El fenómeno se amplifica por la creciente aversión al riesgo de los inversores y el consecuente exceso de liquidez.
Tras superar la crisis en 2009, la industria agroalimentaria se enfrenta, desde junio de 2010, a una fuerte volatilidad en el mercado, afectando a los precios en todo el mundo, y especialmente en los países emergentes. El fenómeno se amplifica por la creciente aversión al riesgo de los inversores y el consecuente exceso de liquidez.
Esta tendencia pesa sobre los márgenes del sector, mientras que la desaceleración económica en EE.UU. y en la zona euro, junto con los efectos de la catástrofe nuclear en Japón, han tensado las relaciones entre las grandes empresas y los distribuidores. La liquidez de las pequeñas y medianas empresas se ha debilitado, a medida que el crédito comienza a escasear en las economías avanzadas. Volatilidad del mercado y aumento de los precios; grandes riesgos para las empresas
Habiéndose convertido en una clase de activo por derecho propio, los precios de los commodities agrícolas se han disparado. A excepción del arroz, entre agosto de 2010 y agosto de 2011 todos los productos registraron incrementos de precio: desde un 15% para la carne y los productos lácteos, a un 26% para los cereales y un 50% para el azúcar. Debido a unas perspectivas de producción por encima de lo esperado, no debería continuar la tendencia registrada desde el pasado mes de agosto.
Además de la fuerte especulación, varios factores han contribuido a este aumento general. La demanda va en aumento, con el apoyo de la expansión de la clase media en las economías emergentes y el cambio en sus hábitos alimenticios. También existen otros factores que han desestabilizado la producción y estimulado la volatilidad de los precios, tales como las condiciones climáticas adversas, las enfermedades devastadoras, la venta de terrenos por parte de los Estados a poderes emergentes en detrimento de los cultivos locales y la falta de transparencia en cuanto a los stocks.
Las PYMES del sector agroalimentario en las economías desarrolladas, las más débiles.
En este contexto, los márgenes y la liquidez de las empresas estarán bajo presión, en mayor o menor medida, dependiendo de su capacidad para trasladar los aumentos de precio a sus clientes mayoristas y distribuidores. Las PYMES parecen estar menos preparadas para controlar la volatilidad de los costos que los grandes grupos internacionales, que se pueden beneficiar de contratos de cobertura y que son altamente flexibles en términos de mejoras en la productividad.
Además, la presencia de grandes empresas en mercados en crecimiento les permite garantizar el suministro de materias primas al mejor precio. Este tipo de empresas se enfrenta a la tensión de las negociaciones de precios con los grandes distribuidores. Sin embargo, en vista de los cómodos márgenes alcanzados por las empresas agroalimentarias, es probable que cualquier impacto sea marginal. La desaceleración del consumo en las economías desarrolladas se ve compensada por el dinamismo de los mercados emergentes.
En contraste con los grandes grupos, la presencia local de las PYMES en el sector agroalimentario significa que tienen que hacer frente al débil desarrollo de muchos de los países desarrollados, o a la recesión de los países periféricos de la eurozona. Las economías emergentes, donde las empresas más pequeñas operan junto a los grandes grupos internacionales, se beneficiarán de un consumo dinámico, pero tendrán que enfrentarse a un riesgo de sobrecalentamiento que podría debilitarlas.
Perspectivas del sector: aumento de las quiebras entre las empresas más frágiles
Coface considera que en la segunda mitad de 2011 y en 2012, los precios de los commodities agrícolas seguirán siendo elevados, a pesar de la caída de precios desde agosto de 2011 y pese a la desaceleración esperada de la economía mundial. Esta tendencia se verá reforzada por la abundancia de liquidez a nivel mundial, impulsada en particular por la política monetaria expansionista de EEUU.
Dado que las pequeñas empresas se enfrentarán a dificultades para financiar sus inversiones, la consolidación del sector alimentario continuará mientras el acceso al crédito bancario siga siendo un problema. Esta situación, sin duda, dará lugar a un aumento de las quiebras entre las empresas más vulnerables. Desde enero de 2011, el número de impagos registrados por Coface en la industria agroalimentaria ha ido aumentando, en paralelo al alza de los precios de las materias primas.
Análisis por regiones
En Europa, el sector alimenticio se encuentra fragmentado. En 2011 la situación es muy variada. En Europa Occidental se prevé una desaceleración del consumo, especialmente en el Reino Unido, Grecia, Portugal e Irlanda, que debería causar un aumento del número de quiebras. La tendencia en Europa del Este es más optimista, con un crecimiento esperado del PBI cercano al 3,8%. Sin embargo, los hogares continúan desendeudándose, lo que afectará al gasto. En Francia, la industria alimenticia sigue siendo el sector económico líder y el segundo mayor empleador industrial. Sin embargo, habiendo resistido bien durante la crisis, ha habido un incremento tanto de las quiebras como de los precios de las materias primas en 2010, y el sector está perdiendo fuerza en el mercado internacional.
En EEUU, 7 empresas de la industria agroalimentaria figuran entre los 10 mayores grupos multinacionales, aunque su tamaño no siempre influye en las negociaciones de precios con los distribuidores.
Japón, que depende en un 60% de las importaciones de bienes de consumo distintos del arroz, tiene cada vez más dificultades para exportar debido a la fortaleza del yen. Este fenómeno se ha visto incrementado desde la tragedia de Fukushima en marzo de 2011. Las industrias japonesas, por lo tanto, son vulnerables al gasto de los hogares que se espera disminuya un poco en 2011 y mejore ligeramente en 2012.
En China, la industria alimenticia se enfrenta a dos riesgos principales: problemas con la seguridad alimentaria, que llevan a una mala imagen ante los consumidores chinos; y la especialmente pronunciada inflación, debido al aumento del costo de las materias primas y de los salarios. La consolidación en curso está reforzando a las grandes empresas, con la llegada de inversores extranjeros que garantizan la calidad del producto.
Brasil se ha convertido en uno de los principales exportadores de productos agrícolas, y sus grandes empresas de alimentos se están expandiendo internacionalmente. A pesar de la presión de la devaluación del Real desde agosto de 2011, la moneda brasileña se mantiene a un alto nivel. Esto dificulta las exportaciones de la industria local, que sufre de una infraestructura insuficiente.