En la industria de alimentos y bebidas de México y Latinoamérica, la percepción del consumidor está redefiniendo las estrategias de mercado. Hoy más que nunca, los profesionales del sector observan una demanda creciente de productos “saludables” e “innovadores” por parte de los consumidores.
Tras la pandemia, el público prioriza su bienestar sin sacrificar conveniencia ni sabor, lo que impulsa tendencias como la alimentación natural, las formulaciones novedosas y el interés por productos que ofrezcan algo nuevo en sus vidas diarias.
La salud como prioridad: ¿qué entiende el consumidor por “saludable”?
El consumo saludable se ha consolidado como una megatendencia en México y Latinoamérica. Según NielsenIQ, 60% de los mexicanos considera fundamental mejorar su salud y bienestar, lo que está impulsando un cambio cultural hacia la prevención y hábitos de consumo más responsables.
De hecho, el 84% de los hogares mexicanos adoptó un estilo de vida más saludable en 2024, incorporando productos nutritivos y rutinas sanas.
¿Pero qué significa exactamente “comer saludable” para estos consumidores?
Los consumidores latinoamericanos asocian lo saludable con lo natural. En México, 63% de los consumidores busca alimentos con ingredientes naturales, un aumento notable respecto a 2020.
Asimismo, para ellos lo más importante en un producto saludable es que tenga ingredientes saludables. Esta preferencia alimenta la tendencia clean label que privilegia los ingredientes de origen natural.
No sorprende entonces que la mayoría de los consumidores busque alternativas “indulgentes” que a la vez beneficien su salud. Porque quieren disfrutar sin culpa, lo que impulsa desde snacks horneados hasta helados sin azúcar.
La definición de “saludable” también abarca alimentos con beneficios añadidos. Los consumidores valoran productos enriquecidos con:
- vitaminas
- minerales
- proteína extra o probióticos de fuentes naturales

Preferencia por alimentos saludables
NielsenIQ agrupa esta tendencia bajo el concepto “less is more”: leches adicionadas con calcio, pero bajas en grasa; alimentos con más fibra, más proteína y menos sodio; e incluso la incorporación de superfoods populares (chía, avena, aguacate) en productos tradicionales.
Otro indicador de cuánto valoran la salud es el presupuesto. Una encuesta de Ingredion encontró que 67% de los mexicanos pagaría entre 5% y 30% más por alimentos y bebidas con ingredientes de origen vegetal, evidenciando que están dispuestos a invertir en opciones más sanas. Igualmente, hogares “healthy” en México destinan casi 28% de su gasto alimentario a productos saludables.
En resumen, los consumidores definen “saludable” principalmente como natural, limpio, transparente y funcional. Ingredientes reales que aporten beneficios, etiquetas claras y calidad garantizada son atributos no negociables. Este énfasis en la salud está reconfigurando el mercado alimentario regional y abre la puerta a la siguiente pieza del rompecabezas: la innovación y novedad.
Innovación y novedad: lo que busca el consumidor latinoamericano
La innovación en alimentos y bebidas representa una palanca clave de crecimiento en México. Lejos de temerle a lo nuevo, muchos consumidores desean novedades que les agreguen valor y están incluso dispuestos a pagar más por ellas.
Un reciente análisis de Kantar Worldpanel destaca que 70% de los consumidores prefiere productos saludables e innovadores sobre aquellos económicos. Pero ¿cómo luce esa innovación desde la perspectiva del comprador promedio? Veamos algunas facetas:
Para el consumidor moderno, un producto innovador es el que facilita su vida cotidiana o cumple objetivos personales. De acuerdo con Kantar, entre las innovaciones de mercado que más desearían los mexicanos están los productos que les ayuden a ahorrar tiempo.
Tras años de ritmo acelerado, volver a la oficina y afrontar múltiples roles ha hecho de la conveniencia un eje de innovación exitoso. Cuatro de los diez lanzamientos más exitosos recientemente se basaron en ofrecer practicidad, ya sea comidas listas para consumir, preparaciones rápidas o envases que simplifican el uso.
Entonces, la noción de novedad está ligada a algo que “antes le tomaba mucho tiempo o esfuerzo, y ahora es fácil y rápido gracias a este producto”. Un claro ejemplo son las soluciones “listas para…” (listo para beber, para cocinar, para llevar), o combinaciones ingeniosas como kits de meal-prep saludables.
Los consumidores valoran estas innovaciones tangibles que mejoran su día a día, al punto de pagar un premium por ellas.

