Ante el brote de Covid-19, líderes y propietarios de negocios trabajan en continuar con el negocio y en tomar decisiones a corto plazo para seguir con sus operaciones; sin embargo, estas medidas podrían tener consecuencias de largo alcance que aún no se tienen claras.
Para continuar con el negocio a flote, la Alta dirección está centrada en tomar medidas de resiliencia, asegurándose de anticipar y gestionar riegos para colaboradores y clientes, principalmente analizando las limitaciones que podrían afectar la producción y prestación de servicios a futuro.
Esto ante las diversas interrupciones que se presentan en las cadenas globales de suministro, el mercado financiero y las actividades diarias.
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La coyuntura sanitaria actual a escala global ha provocado el cierre de instalaciones de manufactura en China; mayores restricciones de viaje; un incremento de requisitos por parte de autoridades públicas de salud; retrasos ocasionados por revisiones adicionales en las fronteras; congestiones en puertos y aeropuertos por rutas marinas de Asia a Europa canceladas; una capacidad de salida reducida de China, la cual ocasiona aumento de precios, así como reducciones laborales que impactan la productividad y el transporte vía marítima, terrestre y aérea.
Ante un contexto de relevantes contingencias, resulta de suma importancia que las organizaciones identifiquen las áreas de impacto en la empresa que podrían verse más afectadas, y a partir de ello configurar un plan de continuidad del negocio efectivo que ayude a mantener funcionando con normalidad tres áreas:
1) Cadena de suministro
2) Operación del negocio
3) Factores financieros y externos
Plan de continuidad del negocio
En una primera etapa para hacer frente a los diferentes escenarios que tienen delante las compañías consiste en contar con un plan de continuidad del negocio, que permita comprender los riesgos principales en las operaciones y la cadena de suministro. Partiendo de este conocimiento, será posible destinar los equipos suficientes para atender la crisis, y luego enfocarse en el diagnóstico de la cadena de abastecimiento y la gestión de riesgos.
Para la segunda etapa, es esencial determinar si los directivos y su gobierno corporativo podrían tomar las decisiones clave con la rapidez necesaria, planeando escenarios financieros y de negocio que abarquen desde una pronta recuperación ante esta coyuntura, hasta un freno en el crecimiento o una posible recesión global.
A corto plazo, deben planearse acciones de mitigación de riesgos en operaciones y cadena de suministro, evaluando impactos en transportación terrestre, marítima y aérea. En este sentido, las organizaciones deben asegurarse de tener comunicación con sus clientes y grupos de interés principales, revisar y evaluar el impacto que tendrá la planeación y gestión del talento, y revisar impactos que podrían ir surgiendo en función del sector donde se opera.
Y en la tercera etapa será necesario dar continuidad a la construcción de una cadena global de suministro ágil y con visibilidad plena de todos sus eslabones, así como comprender y realizar una automatización digital y de procesos para mitigar las consecuencias de las posibles interrupciones que, como hemos visto, pueden afectar a las empresas debido a factores externos, desarrollando e implementando prácticas potenciadas de gestión de riesgos.
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En conclusión, las acciones más relevantes que un plan de continuidad del negocio debe tener en cuenta durante esta contingencia son el modelado de escenarios y planeación; la gestión de riesgos operativos y en la cadena de suministro; las evaluaciones de riesgos financieros, así como aumentar la resiliencia del negocio, y emprender una transformación digital que incluya la optimización de los procesos de abastecimiento.
(*)Autor: Socio Líder de Asesoría en Tecnología y Transformación de KPMG en México