La seguridad hídrica y la seguridad alimentaria son dos caras de una misma moneda. Sin agua limpia, asequible y disponible de manera estable, no puede garantizarse el derecho a una alimentación adecuada y a una nutrición óptima.
La evidencia global y regional, así como las experiencias documentadas en América Latina, exigen un cambio de enfoque: pasar de estrategias sectoriales aisladas a políticas integradas, basadas en datos de experiencias reales y en la participación de las comunidades.
Para la industria de alimentos y bebidas, asumir la gestión responsable del agua no es solo una obligación ética, sino una inversión en la resiliencia de sus operaciones y en la reputación de sus marcas. El futuro de la seguridad alimentaria depende, en gran medida, de cómo hoy garantizamos la seguridad hídrica.
¿Diferencia entre seguridad alimentaria y seguridad hídrica?
La Organización Mundial de la Salud (OMS)reconoce el derecho humano al agua como “suficiente, continua, segura, aceptable, físicamente accesible y asequible”. Sus dimensiones incluyen disponibilidad de fuentes, acceso y asequibilidad, calidad e idoneidad para usos diversos, y estabilidad frente a fluctuaciones climáticas y demanda competitiva.
La interdependencia de ambas seguridades es ineludible: sin agua segura y estable no puede garantizarse una nutrición adecuada ni prácticas de higiene alimentaria, aumentando el riesgo de enfermedades y desnutrición.
La seguridad alimentaria se define cuando la población, en todo momento, tiene acceso físico, social y económico a alimentos suficientes, seguros y nutritivos que satisfagan sus necesidades dietéticas y preferencias alimenticias para una vida activa y saludable. Sus cuatro dimensiones son:
- disponibilidad
- acceso
- utilización
- estabilidad
Por su parte, la seguridad hídrica alude a la disponibilidad constante y asequible de agua de calidad adecuada para realizar actividades vitales: beber, cocinar, higiene, riego y procesos industriales.

Panorama global y regional
A nivel mundial, la última estimación de UNICEF revela que 703 millones de personas carecen de al menos un servicio básico de agua gestionada de forma segura, y 2 mil 800 millones viven con racionamientos o incertidumbre en su suministro.
Un estudio en Science actualizó esa cifra a 4 mil 400 millones, advirtiendo que más de la mitad de la población en países de bajos y medianos ingresos enfrenta riesgos por contaminación o escasez.
En Latinoamérica, aunque el 92 % de los habitantes de México tiene acceso a agua potable, solo el 14 % cuenta con un servicio gestionado de manera sostenible (con tratamiento y monitoreo continuo).
Según la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), en 2023 la actividad agropecuaria consumió el 32.2 % del agua extraída en la economía nacional, lo que tensiona acuíferos que abastecen tanto a cultivos como a poblaciones urbanas.
El estrés hídrico crece por cambio climático, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) estima que el 25 % de los cultivos del mundo se ubica en zonas con altos niveles de estrés hídrico, elevando la vulnerabilidad de la seguridad alimentaria.
En México y otros países de la región, fenómenos como sequías prolongadas en el norte y variabilidad extrema en el sur demandan estrategias adaptativas urgentes.
El rol de la seguridad hídrica, seguridad alimentaria y ODS
En el webinar La importancia de la seguridad hídrica para la seguridad alimentaria y nutricional,organizado por la Red ILAR, la agroexportación acapara volúmenes crecientes de agua dulce, a menudo desviándola de cuencas que abastecen a comunidades rurales.
De igual modo, la industria de alimentos y bebidas despliega amplios sistemas de extracción que compiten con el uso doméstico y agrícola local.
Además, es parte importante en los Objetivos de Desarrollo Sostenible, como el ODS 6 sobre Agua limpia y saneamiento, vincula directamente al ODS 2 Hambre cero y al ODS 3 Salud y bienestar mediante metas como:
- Asegurar acceso universal y equitativo al agua potable a precio asequible.
- Lograr servicios de saneamiento e higiene adecuados para todos.
- Incrementar el uso eficiente de recursos hídricos en todos los sectores.
- Proteger ecosistemas relacionados con el agua dulce.
El bloqueo de caudales en conflictos internacionales, como el reciente cierre de compuertas del río Indo entre India y Pakistán, muestra cómo el agua puede instrumentalizarse, amenazando la seguridad alimentaria de millones.

