21 de Febrero de 2025

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Ingredientes y aditivos alimentarios

Valorización de residuos frutícolas y microalgas: innovación sostenible en la industria de alimentos y bebidas en Latinoamérica

Las cáscaras, semillas y microalgas son ingredientes clave para crear productos innovadores
Redacción THE FOOD TECH®

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La industria de alimentos y bebidas, una de las más dinámicas y competitivas a escala global, enfrenta un reto urgente: minimizar el desperdicio y transformar los subproductos en recursos valiosos, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), cada año se generan millones de toneladas de residuos de origen agrícola y alimentario, gran parte de los cuales proviene de la industria frutícola.

Estos desechos, que abarcan cáscaras, pulpas y semillas, suelen terminar en vertederos o utilizados de forma poco eficiente, lo que contribuye al aumento de emisiones de gases de efecto invernadero y a la pérdida de nutrientes potencialmente valiosos.

En paralelo, la creciente demanda de ingredientes sostenibles y nutritivos ha impulsado el interés por las microalgas, organismos microscópicos con un alto contenido proteico y perfil bioactivo.

Espirulina, Chlorella y otras especies de microalgas están ganando terreno en formulaciones de alimentos funcionales gracias a su aporte de proteínas de alta calidad, vitaminas, minerales y compuestos bioactivos.

Tipos de residuos generados en la industria frutícola

La producción frutícola se caracteriza por estacionalidades marcadas, altos volúmenes de procesamiento y una amplia variedad de subproductos.

En el caso de frutas tropicales como mango, piña y papaya, más de la mitad del peso total puede corresponder a cáscaras, semillas o corazón de la fruta, según datos de la FAO y diversos estudios académicos. A continuación, se describen los residuos más comunes:

  • Cáscaras: Generalmente, representan entre un 10% y 30% del peso de la fruta, dependiendo de la especie. Contienen pigmentos naturales, fibra dietética y, en muchos casos, aceites esenciales.
  • Pulpa sobrante: En la fabricación de jugos o purés, parte de la pulpa se desecha tras la extracción. Esta pulpa retiene un contenido significativo de fibra y antioxidantes, además de azúcares residuales.
  • Semillas: Frutas como la guayaba y el maracuyá contienen semillas que suelen descartarse por su dureza o limitaciones en el procesado. Sin embargo, pueden ofrecer aceites con ácidos grasos esenciales y proteínas de alta calidad.
  • Bagazo y otros subproductos: En la industria de bebidas fermentadas (por ejemplo, el bagazo de la cerveza artesanal con sabores frutales) también se generan residuos con valor potencial en la alimentación animal o como bioaditivos en productos alimentarios.

En México, uno de los mayores productores y exportadores de frutas en Latinoamérica, su volumen anual de desechos frutícolas supera millones de toneladas, según datos de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural.

Esta magnitud sugiere un área de oportunidad para emprender proyectos de aprovechamiento integral que reduzcan costos de disposición y generen ingresos adicionales.

Composición nutricional y bioactiva de los residuos frutícolas

Los residuos frutícolas suelen ser ricos en compuestos de alto valor, pero poco aprovechados:

  • Fibra dietética: Elemento clave en la formulación de alimentos funcionales para mejorar la salud digestiva. La fibra insoluble y soluble presente en cáscaras y pulpas puede contribuir a reducir el colesterol, regular la glucemia y mejorar la salud intestinal.
  • Antioxidantes y polifenoles: Muchos residuos, especialmente cáscaras y semillas, contienen fenoles, flavonoides y carotenoides. Estos compuestos han sido relacionados con la prevención de enfermedades crónicas, gracias a sus propiedades antiinflamatorias y de protección celular.
  • Vitaminas y minerales: Varias frutas concentran micronutrientes en la cáscara. Por ejemplo, la cáscara de mango contiene betacarotenos y vitamina C; mientras que la de cítricos es rica en vitamina C y hesperidina.
  • Compuestos bioactivos específicos:
    • Aceites esenciales: muy usados en perfumería y saborizantes.
    • Flavonoides: podrían actuar como agentes cardioprotectores.
    • Tocoferoles: presentes en semillas de ciertas frutas, contribuyen a la estabilidad oxidativa en alimentos procesados.

La industrialización de estos residuos implica extraer y concentrar dichos compuestos para utilizarlos como aditivos naturales (colorantes, saborizantes, antioxidantes) o ingredientes funcionales (fibra, polifenoles), incrementando el valor agregado de los productos finales.

Microalgas: una fuente sostenible para la industria alimentaria

Las microalgas son microorganismos fotosintéticos presentes en diversos hábitats acuáticos. Su cultivo para uso alimentario y nutracéutico ha crecido en los últimos años, en parte gracias a su alto rendimiento por superficie y reducida demanda de recursos hídricos y terrestres en comparación con otros cultivos tradicionales.

Principales especies empleadas

  • Espirulina (Arthrospira platensis): Con un contenido proteico de hasta el 70% en base seca, se considera una de las fuentes naturales con mayor concentración de proteína. Además, aporta ficocianina (pigmento antioxidante), vitaminas del complejo B, hierro y ácidos grasos como el gamma-linolénico.
  • Chlorella vulgaris: Reconocida por su elevado porcentaje de proteínas, clorofila y carotenoides (luteína y betacarotenos). Se utiliza como suplemento dietético y en formulaciones de barras energéticas y bebidas funcionales.
  • Haematococcus pluvialis: Destaca por su alto contenido en astaxantina, un poderoso antioxidante con aplicaciones tanto en la industria alimentaria como cosmética.

