Un estudio muestra que el aumento de las temperaturas hasta por 3 grados, en el almacenamiento de alimentos congelados, podría reducir el tiempo de congelación, lo que se vería reflejado en un 10% de ahorro de energía sin afectar la calidad o seguridad de los productos.
Así lo mostró un estudio realizado por Nomad Foods, quienes son propietarios de marcas de congelados como Birds Eye, Findus e Iglo, quien en colaboración con Campden BRI, probó nueve alimentos congelados diferentes a cuatro temperaturas.
La temperatura de congelación afecta la descongelación
En el estudio se probó como productos como aves, palitos de pescado, filetes de salmón, guisantes, espinacas, albóndigas a base de plantas y pizza, en temperatura que oscilaban entre -18 °C y -9 °C.
Para mostrar las diferencias se midieron ocho aspectos clave de los productos, como la seguridad alimentaria, la textura, la nutrición, el uso de energía y el impacto del empaque.
Los resultados no mostraron cambios significativos en los productos a ninguna de las temperaturas más altas, excepto por algunos cambios menores en el contenido sensorial y de vitamina C para algunos productos vegetales.
En busca de un ahorro de energía
Los investigadores de Nomad Foods explican que investigaban la oportunidad de aumentar las temperaturas del congelador, lo que mostró un potencial en los productos que se almacenan para una ahorro de energía sin necesidad de reformular.
Lo que también estimó que por cada aumento de temperatura de 3°C, hubo una reducción del 10% en el consumo de energía del congelador, explican los especialistas.
¿Cómo eran los estándares antiguos de congelación?
Los orígenes de los estándares amplios de temperatura actuales, se han mantenido prácticamente sin cambios desde que Clarence Birdseye inventó por primera vez el método de congelación rápida en 1924.
Los organismos siguen recomendando que los congeladores se mantengan a -18 °C, lo que en general es considerado como el estándar de la industria, ya que es aproximadamente equivalente a 0° Fahrenheit”.
Sin embargo, nunca se había mostrado el ahorro de energía que puede haber con un pequeño cambio de temperatura en algunos productos.
Un ahorro de energía para el consumo de energía
El resultado indica un potencial de ahorros significativos en costos y energía, en el comercio minorista y para los consumidores, por lo que quieren trabajar con este sector de todo Europa para realizar un estudio paneuropeo a más largo plazo sobre el aumento potencial de las temperaturas del congelador.
Esto significaría un hallazgo para la industria de alimentos para adoptar temperaturas de congelación más altas y ahorrar energía, por lo que ya están compartiendo los resultados del estudio aunque sea un piloto.
En busca de un sector sustentable
Sin duda, una de las ventajas más notables que ven con esto es un ahorro de energía que impulsa la sostenibilidad, en donde la empresa ya trabaja desde el año pasado con un Campania con electricidad renovable.
Este estudio se suma a los esfuerzos continuos de la compañía de reducir su impacto ambiental y promover la sustentabilidad en la industria de alimentos congelados.
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