De la fabricación de bio-diÉsel se produce un subproducto que es la glicerina y que habitualmente es usado en la industria cosmética y farmacéutica, pero las cantidades generadas son demasiado grandes como para abastecer sólo estos rubros, por lo que desde el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) de Argentina se trabajó en encontrarle nuevos usos como así también darle un mayor agregado de valor a la harina de mandioca.
Debido a esto, sobre la base de la glicerina y la harina de mandioca, que es muy rica en almidón, se preparó una formulación que permitió desarrollar un nuevo adhesivo biodegradable y no tóxico, cuyo uso es exclusivo para pegar papel en vidrios.
Las pruebas de ensayo que se hicieron fueron satisfactorias y se encontraron que resiste el test de balde, que consiste en colocar en un balde con agua helada las botellas etiquetadas y luego de una hora la etiqueta no debe salirse ni correrse
Aunado a ello, la etiqueta se remueve fácilmente, colocando simplemente la botella unos minutos en un recipiente con agua natural, lo que simplifica la reutilización de las botellas. Este tipo de pruebas no las pasan aquellos adhesivos que necesitan ser atacados con agentes químicos y mayores tiempos de trabajos manuales, en este caso, simplemente sumergiéndola en agua natural sale con facilidad una vez que se humecta.
Otra virtud que lo diferencia sustancialmente de los adhesivos naturales es que no produce hongos, se le han hecho las pruebas necesarias para confirmar que por ser un producto natural no tiene vencimiento.
Por otro lado, el costo de este adhesivo es significativamente menor que cualquier otro adhesivo de base sintética utilizado para estos fines.
Pequeños productores de biodiesel no saben qué destino darle a la gran cantidad de glicerina que obtienen como subproducto. Por lo que uno de los objetivos de este desarrollo es juntar a los potenciales interesados en fabricar el nuevo adhesivo con esos pequeños productores para que le provean la glicerina y así completar la cadena productiva.