Innovación en función del precio
Innovar no siempre implica alta tecnología; algunas veces significa democratizar la calidad. En un contexto económico desafiante, la mayoría de los consumidores demandan que los fabricantes desarrollen más innovaciones de bajo precio, es decir, productos novedosos pero asequibles).
La falta de opciones accesibles impulsó a muchos compradores a probar marcas propias de supermercados en busca de calidad a menor costo, y muchos planean quedarse con ellas.
Lo cual indica que una innovación valorada por el público puede ser lanzar una versión económica de un producto bueno o presentar un empaque o una porción más pequeño que permita comprarlo con menor desembolso.
La innovación frugal, hacer más con menos costo, es especialmente relevante en Latinoamérica, donde la creatividad para ajustar productos al bolsillo del consumidor es bienvenida.
Un producto será percibido como novedoso si logra mantener la calidad mejorando el valor por dinero, algo que marcas locales y startups han capitalizado para competir con gigantes.
Innovar con fusión de categorías o ingredientes
Muchas innovaciones surgen de fusionar categorías o ingredientes que despiertan curiosidad. Un caso muy en tendencia es la incorporación de superalimentos en productos tradicionales: semillas de chía en bebidas o yogures, cúrcuma en salsas, moringa en snacks, quinoa en panes, etcétera.
Según un reporte de mercado, las empresas señalan que los consumidores están más inclinados a probar productos nuevos cuando se realzan con ingredientes únicos, como semillas de chía o de loto en un batido.
Esta estrategia aprovecha el halo saludable de ciertos superfoods para posicionar novedades. Por ejemplo, una salsa picante con extracto de açaí o chocolate con amaranto puede intrigar al comprador porque combina lo familiar con lo exótico o benéfico.
Para el consumidor, algo es innovador si le ofrece una experiencia nueva al paladar o al uso, ya sea un sabor jamás probado, una textura distinta o un maridaje inusual que funcione. La atracción alimentaria está presente especialmente en consumidores jóvenes y urbanos, abiertos a experimentar combinaciones globales con toque local.

Barreras y aceptación: el dilema de las reformulaciones
Cada vez que una empresa lanza un producto innovador o una reformulación más saludable de un producto conocido, se enfrenta al juicio del consumidor: ¿lo aceptará o lo rechazará?
La aceptación de nuevas propuestas depende de varios factores, entre ellos las preferencias adquiridas, la información disponible y la experiencia sensorial que ofrezca el producto.
De acuerdo con el Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD), un segmento de consumidores presenta lo que investigadores denominan “neofobia alimentaria”, es decir, rechazo o recelo a probar alimentos nuevos, sabores desconocidos o versiones distintas de sus comidas habituales.
Es un instinto natural: preferir lo familiar y seguro por encima de lo nuevo por miedo a posibles disgustos o daños.
Este fenómeno se manifiesta de múltiples maneras: desde rechazar comidas de otras culturas o ingredientes exóticos, hasta desconfiar de versiones más saludables de alimentos populares o alimentos producidos con tecnologías novedosas.
Estudios señalan que quienes tienen mayor conocimiento sobre los alimentos y nutrición tienden a menor neofobia, mientras que la desinformación aumenta el rechazo a lo nuevo.
Este es un punto crítico: muchos rechazos iniciales a innovaciones se debieron más a la falta de información o a prejuicios que al producto en sí.
La neofobia “provoca una ingesta habitual de los mismos tipos de alimentos y representa una barrera para probar nuevos productos alimenticios”, incluso pudiendo reducir la variedad y calidad de la dieta.
Para las marcas, esto implica que introducir un producto innovador conlleva educar al consumidor y vincularlo en lo posible con algo conocido (una estrategia es “vincular el desarrollo de nuevos productos con sabores o presentaciones conocidas para facilitar su aceptación.

Consumidores indulgentes vs. consumidores conscientes
Es importante reconocer que coexisten varios tipos de consumidores. Muchos buscan activamente las reformulaciones saludables y celebran que sus marcas favoritas ofrezcan versiones light, reducidas en calorías o con ingredientes naturales.
Sin embargo, otros priorizan el sabor y están dispuestos a “sacrificar” la salud por el placer ocasional. Tras la introducción de los sellos de advertencia en México, se observó un fenómeno interesante: al inicio hubo un “shock” y un freno en el consumo de productos con sellos, ya que la gente se sorprendió al ver sus snacks o cereales preferidos identificados como altos en azúcar.
En conclusión, la percepción del consumidor en torno a la salud, la innovación y la novedad es dinámica pero clara en su dirección. Saludable equivale a natural, transparente y beneficioso; innovador significa útil, sorprendente pero confiable; y lo nuevo será bienvenido siempre que no comprometa la experiencia y esté respaldado por información veraz.
Los profesionales de la industria de alimentos y bebidas en México y Latinoamérica deben atender estas percepciones:
- desarrollar productos genuinamente nutritivos
- innovaciones centradas en conveniencia y sostenibilidad
- ejecutar estrategias de introducción que reduzcan la neofobia y aumenten la confianza
Aquellas empresas que logren este equilibrio: innovar sin alienar, educar al consumidor y mantener la calidad, serán recompensadas con la lealtad de un mercado hambriento de novedades saludables.
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