16 de Mayo de 2025

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Ingredientes y aditivos alimentarios

Mejorantes para panificación: ¿qué son y por qué deberías conocerlos?

Prolongan la vida útil manteniendo la frescura y permiten estandarizar la calidad a gran escala
Guillermina García
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Los mejorantes para panificación son mezclas de aditivos añadidas intencionalmente a la masa de pan con el objetivo de optimizar la calidad y consistencia del producto final.

Por lo general, un mejorante combina diversos ingredientes funcionales que actúan en sinergia a lo largo del proceso de elaboración, desde el amasado hasta la cocción, para mejorar las propiedades de la masa y del pan obtenido.

En la industria panadera contemporánea, estos mejorantes se han vuelto ingredientes clave para estandarizar resultados y asegurar que cada lote de pan cumpla con las características deseadas de textura, volumen, aroma y vida útil.

La importancia de los mejorantes en la industria radica en que ayudan a compensar variaciones de las materias primas (por ejemplo, fluctuaciones en la calidad de la harina debidas a condiciones agroclimáticas y a facilitar los procesos en la panificación industrial.

Al usarlos, los panaderos pueden obtener masas más manejables, con mayor tolerancia a las máquinas, fermentaciones más controladas y panes terminados de calidad homogénea incluso en producción a gran escala.

Además, frente a la demanda creciente de productos “sin aditivos artificiales”, la tecnología de alimentos ha desarrollado mejorantes a base de ingredientes naturales o “etiqueta limpia”, ofreciendo alternativas más saludables y transparentes al consumidor sin sacrificar el desempeño técnico.

Los mejorantes de panificación representan una herramienta tecnológica fundamental que permite a la panadería moderna equilibrar eficiencia productiva, calidad sensorial y requisitos de conservación en sus productos.

Tipos de mejorantes

Los mejorantes para pan se pueden clasificar en distintas categorías según su composición predominante y el enfoque funcional de sus ingredientes.

Si bien en la práctica muchas formulaciones comerciales combinan múltiples elementos, es útil diferenciarlos en tres grandes tipos: enzimáticos, químicos y naturales.

Mejorantes enzimáticos

Los mejorantes enzimáticos son aquellos en los que la acción de enzimas específicas es el principal mecanismo para mejorar la masa y el pan.

Suelen formularse con concentrados enzimáticos y carecen de emulsionantes añadidos u otros aditivos “visibles”, lo que los hace atractivos en aplicaciones de etiqueta limpia.

Estas enzimas actúan como biorreactores dentro de la masa: las amilasas degradan el almidón en azúcares simples para nutrir la levadura durante la fermentación, las proteasas rompen parcialmente las proteínas gluteninas para relajar la masa y volverla más extensible.

Y las hemicelulasas (xilanasas) solubilizan componentes fibrosos de la harina aumentando la retención de gas y la elasticidad de la masa.

El resultado global es una masa más fermentable, con mayor volumen y tolerancia, sin necesidad de emulsificantes químicos.

En la práctica, este tipo de mejorante es popular para panaderos que buscan mejorar sus productos minimizando aditivos artificiales, apoyándose en el poder de las enzimas provenientes de fuentes microbianas o vegetales.

Mejorantes químicos

Los mejorantes químicos se caracterizan por contener principalmente aditivos sintéticos o de origen químico bien definidos, tales como emulsificantes, oxidantes y otros compuestos aprobados para panificación.  

Su función principal es mejorar la resistencia y estabilidad de la masa, incrementando el volumen del pan y uniformizando la miga.

Estos mejorantes aprovechan reacciones químicas: por ejemplo, el ácido ascórbico refuerza el gluten formando más puentes disulfuro, y los emulsionantes químicamente estructurados estabilizan las burbujas de aire en la masa.

