En el mundo actual, la creciente demanda de alimentos frescos y de alta calidad ha impulsado el desarrollo de tecnologías innovadoras en la cadena de frío, ya que incluye todos los procesos necesarios para mantener productos perecederos a temperaturas controladas.
Desde su producción hasta el consumidor final, es esencial para garantizar la seguridad alimentaria y reducir el desperdicio de alimentos. Sin embargo, también representa un importante reto ambiental debido a su contribución al cambio climático.
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Cadena de frío, un pilar fundamental en la industria alimentaria
La cadena de frío es un componente crucial para la conservación de alimentos frescos como frutas, verduras, productos lácteos, carnes y pescados. Esta red de almacenamiento, transporte y distribución requiere un control constante de la temperatura para preservar la calidad y seguridad de los productos.
Además, la demanda de los consumidores por alimentos saludables y frescos ha incrementado la complejidad de esta cadena, impulsando a las empresas a invertir en tecnologías más eficientes y sostenibles.
A pesar de sus beneficios, la cadena de frío también tiene un impacto ambiental significativo.
Se estima que cerca del 10% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero (GEI) provienen de las actividades relacionadas con la refrigeración y el transporte de alimentos.
Esto se debe principalmente al uso de energía en sistemas de refrigeración y al empleo de refrigerantes con alto potencial de calentamiento global (PCG).
El cambio climático amenaza a las cosechas de productos agrícolas
Ante la amenaza del cambio climático a las cosechas de productos agrícolas con olas de calor impredecibles y patrones de lluvia erráticos, lo que podría provocar que los alimentos frescos desaparezcan.
Por esa razón, el transporte adecuado de alimentos, propiciado por las innovaciones en la gestión de la cadena de frío, representa una solución que puede mitigar este riesgo.
Los agricultores, transportistas y distribuidores deben resolver cómo preservar la frescura y calidad de los productos agrícolas ante el impacto del cambio climático, evidente en cosechas afectadas por sequías, lluvias torrenciales y olas de calor.
Los alimentos frescos son especialmente vulnerables a estas fluctuaciones climáticas, ya que requieren condiciones específicas para su óptima conservación.
Un estudio realizado por la Universidad Autónoma de Nuevo León advierte que, de no abordarse este problema, las pérdidas agrícolas derivadas del cambio climático podrían incrementar las tasas de hambre y desnutrición en un 20%, para 2050.
Además, se proyecta un aumento del 90% en los precios de los alimentos frescos para 2030, lo que subraya la urgencia de soluciones en la cadena de frío.
El transporte adecuado ayuda a reducir el desperdicio de alimentos
El impacto del cambio climático en los comestibles frescos se agrava al considerar que cada año se desperdician aproximadamente mil 300 millones de toneladas de alimentos, lo que equivale al 30% de la producción mundial, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Ya que el sistema alimentario genera hasta un 37% de las emisiones de gases de efecto invernadero, significa que alrededor del 10% de esas emisiones se deben únicamente a la pérdida y desperdicio de comestibles.
En ese sentido, los expertos señalan que gracias a los sistemas de refrigeración sostenibles y con la capacidad de monitorear los activos en tiempo real, es posible preservar la calidad de los productos frescos hasta que llegan a las manos del consumidor.
Lo que contribuye a combatir el desperdicio de alimentos al mismo tiempo que se reduce el impacto ambiental del transporte.
Innovaciones tecnológicas en la cadena de frío
En los últimos años, la industria alimentaria ha adoptado diversas innovaciones para optimizar la cadena de frío y reducir su huella de carbono. Algunas de las más destacadas incluyen:
- Refrigerantes naturales y de bajo impacto ambiental
La transición hacia refrigerantes naturales como el amoníaco, el dióxido de carbono y los hidrocarburos es una de las principales tendencias en la industria. Estos compuestos tienen un PCG significativamente menor en comparación con los hidrofluorocarbonos (HFCs), que han sido ampliamente utilizados en sistemas de refrigeración tradicionales.
- Energía renovable en centros de refrigeración
La incorporación de energía solar y eólica en instalaciones de refrigeración ha permitido reducir el consumo de energía procedente de fuentes fósiles. Además, sistemas como el almacenamiento de energía térmica (TES, por sus siglas en inglés) contribuyen a optimizar el uso de energía durante picos de demanda.
- Transporte refrigerado de baja emisión
Los vehículos eléctricos y los camiones refrigerados que emplean hidrogeno como fuente de energía están ganando popularidad como alternativas más limpias. Además, las mejoras en el aislamiento térmico de los contenedores reducen la necesidad de refrigeración activa durante el transporte.
- Tecnologías digitales para la gestión de la cadena
El Internet de las Cosas (IoT) y el big data están transformando la forma en que se monitorea y gestiona la cadena de frío. Sensores inteligentes permiten un control preciso de la temperatura y humedad en tiempo real, mientras que los sistemas de análisis predictivo ayudan a prevenir fallos antes de que ocurran, minimizando el desperdicio.
- Embalajes sostenibles y activos
Los materiales de embalaje que prolongan la vida útil de los alimentos, como los recubrimientos comestibles y los envases activos que absorben éteres o etileno, están revolucionando la conservación de productos frescos. Al mismo tiempo, la transición hacia plásticos biodegradables reduce el impacto ambiental de los residuos.
Aunque las innovaciones en la cadena de frío ofrecen numerosas ventajas, también enfrentan ciertos desafíos.
Entre ellos se incluyen los altos costos iniciales de implementación, la necesidad de infraestructura adecuada y la falta de estándares globales para la gestión de refrigerantes.
Sin embargo, estas barreras también presentan oportunidades para la colaboración entre gobiernos, empresas y organizaciones no gubernamentales.
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