Un estudio demostró que el cerebro se desensibiliza cuando la producción de un factor de la saciedad queda eliminado al ingerir alimentos ricos en grasas.Se cree que una dieta cotidiana alta en grasas desensibiliza al cerebro de la sensación de satisfacción que uno normalmente obtiene de una comida, haciendo que una persona coma en exceso con el fin de lograr la misma sensación de nuevo. Un nuevo estudio publicado en la revista Science, sugiere que esta desensibilización en realidad comienza en el propio intestino, donde la producción de un factor de la saciedad que normalmente le dice al cerebro que deje de comer, queda aminorado o eliminado, por la continua ingesta de alimentos ricos en grasas.
"Es un trabajo realmente fantástico", dijo Paul Kenny, profesor de terapias moleculares en el Instituto de Investigación Scripps en Jupiter, Florida. "Podría ser el eslabón perdido entre el intestino y la señalización del cerebro, que ha sido algo así como un misterio".
Mientras el tocino de cerdo, helados y otros alimentos ricos en grasas producen una respuesta de endorfinas en el cerebro cuando llegan a las papilas gustativas, según Kenny, el intestino también envía señales directamente al cerebro para controlar nuestro comportamiento alimenticio. De hecho, los ratones alimentados mediante tubos de alimentación gástrica, que evitan pasar por la boca, muestran un aumento de la dopamina, un neurotransmisor que promueve el refuerzo en el circuito de recompensa del cerebro, similar a la experimentada por las personas que comen normalmente.
Este aumento de la dopamina se produce en respuesta a la alimentación tanto en ratones, como en seres humanos. Sin embargo, la evidencia sugiere que la señalización de la dopamina en el cerebro es deficiente en las personas obesas. Iván de Araujo, profesor de psiquiatría en la Escuela de Medicina de Yale, descubrió que los ratones obesos con una dieta crónica alta en grasas también tienen una respuesta silenciosa de dopamina al recibir alimentos grasos a través de un tubo directo a su estómago.
Para determinar la naturaleza de la señal de regulación de la dopamina que emana desde el intestino, de Araujo y su equipo buscaron posibles candidatos. "Cuando nos fijamos en los animales crónicamente expuestos a alimentos altos en grasa, se ve un alto nivel en casi todos los factores que circulan, leptina, insulina, triglicéridos, glucosa, etcétera", dijo. Sin embargo, una clase de molécula de señalización es suprimida; el candidato principal de Araujo fue la oleoil-etanolamida. No sólo es el factor producido por las células intestinales en respuesta a la alimentación, dijo, sino que durante la exposición crónica al alto contenido de grasas, los niveles de supresión parecieran, de alguna forma, igualar la represión que vimos en la liberación de dopamina".
"No está claro por qué una dieta crónica rica en grasas suprime la producción de oleoil-etanolamida. Pero una vez que comienza el círculo vicioso es difícil de romper, porque el cerebro recibe la información inconscientemente", dijo Daniele Piomelli, profesor de la Universidad de California.
"Comemos lo que nos gusta y creemos que somos conscientes de lo que nos gusta, pero creo que lo que esto y otros están indicando, es que hay un lado más profundo y más oscuro del gusto un lado del cual no estamos conscientes", señaló Piomelli. "Debido a que es un impulso innato, no puedes controlarlo". En otras palabras, incluso si pudieras engañar a tu paladar y disfrutar de un yogur bajo en grasa, es poco probable que puedas engañar a tu intestino.