En un escenario marcado por la presión sobre los recursos naturales (agua, suelo fértil, biodiversidad) sumada a una aceleración tecnológica y a una creciente demanda poblacional, impone el reto de producir más, mejor y con menor impacto ambiental.
Por ello, hablar del futuro de la alimentación en América Latina implica una urgencia estratégica donde la ciencia, la tecnología, la innovación en ingredientes, el rediseño de procesos y el involucramiento de todos los eslabones de la cadena productiva son claves para lograrlo.
Durante el evento "El futuro del alimento y el alimento del futuro", organizado por Cargill en São Paulo, Brasil, se puso sobre la mesa una conversación crítica: cómo redefinir la producción y el consumo de alimentos a partir de tres pilares fundamentales: el campo, la operación productiva y el consumidor para construir un sistema más resiliente, nutritivo y sostenible.
1. El campo: punto de partida de toda transformación alimentaria
En territorios como Brasil, donde el cacao representa una fortaleza agrícola importante, el enfoque debe estar en mejorar técnicas de cultivo, aplicar ciencia al desarrollo agronómico y garantizar asistencia técnica para pequeños productores, que muchas veces son el eslabón más vulnerable de la cadena.
Por lo tanto, se vuelve esencial impulsar sistemas agrícolas que consideren:
- La optimización del uso de suelo y agua
- Prácticas regenerativas que preserven la biodiversidad
- La capacitación en tecnologías climáticamente inteligentes
En este sentido, el cacao no solo tiene valor como ingrediente —del cual se obtienen mantequilla, polvo y licor de cacao—, sino como cultivo símbolo de cómo la ciencia, la tradición y la innovación pueden convivir.

2. Operación productiva con eficiencia, sostenibilidad y tecnología
Una vez que la materia prima llega a las instalaciones industriales, se enfrenta otro desafío: transformarla con eficiencia, reduciendo el impacto ambiental y maximizando su valor nutricional.
Este eje implica trabajar sobre:
- Reducción del consumo de agua y energía
- Disminución de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI)
- Desarrollo de ingredientes más saludables, como respuesta a regulaciones y al etiquetado frontal
- Reformulaciones que apunten a reducir grasas trans, sodio y azúcares, sin comprometer sabor ni textura
Además, se avanza en tecnología de reciclaje y diseño de envases sostenibles, clave para cerrar el ciclo ambiental de los productos. Esto incluye envases biodegradables, reciclables y con menor huella de carbono, sin sacrificar la vida útil ni la seguridad alimentaria.
3. Un consumidor con nuevas exigencias
El nuevo consumidor es informado, exigente y busca alimentos que no solo nutran, sino que cuenten una historia con alto valor agregado. Por eso, uno de los ejes más estratégicos está en conectar la producción con estas nuevas demandas.
En este sentido, las tendencias actuales se articulan en torno a:
- Etiquetas limpias y alimentos más naturales
- Desarrollo de productos enriquecidos con vitaminas, minerales y otros nutrientes
- Mayor auge de proteínas vegetales
- Sabor y salubilidad como criterios esenciales
- Creación de momentos de consumo
- Exigencias éticas: responsabilidad social, transparencia, trazabilidad y cuidado ambiental
La industria debe moverse hacia productos que no solo alimenten, sino que aporten al bienestar físico, social y ambiental. Esto implica una nueva narrativa alimentaria, donde cada alimento es un vehículo de propósito y de innovación científica.





4. Ciencia aplicada al propósito alimentario
Más allá de los ingredientes, procesos o etiquetas, el futuro del alimento se construye desde una mirada sistémica. Es transformar no solo cómo se producen los alimentos, sino qué significan y cuál es el impacto para los consumidores y para el planeta.
En este contexto, el papel de los centros de innovación, como el de Cargill en Campinas, es conectar ciencia, datos y colaboración para encontrar soluciones que puedan escalarse en Latinoamérica. Estas plataformas de investigación trabajan transversalmente en:
- Nuevos ingredientes sostenibles y funcionales
- Reformulación responsable con evidencia científica
- Tecnologías emergentes para producir más con menos
- La mejora de los envases para promover la sostenibilidad y mejorar la eficiencia de los materiales como los plásticos reciclables y biodegradables
- Alternativas vegetales
- Alianzas con universidades, startups y centros globales
Así, la alimentación del futuro será integral, ética y colaborativa, además exigirá una mayor convergencia entre ciencia y actores de la cadena que den como resultado soluciones prácticas para el mercado.
Y es que no sólo se trata solo de producir alimentos, sino de darles significado. De aportar valor nutricional, ambiental y social. Este futuro demanda de mucha acción desde todos los frentes: campo, ciencia, industria y consumidor.
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