Si bien son altamente efectivos, algunos panaderos y consumidores los perciben como menos naturales. En entornos industriales, sin embargo, se siguen empleando ampliamente debido a que garantizan consistencia y rendimiento, especialmente cuando se trabaja con altos volúmenes y procesos automatizados.

Cabe mencionar que ciertos compuestos antes usados como mejorantes químicos han sido regulados o prohibidos por motivos de seguridad.

En la actualidad, los formuladores tienden a reemplazar esos mejorantes antiguos por alternativas más seguras o por enzimas que desempeñen funciones equivalentes.

Mejorantes naturales

Los mejorantes naturales representan una tendencia en auge enfocada en emplear ingredientes de origen natural u orgánico para mejorar el pan, en lugar de aditivos químicos puros.

En esta categoría entran productos como:

  • harinas con actividad enzimática
  •  extractos de levadura inactiva ricos en glutatión
  • lecitina de soya
  • polvos vegetales sin olor
  • fibras y gomas naturales
  • cultivos fermentados deshidratados  

Estos mejorantes buscan satisfacer la preferencia del consumidor por “componentes puros y fácilmente reconocibles”, evitando en la etiqueta la mención de aditivos artificiales o números E.

De igual forma, varias empresas han lanzado líneas de mejorantes orgánicos certificados, que garantizan no usar materias primas transgénicas ni sintéticas.

Un caso citado es el de un mejorante orgánico comercial (S500 Green) que logra aportar fuerza y volumen a la masa sin emplear ingredientes modificados genéticamente.

Los mejorantes naturales representan la convergencia entre tecnología panadera y clean label, utilizando el ingenio para obtener mejoras tecnológicas a partir de fuentes consideradas más saludables o sustentable.

Un pan elaborado con mejorantes apropiados suele sobresalir en textura y frescura, manteniendo o incluso potenciando el sabor y aroma deseables. Foto: Freepik

Componentes principales

Independientemente del tipo de mejorante, la mayoría incluyen componentes activos pertenecientes a algunas familias fundamentales. A continuación, se describen los principales componentes presentes en los mejorantes panarios y su función:

Enzimas

Las enzimas son proteínas biológicas que catalizan reacciones específicas en la masa, y se han vuelto ingredientes estrella en muchos mejorantes modernos por su eficacia y por no dejar residuos en el producto final. Entre las enzimas más utilizadas están:

Amilasas (α-amilasas y β-amilasa: Rompen las cadenas de almidón de la harina liberando azúcares fermentables.

Esto acelera y prolonga la fermentación al proveer alimento extra a la levadura, resultando en mayor producción de CO₂ y mejor volumen del pan.

Además, los azúcares adicionales que no alcanza a consumir la levadura contribuyen a una corteza más dorada y aromática mediante reacciones de Maillard durante el horneado.

Ciertas amilasas también actúan sobre el almidón retrogradado después del horneado, retrasando el endurecimiento o staling del pan, por lo que se emplean como agentes anti-envejecimiento de la miga.

Proteasas: Enzimas que hidrolizan las proteínas del gluten (gliadina y glutenina). Su adición controlada disminuye la tenacidad de la masa y aumenta su extensibilidad, facilitando el amasado y formado.

Son muy útiles en masas con gluten muy fuerte o en procesos de fermentación corta, para evitar que el pan “encoja” tras el formado o corte.

Un ejemplo es la papaína (enzima de la papaya) utilizada para relajar masas. Sin embargo, dosis excesivas de proteasa pueden sobre-debilitar la red de gluten, dando masas pegajosas y panes de volumen reducido, por lo que su nivel debe optimizarse cuidadosamente.

Hemicelulasas (xilanasas): Enzimas que degradan hemicelulosas (arabinoxilanos) presentes en la harina, particularmente abundantes en salvados.

Al modificar estos polisacáridos, liberan agua y ablandan la matriz fibrosa, lo que mejora la elasticidad y la retención de gas en la masa.