Beneficios y retos de su cultivo

BeneficiosRetos
Mayor productividad comparada con cultivos convencionales de proteína (soya, por ejemplo).Costos de producción aún elevados por la tecnología necesaria en la cosecha y secado.
Posibilidad de cultivo en sistemas cerrados (fotobiorreactores) o abiertos (estanques).Desafíos de escalado industrial para garantizar una calidad y una concentración de nutrientes homogéneas.
Aportes nutricionales valiosos para dietas humanas y animales.Falta de cultura de consumo de microalgas, aunque esto está cambiando progresivamente.
Bajo requerimiento de suelo fértil.

En Latinoamérica, países como Chile, Brasil y México han invertido en proyectos de investigación sobre cultivos de microalgas, con miras a fortalecer cadenas de valor en la industria de alimentos, cosmética y bioenergía.

Los microplásticos biodegradables han mostrado con estudios ser una opción sustentable. Foto: Freepik.

Sinergia entre residuos frutícolas y microalgas

La conjunción de residuos frutícolas y microalgas representa una línea emergente de innovación. Existen varias posibilidades para combinar ambos recursos en aplicaciones alimentarias:

  • Fortificación de matrices alimentarias:
    • Incorporar la fibra y los compuestos bioactivos de los residuos frutícolas en mezclas con microalgas para desarrollar alimentos funcionales (por ejemplo, galletas, barras energéticas o bebidas nutritivas).
    • La presencia de polifenoles frutales puede potenciar la actividad antioxidante de las microalgas.
  • Desarrollo de aditivos naturales:
    • Extraer pigmentos de microalgas (ficocianina, clorofila) y compuestos fenólicos de las cáscaras, para emplearlos como colorantes y antioxidantes limpios (clean label).
    • Los aceites esenciales de la cáscara de cítricos podrían sumarse a preparaciones con Spirulina o Chlorella para reforzar sabor y perfil nutricional.
  • Formulaciones proteicas de alto valor:
    • Unir la proteína de microalgas (rica en aminoácidos esenciales) con los carbohidratos estructurales y micronutrientes de los residuos frutícolas, consiguiendo polvos o concentrados para la industria de panificación o confitería.
  • Bioprocesos de fermentación:
    • Se investiga la posibilidad de usar los azúcares residuales de la pulpa de fruta como sustrato para el crecimiento de microalgas. Esto crea una simbiosis: se reutiliza el subproducto frutícola y se produce mayor biomasa de microalga.

La economía circular se ve potenciada por esta sinergia, ya que se minimiza la generación de desechos y se aprovechan los recursos naturales de manera integral.

Además, se pueden reducir costos de producción al emplear residuos frutícolas como sustrato o fuente de nutrientes para el cultivo de microalgas.

Continua leyendo: Más allá del envasado: ¿cómo avanzar hacia un modelo circular y de reciclaje en la cadena de valor alimentaria?

Barreras tecnológicas y regulatorias

Aunque las oportunidades son atractivas, existen barreras que la industria debe afrontar:

  • Tecnologías de extracción:
    • Para obtener compuestos bioactivos de residuos frutícolas (por ejemplo, polifenoles o aceites esenciales) se requieren procesos como extracción con fluidos supercríticos, ultrasonido o microondas, que implican inversiones en equipos y know-how.
    • En el caso de microalgas, la separación y secado pueden encarecer la producción.
  • Estándares de calidad:
    • La variabilidad en la composición de residuos frutícolas según la variedad de la fruta, la estación o el proceso industrial dificulta la estandarización del ingrediente final.
    • En microalgas, la calidad proteica y la concentración de compuestos activos también pueden fluctuar en función de las condiciones de cultivo.
  • Regulaciones:
    • En México, la COFEPRIS evalúa la inocuidad de nuevos ingredientes. Para introducir ingredientes derivados de residuos frutícolas o microalgas, las empresas deben presentar estudios que avalen su seguridad.
    • En Estados Unidos, la FDA sigue un proceso de aprobación para los denominados “GRAS” (Generally Recognized As Safe).
    • En Europa, la EFSA (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria) establece requisitos para alimentos novedosos.
  • Propiedad intelectual:
    • El desarrollo de métodos innovadores para extraer y procesar estos subproductos puede requerir patentes, lo que incrementa los costos y el tiempo para la comercialización.

No obstante, estas barreras también pueden transformarse en oportunidades de diferenciación competitiva para las empresas que logren superarlas mediante alianzas con universidades, centros de investigación y organismos gubernamentales.

Para que esta revolución sea sostenible y escalable, es vital que la industria supere los desafíos tecnológicos, de estandarización y de regulación.

Asimismo, la educación del consumidor sobre las ventajas de estos nuevos ingredientes será fundamental para abrir y consolidar mercados.

En un entorno, el respaldo de datos científicos y regulaciones claras resultará determinante para que los departamentos de innovación y desarrollo de producto adopten estas alternativas.

En México y Latinoamérica, donde la diversidad frutícola y las condiciones geoclimáticas son favorables para la producción de microalgas, la valorización conjunta de ambos recursos se perfila como una estrategia competitiva, con beneficios tangibles para la salud de los consumidores, el medio ambiente y la rentabilidad de las empresas.


Redacción THE FOOD TECH®

Equipo editorial de The Food Tech conformado por periodistas especializados en la industria de alimentos, tecnología, negocios, tendencias, nutrición y packaging.

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