La ciencia ha demostrado que los edulcorantes bajos y sin calorías (LNCS) pueden tener efectos positivos sobre el control del peso, así como en conductas alimentarias con mejores resultados para la salud.
Esto es especialmente relevante sobre todo en América Latina, cuya tasa de sobrepeso y obesidad afecta el 62.5% de la población, según lo indica la Organización Panamericana de la Salud.
En la región también es necesario atacar la prevalencia de enfermedades crónicas no transmisibles como la diabetes, cuya presencia no disminuye entre la población.
Más infografías en StatistaPor ambas razones, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha declarado que la ingesta de azúcar debe reducirse a menos del 10% de la ingesta calórica diaria total; sin embargo, en muchos países de América Latina, el consumo de azúcar supera esta cifra, por lo que la sustitución de azúcar por edulcorantes bajos en calorías representa una alternativa con beneficios a la salud.
Al respecto, la propia OMS considera que esta sustitución podría implicar la disminución de hasta 38 g de azúcar y 135 calorías diarias.
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¿Qué son los edulcorantes bajos en calorías o sin calorías?
Los especialistas los definen como “ingredientes alimentarios con sabor dulce y sin, o prácticamente sin, calorías, que se utilizan en alimentos y bebidas, así como en edulcorantes de mesa en vez de azúcar para aportar el sabor dulce deseado con menos calorías o sin calorías”.
La International Sweetners Association (ISA) afirma que al tratarse de ingredientes “que son cientos de veces más dulces que el azúcar de mesa, solo se necesitan cantidades muy pequeñas para conferir el nivel deseado de dulzor a alimentos y bebidas, contribuyendo con muy pocas calorías, o sin calorías en absoluto, al producto final. Además, no aportan, o prácticamente no aportan, calorías a alimentos y bebidas, de modo que pueden ser una herramienta útil para la reducción de la ingesta calórica total de las personas”.
Estos ingredientes se han usado con seguridad en todo el mundo desde hace más de un siglo. La sacarina se descubrió en 1879 y fue el primer edulcorante bajo en calorías/sin calorías utilizado comúnmente.
Todos ellos están sujetos a investigaciones exhaustivas realizadas por autoridades europeas e internacionales que han aprobado su seguridad:
- La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (“Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria” – EFSA)
- El Comité Mixto FAO/OMS de Expertos en Aditivos Alimentarios de la FAO y la OMS (“Food and Agriculture Organisation”/ “World Health Organisation”) (JECFA).
A la fecha, la Unión Europea ha aprobado estos 11 edulcorantes bajos en calorías/sin calorías para uso en alimentos y bebidas:
- acesulfamo-K (E950)
- aspartamo (E951)
- ciclamato (E952)
- sacarina (E954)
- sucralosa (E955)
- taumatina (E957)
- neohesperidina DC (E959)
- glucósidos de esteviol (E960)
- neotame (E961)
- sales de aspartamo-acesulfamo (E962)
- advantamo (E969)
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¿Es segura la ingesta de edulcorantes bajos y sin calorías?
Tomando en cuenta lo anterior, científicos de la región se reunieron durante un simposio organizado por la ISA durante la Conferencia de la Fundación Iberoamericana de Nutrición (FINUT) 2024 en Medellín, Colombia, en el mes de octubre.
Considerando los desafíos de salud pública, la Dra. Susana Socolovsky, Presidenta de la Asociación Argentina de Tecnólogos de Alimentos, expresó que el creciente interés de los consumidores en productos edulcorados bajos en calorías/sin calorías ha generado preocupaciones sobre la posibilidad de exceder la Ingesta Diaria Aceptable (IDA) para cada edulcorante como la cantidad que se puede consumir de manera segura a diario durante toda la vida de una persona sin generar problemas de salud.
La especialista aclaró que en los últimos 15 años ningún estudio en países iberoamericanos ha encontrado niveles de consumo de LNCS superiores a la IDA, incluso entre niños y mujeres embarazadas, lo que refuerza que no existe preocupación por la inocuidad del consumo de estos productos.
Tomando a Chile como ejemplo, donde los esfuerzos de reformulación condujeron a una mayor disponibilidad de productos con bajo nivel de azúcar ante los requisitos de etiquetado para alimentos y bebidas con alto contenido de energía, azúcar, grasa y sal, existen estudios recientes que confirman que los niveles de ingesta de bajo control de calorías bajo control siguen estando muy por debajo de la IDA.
En el mismo foro, el Dr. Brian Cavagnari, de la Pontificia Universidad Católica Argentina, presentó estudios sobre los efectos en la salud de los azúcares, demostrando que reemplazar los productos endulzados con azúcar por aquellos endulzados con LNCS resultó en reducciones modestas pero significativas en el peso corporal debido a una disminución en la ingesta total de energía que oscila entre 135 y 225 calorías por día.
Estos hallazgos provienen de revisiones sistemáticas de ensayos clínicos controlados aleatorios, proporcionan el nivel más alto de evidencia sobre la posible relación causa y efecto entre el consumo de LNCS y el peso corporal.
Los estudios clínicos también muestran que el consumo de LNCS no tiene efectos adversos sobre otros indicadores de salud, como los niveles de azúcar e insulina en sangre en ayunas, la presión arterial o los niveles de lípidos en sangre.
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¿Qué ocurre con el sabor en las formulaciones que incluyen LNCS en A&B?
Ya que en muchos países de América Latina la población supera las recomendaciones de ingesta de azúcar, el uso de LNCS puede contribuir a reducir el consumo de azúcares y la ingesta calórica como parte de una dieta equilibrada, sin que haya que sacrificar el sabor dulce.
Sobre esto, la profesora Adriana Gámbaro de la Universidad de la República en Uruguay habló expuso la preferencia humana innata por el sabor dulce y presentó nuevos estudios que exploran si la exposición a sabores dulces aumenta el deseo de alimentos con dicho sabor.
La evidencia con la que se cuenta actualmente no apoya la hipótesis de que la exposición al dulzor, tanto por consumo de azúcar como de alcohol, aumente la preferencia por productos de sabor dulce.
De hecho, la investigación clínica sugiere lo contrario: la exposición al sabor dulce podría incluso reducir el antojo de dulces, al menos a corto plazo, así lo respalda la ISA.