Las xilanasas son cruciales en mejorantes para panes integrales ya que contrarrestan el efecto negativo del salvado en el volumen. También contribuyen a obtener migas más homogéneas y aumentan la tolerancia de la masa a variaciones en fermentación.

Lipasas: Enzimas que actúan sobre los lípidos presentes en la harina o añadidos. Ciertas lipasas panarias generan monoglicéridos emulsionantes “in situ” a partir de triglicéridos de la harina, imitando así el efecto de añadir emulsificantes tradicionales.

Esto mejora la estabilidad de las burbujas de aire en la masa y la uniformidad de la miga. Estudios comparativos han mostrado que algunas lipasas pueden lograr mejoras comparables o superiores a las de emulsificantes convencionales en volumen y textura del pan.

Las lipasas también pueden interactuar con componentes de gluten, aportando fortaleza a la masa.

Oxidasas: Enzimas como la glucosa oxidasa (producida por Aspergillus niger, por ejemplo) que oxidan sustratos generando peróxido de hidrógeno como subproducto.

El peróxido refuerza el gluten al formar puentes disulfuro adicionales, cumpliendo una función similar a los oxidantes químicos.

Se emplea para complementar o sustituir parcialmente a oxidantes como el ácido ascórbico, especialmente en mejorantes “enzimáticos” sin oxidantes añadidos.

Otra enzima oxidativa utilizada es la laccasa, que puede fortalecer la masa y mejorar la miga en panes libres de gluten al reticular ciertas proteínas o fibras.

Cada enzima tiene condiciones óptimas de actividad (temperatura, pH, contenido de agua) y un momento durante el proceso donde ejerce mayor efecto.

Los formuladores de mejorantes suelen combinar varias enzimas en proporciones precisas para obtener efectos complementarios sin perjudicar la manejabilidad de la masa.

Al ser consideradas coadyuvantes de tecnología, la mayoría de las enzimas no dejan rastro en el pan horneado.

Por lo que no requieren declararse en la etiqueta según muchas normativas, un aspecto beneficioso para mantener etiquetas limpias.

La presencia de mejorantes se refleja en panes con sabor limpio y característico, aroma equilibrado y una textura interior suave que mejora la experiencia de consumo. Foto: Freepik

Emulsionantes

Los emulsionantes o surfactantes son moléculas anfipáticas (poseen una parte hidrofílica y otra lipofílica) que en la masa de pan actúan reduciendo la tensión superficial e interfase entre componentes polares y grasos.

En panificación, desempeñan varios roles cruciales:

Estabilización de las burbujas de aire: Durante el amasado y la fermentación se forman celdas de gas en la masa. Los emulsionantes se orientan en las paredes de estas burbujas reforzándolas, lo que facilita que la masa retenga el CO₂ sin colapsar. Esto se traduce en panes de mayor volumen, con migas de alveolos más finos y uniformes.

Mejora de la textura y suavidad: Al interactuar con las proteínas del gluten y el almidón, los emulsionantes ayudan a que la miga resultante sea más tierna y esponjosa, retardando además su endurecimiento.

Por ejemplo, los monoglicéridos forman complejos helicoidales con la amilosa del almidón, evitando su recristalización (retrogradación) tras el horneado.

Aumento de la vida útil: Relacionado con lo anterior, ciertos emulsionantes (antienvejecimiento) contribuyen a reducir la pérdida de humedad y la movilidad del agua en la miga, retrasando la sensación de pan duro o seco.

Un ejemplo clásico es el estearoil-2-lactilato de sodio (SSL, E481), conocido por su capacidad de mantener la suavidad y frescura en panes de molde a lo largo de días.

Facilitar el procesado mecánico: Los emulsionantes también mejoran las propiedades de la masa durante el amasado y formado, volviéndola más homogénea y menos pegajosa.

Esto es vital en líneas industriales de alta velocidad, pues previene que la masa se adhiera a equipos y asegura formas regulares.

