En medio de un panorama económico nacional marcado por la incertidumbre, el consumidor mexicano ha demostrado una sorprendente capacidad de adaptación.
Impulsado por una recuperación del empleo, principalmente del femenino, el aumento del salario mínimo, el efecto de programas sociales y la bancarización de sectores históricamente desatendidos.
El gasto en bienes de consumo masivo, principalmente alimentos y bebidas, revela nuevas dinámicas de comportamiento que marcan el ritmo del mercado en 2025.
Contexto macroeconómico: más empleo, más gasto planificado
El año 2024 cerró con récords históricos en términos de empleo y participación laboral femenina. Este último factor transformó profundamente la dinámica de consumo en los hogares: cuando las mujeres se integran al mercado laboral, tienden a priorizar la practicidad, la calidad y el acceso a productos alimenticios y de higiene que les simplifiquen la vida diaria.
En el Webinar Consumer Insights del primer trimestre del 2025, Fabiola de la Portilla, Directora de Estrategia y Negocios de la división Worldpanel by Numerator, destaca que muchas mujeres en México no solo tienen un empleo formal, sino que además complementan sus ingresos a través de actividades informales como ventas por catálogo o microemprendimientos.
Esta recuperación del ingreso se ha reforzado con los programas sociales, que alcanzan a más del 50% de los hogares mexicanos. La función de estos programas no es marginal: permiten completar la despensa, sustituir electrodomésticos, pagar servicios básicos e incluso permitirse ciertos lujos.
Además, el aumento sostenido del salario mínimo desde 2018 ha duplicado el poder adquisitivo en términos de canasta básica, permitiendo que un salario mínimo hoy rinda para adquirir el doble de productos.

Percepción del bienestar financiero y prioridades del hogar
A pesar de los desafíos, la percepción de bienestar económico mejora. En 2025, el 32% de los hogares declaró sentirse cómodos con su situación financiera. El 52% espera una mejora en el futuro próximo.
Sin embargo, este optimismo convive con una fuerte preocupación por el mantenimiento de las fuentes de ingreso, el incremento de precios y el acceso a la salud y bienestar, estos últimos impulsados por un cambio de conciencia tras la pandemia.
En términos de consumo, alimentos y bebidas enfrentan uno de los mayores retos: la inflación. Rubros como las bebidas registran un alza del 12% en precios, mientras que los lácteos y el cuidado del hogar muestran contracciones en volumen, señalando una tendencia de ajuste por parte del consumidor.
Alimentos y bebidas: menos frecuencia, mayor volumen
Una de las principales estrategias del consumidor ante la inflación ha sido reducir la frecuencia de compra, pero aumentar el volumen por visita. Esto se traduce en carritos de compra más grandes y tickets más altos, especialmente en el canal moderno.
Además, el consumidor está optando por productos que le permitan optimizar sus gastos: tamaños más grandes, promociones agresivas y marcas propias.
De hecho, el 54% considera que la calidad de las marcas propias ha mejorado, lo cual ha llevado a una mayor penetración en categorías antes dominadas por marcas tradicionales, incluyendo leche líquida, pan, botanas e incluso jabón de tocador.
El poder emergente del nivel socioeconómico medio bajo
De la Portilla destaca al segmento C–D como uno de los más relevantes para el mercado de consumo masivo. Conforman más del 33% de la población y destinan el 41% de su ingreso a productos de consumo cotidiano, siendo los alimentos y bebidas una parte central.
Este segmento ha cambiado: hoy consume fuera del hogar, invierte en telefonía, salud, mascotas y entretenimiento. Además, ha adoptado herramientas de bancarización que les permiten operar dentro del canal moderno con mayor facilidad.
El 88% cuenta con tarjeta de débito y casi la mitad con tarjeta de crédito. A esto se suma que muchos de estos hogares reciben múltiples apoyos sociales, duplicando su ingreso familiar.
En términos de compra, este grupo busca activamente promociones, hace comparativas entre canales y productos, y tiende a incorporar nuevas categorías, incluso prescindibles como bloqueadores solares o alimentos indulgentes, cuando su economía lo permite.
Canales de compra: reconfiguración estratégica
En cuanto a canales, el canal moderno, supermercados, clubes de precio y bodegas, sigue siendo el principal driver de crecimiento para alimentos y bebidas. Sin embargo, el canal tradicional ha comenzado a recuperar tracción, sobre todo entre los niveles socioeconómicos más bajos.
Las razones son múltiples: cercanía, compra en pequeñas cantidades, rol social y conveniencia. El regreso al canal tradicional se observa sobre todo en productos como arroz, pastas instantáneas o insecticidas, los cuales han migrado nuevamente desde los supermercados hacia las tiendas de barrio.
Por su parte, los clubes de precio muestran un crecimiento sin precedentes, incluso entre los segmentos más bajos, gracias a estrategias como la compra compartida y el acceso a marcas propias.
A pesar de tener precios 31% por encima del promedio, el valor por litro o kilo resulta conveniente en el mediano plazo.
Búsqueda de valor: marcas propias, tamaños grandes y decisiones inteligentes
Ante el alza de precios, el consumidor mexicano ha aprendido a tomar decisiones más inteligentes. Cambios de marca, reducción de productos indulgentes, búsqueda de tamaños convenientes, compra en canales más baratos y adopción de marcas propias son algunas de las estrategias que ya marcan la pauta.
Además, 96.7% de los hogares ya incluyen marcas propias en su consumo. Estos productos ya no se restringen a artículos de limpieza o básicos, sino que se han expandido a alimentos y bebidas de consumo habitual. En el caso de los clubes de precio, las marcas propias representan el 29.4% de las ventas, pero contribuyen con el 41.3% del crecimiento total.

Perspectivas para la industria de alimentos y bebidas
La directiva prevé un crecimiento modesto para el consumo en 2025, con tasas entre 1 y 2%. Aunque no se espera una contracción, la desaceleración será inevitable.
El reto para las empresas de alimentos y bebidas será acompañar esta transición con portafolios adecuados, promociones efectivas, formatos accesibles y una estrategia multicanal.
La omnicanalidad y la flexibilidad serán claves. El consumidor ya no es fiel a un solo canal ni a una sola marca: compara, explora, busca promociones y se adapta. La industria deberá ofrecer opciones alineadas a esta nueva lógica de consumo que privilegia el valor, la accesibilidad y la calidad.
Adaptarse al nuevo consumidor mexicano
Los hábitos de compra del consumidor mexicano en 2025 reflejan una evolución marcada por la resiliencia y la inteligencia financiera. Para la industria de alimentos y bebidas, comprender estas transformaciones es fundamental para diseñar productos, formatos, canales y estrategias que conecten con un consumidor cada vez más informado, exigente y dispuesto a optimizar cada peso gastado.
En este entorno, la clave no será simplemente vender más, sino vender mejor: entender las nuevas prioridades del hogar, diversificar el canal de distribución y elevar la propuesta de valor. Porque en México, incluso en la adversidad, el consumo no se detiene, solo cambia.
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