La industria de alimentos y bebidas enfrenta una cadena de suministro cada vez más compleja y vulnerable. Desde la planta de procesamiento hasta los estantes de supermercados o tiendas especializadas, los productos transitan por múltiples nodos logísticos.
Si bien los actores de la industria diseñan sus operaciones bajo supuestos de eficiencia y control, emergen obstáculos inesperados que alteran la disponibilidad, calidad o inocuidad de los productos.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la pandemia de Covid-19 evidenció estas vulnerabilidades, pero los retos persisten y se transforman en función de nuevas variables geopolíticas, regulatorias, climáticas y tecnológicas.
Principales obstáculos no anticipados en la cadena de suministro
1. Congestión logística y disrupciones portuarias
Las cadenas de suministro dependen críticamente del transporte terrestre, marítimo y aéreo. Retrasos en puertos, huelgas, escasez de contenedores y conflictos geopolíticos han generado cuellos de botella inesperados.
Un estudio del World Economic Forum señala que más del 75% de las empresas de alimentos y bebidas reportaron retrasos significativos en entregas por causas logísticas imprevistas, especialmente en el transporte marítimo y terrestre.
Casos recientes incluyen bloqueos en el Canal de Suez y congestiones en puertos de la Costa Oeste de EE.UU., afectando la disponibilidad de ingredientes importados como aceites vegetales, jarabes o conservadores, así como el envío de productos terminados hacia mercados internacionales.
2. Fluctuaciones climáticas extremas
El cambio climático ha incrementado la frecuencia de fenómenos extremos que interrumpen la producción y distribución de alimentos. Inundaciones, olas de calor, incendios forestales o tormentas severas alteran rutas logísticas, dañan infraestructura y deterioran productos perecederos.
Por ejemplo, la ola de calor en Europa de 2022 provocó fallas en sistemas de refrigeración durante el transporte de cárnicos, lo que derivó en pérdidas millonarias y retiradas del mercado.
Además, eventos climáticos afectan la producción agrícola, generando escasez de materias primas y reconfigurando rutas logísticas por pérdida de origen.
3. La delincuencia y la profesionalización del delito
De acuerdo con un informe de Overhaul, el robo de alimentos y bebidas ya no es un acto aislado ni improvisado. Las redes dedicadas a este tipo de delito han evolucionado en su estructura y métodos, operan con una logística propia que les permite interceptar camiones en movimiento, coordinar ataques en horarios estratégicos y manipular sistemas de rastreo.
El 62.6% de los robos se produce cuando los camiones están en movimiento, lo que evidencia la planificación y la capacidad operativa de los criminales, además, el 81% de los incidentes involucra violencia directa contra los conductores.

El impacto va más allá del robo
El mencionado informe Overhaul, destaca que en el robo a transporte de alimentos y bebidas, cada unidad robada no sólo supone una pérdida económica para las empresas de transporte o para las marcas que mueven su producto, sino que también sobrelleva una serie de problemas.
Detrás de cada caso hay rutas alteradas, entregas que no llegan a tiempo, protocolos de emergencia activados, costos adicionales en seguros y rastreo satelital, además de la presión constante a la que se ven sometidos los operadores.
Por esa razón, las compañías deben redirigir recursos para intentar protegerse, lo que eleva los costes logísticos y, eventualmente, repercute en el consumidor final.
Resalta que el daño no solo afecta al transporte. Cuando los alimentos no llegan a sus destinos, se generan retrasos o desabastecimiento temporal en tiendas, supermercados y mercados locales.
Retos regulatorios emergentes
Inspecciones fronterizas y barreras técnicas
Normativas sanitarias, requisitos aduanales y regulaciones de etiquetado pueden retrasar el ingreso de alimentos a mercados internacionales.
El endurecimiento de controles sanitarios pospandemia, como la verificación documental y análisis físico-químicos más estrictos, ha provocado demoras inesperadas en la liberación de productos.
En el caso de Latinoamérica, las exportaciones de productos procesados hacia la UE o EE.UU. se enfrentan a estrictas auditorías de cumplimiento, generando incertidumbre sobre los tiempos de llegada al anaquel.
Nuevas regulaciones sobre sostenibilidad
Las exigencias sobre trazabilidad, huella de carbono o cumplimiento de esquemas ESG (Environmental, Social and Governance) han generado barreras adicionales.
Algunos minoristas en Europa solicitan documentación adicional sobre el origen sostenible de los ingredientes o condiciones laborales en la cadena productiva, lo que puede detener el tránsito si no se cumplen los estándares.
Deterioro de productos y gestión de la cadena en frío
La cadena de frío es crítica para la inocuidad y calidad de alimentos perecederos. Sin embargo, el monitoreo de temperatura durante el transporte y almacenamiento aún presenta fallas.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que hasta el 20% de las pérdidas de alimentos perecederos en países en desarrollo se deben a la ruptura de la cadena de frío.
Tecnologías como sensores IoT y sistemas de trazabilidad en tiempo real se están adoptando, pero no todas las regiones o empresas cuentan con la infraestructura para su implementación, lo que agrava el riesgo de deterioro durante el trayecto.

Escasez de mano de obra y talento especializado
La falta de operadores logísticos capacitados, especialmente en transporte refrigerado y manejo de productos sensibles, se ha convertido en un obstáculo creciente.
Durante 2022 y 2023, tanto en EE.UU. como en México, se registró una escasez significativa de conductores de camiones y personal para centros de distribución, provocando retrasos y acumulación de productos.
La automatización ha sido considerada una solución parcial, pero requiere inversiones tecnológicas y procesos de capacitación que no pueden implementarse de forma inmediata.
Amenazas cibernéticas y disrupción digital
Con la creciente digitalización de la cadena de suministro, las amenazas cibernéticas se convierten en un obstáculo inesperado.
Ciberataques a plataformas logísticas, como el ocurrido en 2021 a JBS Foods, pueden paralizar sistemas de rastreo, facturación y coordinación logística durante días o semanas.
El Institute of Food Technologists advierte que la ciberseguridad debe integrarse como un elemento estratégico en la gestión de la trazabilidad y la eficiencia operativa para mitigar estos riesgos invisibles.
Los obstáculos imprevistos en el trayecto de los alimentos y bebidas hasta su llegada al anaquel son multifactoriales y requieren un enfoque integral que combine resiliencia, tecnología, capacitación y adaptación normativa. La industria debe anticipar posibles disrupciones mediante:
- Modelos predictivos basados en big data para evaluar riesgos logísticos y climáticos.
- Alianzas estratégicas con operadores logísticos especializados en trazabilidad y cadena de frío.
- Gestión normativa proactiva, especialmente en mercados de exportación.
- Inversión en digitalización y ciberseguridad para asegurar continuidad operativa.
- Planes de contingencia multisectoriales, considerando variables sanitarias, ambientales y sociales.
El fortalecimiento de la cadena alimentaria no solo es esencial para mantener la competitividad de las marcas, sino también para garantizar la seguridad alimentaria y la confianza del consumidor en contextos cada vez más inciertos.
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