La búsqueda de alimentos más en armonía con el medio ambiente es una tendencia que viene creciendo en el último tiempo. En esa línea, los productos que serán luego consumidos deben reunir precisamente algunas de esas características. En ese contexto, investigadores argentinos trabajan desde hace mucho en el diseño de envases más naturales y con menos elementos sintéticos aportando inocuidad y más vida útil a frutas y verduras.
El trabajo es llevado adelante por técnicos de la Planta Piloto de Ingeniería Química (Plapiqui) perteneciente al Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) quienes diseñan modelos de experimentación con el armado de envoltorios basados en polipropileno de origen sintético pero con la incorporación de películas de gelatina. El beneficio no es sólo ecológico sino también económico, dado su bajo costo.
También se estudia el procesamiento del ácido poliláctico (PLA), un bioplástico que actualmente no se produce en el país y que se utiliza como alternativa para películas tradicionales. Se obtiene a partir la fermentación de almidón de papa o maíz con bacterias lácticas y además es biodegradable.
Desde Planiqui, Daniel Ercoli, uno de los responsables detalló a este diario “que se trata de una investigación que empezó hace cinco años y que si bien no resuelve por si sólo los envases que hay en el mercado, si permite reemplazarlo en parte con materiales más naturales”.
Por otro lado, el gran problema de los alimentos es la presencia de hongos, levaduras o bacterias. En por eso que el mercado está lleno de distintos tipos de films con capacidad antimicrobiana. Pero no hay nada que evite que el producto se oxide, etapa que luego conduce a su descomposición. Cuanto mayor sea la tasa de respiración en el envase, más rápido se descompone el producto. Por lo tanto es aconsejable disminuir este proceso para mantener la frescura.
Para esto los científicos estudian materiales basados en polipropileno que se utiliza normalmente para la producción de packagings a los cuales se le incorporan elastómeros poliolefínicos para regular la permeabilidad a los gases y adecuarles sus propiedades mecánicas, por ejemplo aumentándole su flexibilidad.
Por su parte, el Departamento de Industrias de la Facultad de Ciencias Naturales de la UBA en conjunto con el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), desarrolló una película comestible elaborado sobre la base de vitamina C (polímeros) logrando que el mismo proteja de la oxidación a los alimentos por más tiempo. Así se logró un envase inteligente dado que tiene una doble función: evitar que el producto se oxide y además hace de barrera al no dejar entrar ni el oxígeno ni otros gases ni el vapor, lo que hermetiza por completo el packing.
Las distintas innovaciones argentinas en su aporte a la industria alimenticia. Todos beneficios que apuntan al cuidado de la salud humana. Todos descubrimientos que necesitan de empresas interesadas en darle el empujón indispensable para ingresar en la cadena comercial y que desde hace mucho demanda el mundo.
La competitividad tecnológica local debe ponerse como meta a la hora de mejorar el posicionamiento como proveedor de alimentos procesados
Fuente: Diario Bae