También incrementan la tolerancia de la masa a sobre amasados o fermentaciones prolongadas, estabilizando la red de gluten.

El impacto de los mejorantes es claramente evidente en diversos parámetros físicos cuantificables del pan. Foto: Freepik

Oxidantes y reductores

Los agentes oxidantes y agentes reductores de masa son componentes que modulan las propiedades del gluten mediante reacciones químicas opuestas. Su inclusión en mejorantes busca equilibrar la fuerza y extensibilidad de la masa según convenga.

Oxidantes (mejoradores de gluten)

Son compuestos que oxidan los grupos sulfhidrilo (-SH) de las proteínas del gluten (cisteínas), convirtiéndolos en puentes disulfuro (-S-S-). Esta oxidación “ata” entre sí las cadenas proteicas, fortaleciendo la red glutenosa.

El efecto en la masa es un aumento de la elasticidad y tenacidad: la masa se vuelve más firme, menos pegajosa y algo menos extensible, pero capaz de retener mejor los gases de fermentación sin colapsar.

En panificación, el oxidante más difundido es el ácido ascórbico (vitamina C), identificado en la etiqueta como aditivo E300 o mejorador de harina.

El ácido ascórbico por sí mismo no oxida directamente el gluten, sino que durante el amasado es oxidado a dehidroascórbico, el cual sí actúa sobre las proteínas generando los deseados puentes.

En muchos países, añadir ácido ascórbico a la harina panadera es estándar para garantizar un comportamiento consistente. Su uso conlleva masas más tolerantes al trabajo mecánico y panes con mayor volumen y crecimiento en el horno.

Otros oxidantes empleados incluyen peróxidos (ej. peróxido de calcio E930) y bromatos (bromato de potasio, E924, ahora prohibido en gran parte del mundo).

El bromato de potasio fue largamente utilizado por su potente efecto mejorador, es un oxidante “lento” que actúa durante el horneado, dando una miga muy uniforme, pero estudios toxicológicos evidenciaron su potencial carcinogénico, llevando a su prohibición.

Los oxidantes en el mejorante proporcionan fuerza panadera: masas más fuertes y panes de mayor altura, a costa de una leve reducción de extensibilidad que generalmente se compensa con agentes reductores para lograr el equilibrio ideal.

Reductores (relajantes de masa)

Son compuestos que rompen puentes disulfuro en el gluten o evitan su formación, aumentando la proporción de grupos -SH libres.

Esto tiene el efecto de ablandar y volver más extensible la masa (lo opuesto a los oxidantes). Se emplean reductores en situaciones donde la masa es demasiado elástica o “encogedora”.

Por ejemplo, en recetas con gluten muy fuerte, en masas dulces enriquecidas o cuando se requiere estirar/laminar la masa fácilmente.

Un reductor típico es la L-cisteína (aminoácido), aditivo E920, usado en niveles de 10–100 ppm. La cisteína ataca los enlaces -S-S- del gluten, desenredando la red proteica y permitiendo que la masa se extienda sin retraerse.

Esto puede reducir tiempos de amasado y fermentación requeridos, agilizando la producción. Otro reductor ampliamente usado de forma natural es la levadura inactiva rica en glutatión (glutatión reducido, un tripéptido azufrado).

La levadura desactivada aporta compuestos reductores que debilitan ligeramente el gluten durante el amasado inicial, complementando muy bien la acción del ácido ascórbico posteriormente (es común usar ambos para lograr un efecto sinérgico óptimo).

También se han empleado sustancias como metabisulfito de sodio (en galletas y crackers más que en pan) o azufres en polvo de origen vegetal (extractos de cebolla/ajo) como reductores en ciertos mejorantes especializados.

Es importante calibrar la dosis, pues un exceso de reductor da lugar a masas pegajosas de poca cohesión y panes de volumen insuficiente.

