la obtención de un certificado emitido por un “Organismo de Certificación” reconocido por la cartera.
Esta norma específica que los niveles de plomo, cromo, mercurio, cadmio, arsénico, bario, selenio y antimonio de los productos gráficos, no pueden exceder los límites establecidos en la Norma MERCOSUR 300-3.
Sin embargo, por los costos que implica la adaptación a estos estándares de seguridad, tanto para el consumidor como para el trabajador de planta, la mayoría de empresas elude la adecuación. Las empresas gráficas que cuentan con el certificado requerido por el estado son una minoría.
De hecho, las pymes -más numerosas y empleadoras que las grandes- pueden ser más contaminantes, ya que muchas son técnicamente ineficientes, menos alcanzadas por los controles y disponen de menos oportunidades para adquirir tecnología de punta para minimizar los metales pesados.
Con respecto a los cambios en los insumos utilizados, los gerentes deben buscar a través de la asesoría, materiales cuyos pigmentos no contengan metales pesados. Los cambios tecnológicos deben ser complementarios, para asegurar que los nuevos materiales resulten en una impresión limpia y de calidad.
Por otro lado, es necesaria la capacitación del personal con respecto a la reducción de la contaminación en general. Esto incluye la separación de residuos, un mantenimiento del inventario de insumos, vigilancia constante de fugas, goteos y derrames, y garantizar que otros elementos con metales pesados estén alejados del sitio de producción.
Por último, el planeamiento de la prevención de la contaminación es imprescindible para mantener estos estándares de seguridad. Para esto es necesario revisar y describir minuciosamente el proceso de producción, identificar las materias primas, las fuentes que generan residuos, y establecer objetivos y procedimientos para evaluar el progreso.