La nutrición durante la infancia es uno de los pilares más importantes para la salud y calidad de vida de la población. Siguiendo estos lineamientos, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda la lactancia materna de forma exclusiva durante los primeros seis meses de vida, seguida de la alimentación complementaria.
El carácter de complementario de los alimentos, los hace necesarios para que desde los seis meses de vida y junto a la lactancia materna, mejoren el aporte energético, proteico, cantidad, calidad y biodisponibilidad de nutrientes esenciales para el crecimiento.
De acuerdo con datos del Comité de Nutrición de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP), la nutrición adecuada en el primer año de vida y durante la primera infancia es fundamental para que el niño desarrolle plenamente su potencial humano.
Los especialistas sugieren proveer alimentos complementarios, además de la lactancia después de los seis meses de edad, para mantener así un crecimiento saludable.
A los seis meses de edad, el bebé ya ha adquirido un buen desarrollo de su aparato digestivo, su función renal y el suficiente desarrollo neuromadurativo para la incorporación de nuevos alimentos.
¿Qué incluye la alimentación complementaria?
A partir de esa edad es importante continuar la alimentación con papillas, preparadas con leche y cereal, purés a base de hortalizas (zanahoria, zapallo, papa y batata), puré de frutas (manzana, banana y pera) y lácteos (postres a base de almidón de maíz) a los que es importante sumar el agregado de carnes para optimizar el aporte de hierro y de aceite para incrementar el aporte energético.
La doctora Liliana Trifone, Jefa del Servicio de Nutrición y Diabetes del Hospital de Niños Dr. Ricardo Gutiérrez, comenta que “la incorporación de la alimentación complementaria debe ser paulatina para favorecer la identificación fiel de los distintos sabores y texturas apuntando a generar hábitos alimentarios saludables.
Cabe destacar, la importancia de las frutas en el inicio de la alimentación y, en especial, la importancia del ambiente familiar y el rol del pediatra, claves en el desarrollo de conductas alimentarias saludables y adecuadas en los niños”.