Usados adecuadamente, los reductores facilitan el formado (evitan que la masa “resorte”) y permiten procesar masas de alto gluten o alta absorción de agua con menos esfuerzo.

En procesos industriales de galleta o bases de pizza, son indispensables para obtener la extensibilidad deseada de la masa.

En conjunto, la combinación de oxidantes y reductores en un mejorante permite al técnico panadero afinar la reología de la masa según el producto.

Por ejemplo, un pan de molde esponjoso puede requerir algo de cisteína para lograr mayor extensibilidad en la fase de moldeado, pero también ácido ascórbico para dar fuerza y volumen al final de la fermentación.

Aunque los mejorantes se usan principalmente por sus beneficios tecnológicos, también pueden influir ligeramente en ciertos parámetros químicos del pan. Foto: Freepik

Conservantes

Los conservantes son aditivos añadidos para inhibir el crecimiento microbiano en los productos panificados, prolongando su vida de anaquel.

En panes de larga duración o de venta comercial, es común incluir conservantes en el mejorante para evitar mohos y otras contaminaciones posthorneado.

Los conservadores más utilizados en panificación son los propionatos y los sorbatos:

Propionato de calcio o sodio (E282, E281)

Son sales del ácido propiónico. Actúan principalmente como fungistáticos, previniendo el crecimiento de mohos y también inhibiendo ciertas bacterias esporuladas responsables del ropado del pan (Bacillus mesentericus).

El propionato de calcio es muy efectivo en panes de molde y bollería donde la actividad de agua es suficientemente alta para permitir el desarrollo de mohos si no se controla. Su uso prolonga varios días la vida útil del pan libre de mohos, comparado con un pan sin conservador.

Sorbato de potasio (E202)

Sal del ácido sórbico, eficaz contra mohos y levaduras. Se utiliza más en productos de pastelería, pero también en algunos panes especiales.

En panificación, su dosis típica ronda 0.1-0.2%. Tiene la ventaja de ser relativamente neutro en sabor a las dosis de uso. El sorbato inhibe el moho al interferir con enzimas microbianas.

A diferencia del propionato (que es más panario), el sorbato se ve en tortillas de trigo, pasteles o productos donde además se busque evitar fermentaciones indeseadas de levaduras salvajes.

Ácidos orgánicos

En lugar de sales, a veces se añaden directamente ácidos débiles que acidifican ligeramente la miga y crean un entorno adverso para microbios.

Pueden formar parte del mejorante en forma de polvos acidulantes o fermentos deshidratados. Su presencia, además de conservación, aporta notas de sabor (agrio suave) y ajusta el pH del pan.

En regulaciones latinoamericanas, por ejemplo, se listan ácidos acético, láctico, propiónico y tartárico como aditivos permitidos para prolongar vida útil en panes.

Estos conservantes no afectan significativamente las propiedades de la masa ni la calidad sensorial cuando se dosifican correctamente, más allá de prevenir la aparición de hongos.

Es importante añadirlos una vez la masa ya fermentó, ya que algunos, como el propionato, podrían retardar la fermentación si la concentración local es muy alta.

En la práctica, los fabricantes de mejorantes suelen incluirlos premezclados para que el panadero solo tenga que añadir la dosis total del mejorante sin preocuparse de los conservadores por separado.

Gracias a estos aditivos, panes de molde, hamburguesa, etcétera, pueden mantenerse frescos y libres de moho por 7 a 10 días en anaquel, algo esencial para la distribución comercial.

En definitiva, el mejorante actúa como seguro de calidad, minimizando las variabilidades del proceso y potenciando las características deseables del pan.

Te recomendamos: Tendencias en panificación 2025: personalización, tecnología e ingredientes para una industria en evolución


Guillermina García

Periodista especializada con más de 13 años en medios de comunicación. En los últimos 7 años ha enfocado sus conocimientos y competencias en la industria de alimentos y bebidas, y en el sector de packaging para alimentos.

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