Importancia de la seguridad hídrica para la seguridad alimentaria y nutricional
La seguridad hídrica es el pilar esencial para garantizar tanto la seguridad alimentaria como la nutricional. Sin un suministro constante de agua limpia y asequible, los sistemas agrícolas no pueden producir los volúmenes necesarios de cultivos básicos ni sostener la cría de ganado.
De igual forma, las plantas de procesamiento de alimentos y bebidas dependen de agua de calidad para formulación, limpieza y control microbiológico.
Cuando las fuentes hídricas se agotan o contaminan, las comunidades rurales pierden su principal medio de subsistencia, reduciendo la disponibilidad de alimentos y aumentando los costos de producción.
Esto se traduce en menores ingresos para los productores y precios más altos para los consumidores, elevando el riesgo de inseguridad nutricional en los grupos más vulnerables.
Además, la falta de agua segura compromete la preparación higiénica de los alimentos, incrementando la incidencia de enfermedades transmitidas por el agua y reforzando el círculo vicioso de desnutrición y mala salud.
Por el contrario, adoptar estrategias de gestión hídrica, como auditorías de huella de agua, tecnologías de reúso y prácticas de conservación en cuencas, fortalece la resiliencia de las cadenas productivas, reduce costos operativos y mejora el acceso a dietas nutritivas.
Para la industria de alimentos y bebidas, integrar la seguridad hídrica es una inversión estratégica:
- asegura la continuidad operativa
- refuerza la licencia social para operar
- contribuye al cumplimiento de metas de sostenibilidad y salud pública
Midiendo la inseguridad hídrica: de la teoría a la práctica
En el webinar, Hugo Melgar Quiñones, Especialista de la Escuela de Nutrición Humana de Universidad Mc Gill de Canadá, destacó el trabajo del grupo de investigadores, en el cual participa, destaca que, hasta hace unos años, la comunidad de nutricionistas ignoraba el concepto de “inseguridad hídrica”.
Por esa razón, en 2021, un grupo de investigadores desarrollaron la Escala de Experiencias de Inseguridad Hídrica del Hogar (HWISE), validada transculturalmente y alineada con las escalas de inseguridad alimentaria existentes.
La HWISE incluye ítems que capturan experiencias cotidianas:
- Preocupación por la continuidad del suministro.
- Dificultades para lavar ropa, manos o utensilios.
- Limitaciones al cocinar y beber.
- Emociones asociadas por no poder recibir visitas o compartir agua.
Estas mediciones permiten:
- Cuantificar la prevalencia de inseguridad hídrica en hogares y comunidades.
- Identificar poblaciones vulnerables y regiones críticas.
- Monitorear y evaluar intervenciones y políticas públicas.
- Relacionar inseguridad hídrica con desnutrición, enfermedades infecciosas, productividad y bienestar ambiental.

Implicaciones para la industria de alimentos y bebidas
- Políticas integradas: diseñar marcos regulatorios que consideren conjuntamente seguridad alimentaria y hídrica, evitando medidas aisladas que beneficien a la agroindustria a expensas de comunidades vulnerables.
- Gestión comunitaria del agua: fomentar sistemas de gobernanza local que garanticen participación ciudadana en la planificación y monitoreo del agua.
- Indicadores basados en experiencias: incorporar escalas como la HWISE en censos y encuestas nacionales para tomar decisiones basadas en la realidad vivida por los usuarios.
- Transparencia y datos abiertos: democratizar la información sobre disponibilidad y calidad del agua para media, academia y organizaciones civiles.
- Responsabilidad corporativa: la industria de alimentos y bebidas debe adoptar estándares de extracción responsable, auditados por terceros, y compensar a comunidades locales mediante inversiones en infraestructura de agua potable y saneamiento.
Recomendaciones prácticas para el sector
Finalmente, el especialista compartió algunas recomendaciones para mantener la seguridad hídrica en el sector alimentario:
- Auditorías hídricas periódicas en plantas de producción y en cadenas de suministro.
- Tecnologías de eficiencia (recirculación, tratamiento y reúso) para reducir la huella hídrica.
- Alianzas público-privadas para cofinanciar proyectos de infraestructura en zonas críticas.
- Capacitación en manejo de recursos hídricos para equipos de I+D y operaciones.
- Comunicación transparente con consumidores y comunidades sobre políticas de uso del agua y resultados obtenidos.
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