Durante la contingencia sanitaria por coronavirus a nivel mundial, la industria alimentaria confirma su carácter resiliente y su peso estratégico en la economía. Un estudio elaborado por Randstad Research destaca la resiliencia, la productividad y el optimismo del sector ante la crisis en comparación con el resto de actividades económicas.
Las empresas de la industria alimentaria recurrieron a tomar medidas económicas extraordinarias para mantener su producción, lo que supone 24 % por debajo de la media de todos los sectores (49%) y únicamente por detrás del sector primario.
Según el estudio de Randstad, el análisis de los datos de población ocupada de los últimos cinco años muestra la fortaleza de un sector que ha crecido 10% comparando el primer trimestre del año 2015 y del mismo período del presente año.
Para Valentín Bote, el director de Randstad Research, “nos encontramos ante uno de los sectores con mayor resiliencia de la economía y que, gracias a su esencialidad, mantiene e incluso aumenta la producción durante los meses de confinamiento”.
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El directivo señala que la industria alimentaria es un sector estratégico con una alta capilaridad y cuya implantación territorial es clave en la fijación de la población y en el desarrollo local de las zonas rurales.
Entre las medidas adoptadas por las empresas del sector de la alimentación para atajar la urgencia sanitaria, algunas paralizaron de forma temporal su actividad empresarial, mientras que otras enfrentaron un aumento de la actividad.
Valentín Bote advierte que para mantener la robustez del sector alimentario y su carácter vital en el desarrollo de la economía, necesita implementar reformas de digitalización y adaptación a las nuevas tecnologías para mantener la senda del éxito.
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