La industria alimentaria busca lograr la neutralidad de carbono

La neutralidad de carbono implica alcanzar un resultado neto de cero emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), esto es, emitir a la atmósfera la misma cantidad de gases que se absorbe por otras vías. La absorción de los GEI se logra a través de sumideros de carbono.

Conseguir la neutralidad de carbono es uno de los retos más interesantes de este siglo, puesto que para ello es importante repensar los negocios y actividades para que sean más eficientes y rentables, a la vez que impactan menos en el entorno en el que operan.

La producción de alimentos supone más de un 20% del total de estas emisiones a nivel mundial siendo la agricultura y la ganadería una parte fundamental en este porcentaje. Muchos países ya cambiaron sus modelos de negocio y trabajan para estar cerca de llegar a conseguir la neutralidad de carbono.

De acuerdo con Statista, el sector agroalimentario avanza lentamente en la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y no alcanzará los valores objetivo impuestos por la UE. Todos los datos indican que se logrará una reducción del 29%, pero aún está lejos del 38% que se estableció en los Acuerdos de París de la ONU de 2015 para 2030.

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Cómo reducir emisiones en la producción de alimentos

De acuerdo con el grupo de agricultores y cooperativas agrarias, Copa-Cogeca, uno de los problemas más importantes que se mencionan es la definición que se le da a la agricultura de carbono. Las propuestas de la Comisión Europea únicamente consideran una fracción muy limitada de las prácticas agrícolas en términos de reducción de emisiones.

Solo las remociones netas de gases de efecto invernadero resultan elegibles para la certificación. Mientras que las prácticas de mitigación que los agricultores y las cooperativas podrían implementar no están incluidas en el texto.

Algunas prácticas como la adición de aditivos para piensos, el desarrollo de edificios de bajas emisiones o el uso de fertilizantes de precisión, impactan de forma real en la limitación de las emisiones.

Es difícil entender por qué estas prácticas, que tienen un costo real para los agricultores, no pueden ser consideradas en el alcance final de la certificación. Además, el sistema de acreditación previsto es extremadamente gravoso en términos administrativos.

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Aportes de la industria hacia la neutralidad de carbono

Datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el té es la bebida más consumida en el mundo, después del agua.

La producción y elaboración del té constituye una importante fuente de medios de subsistencia para millones de familias de los países en desarrollo. El logro de un té bajo en carbono, o con neutralidad de carbono, sería un gran triunfo para ellas y para el medio ambiente.

En China, el té no es solo un producto agrícola, también tiene un significado en la cultura nacional”, por lo que es un producto ideal con el que “intentar promover la idea de que las personas pueden aportar su propia contribución individual a la contención del cambio climático” mediante sus opciones de consumo, según los especialistas de la Academia China de Ciencias Agrícolas (CAAS).

En ese sentido, FAO y la CAAS emprendieron un proyecto piloto iniciado en 2017. La colaboración se centró en tres zonas distintas de cultivo de té del país, con miras a delinear directrices para producir té bajo en carbono o neutro en carbono.

La labor realizada ha contribuido a sentar algunas de las bases del proceso de certificación que se está delineando en China, el mayor país productor y consumidor de té, con una cuota del 47 % de la producción mundial.

Claves para reducir la huella de carbono en industria alimentaria

Diversos organismos y centros de investigación analizan cuáles son las acciones que podrían derivar en un mayor impacto en la descarbonización de la industria alimentaria, y sus conclusiones son:

Uso de materias primas sostenibles: La selección de productores con baja huella como productores ecológicos, de producción integrada, o con certificaciones especificas o sistemas de medición de su huella de carbono.

Diseño de productos alimentarios con baja huella ambiental: Reduciendo procesos productivos o realizándolos con energías limpias, cambiando recetas con productos más sostenibles.

Seleccionar proveedores y clientes locales: Reduciendo así las emisiones relacionadas con transporte y almacenamiento.

Ampliar la producción de alimentos de origen vegetal: Manteniendo propiedades similares a los de origen animal.

Utilizar un packaging alimentario sostenible: Utilizar envases de origen vegetal, ecológicos o reducir al máximo el número y cantidad de materia prima, emplear envases reciclados y reciclables.

Reciclar en los procesos internos de la industria. Disminuir desechos, reciclar todos los materiales plásticos, agua, etcétera.

Impulsar la eficiencia energética. Optimizar el uso de la energía, introducir fuentes energéticas limpias, como renovables, reutilizar los residuos que puedan ser fuente de energía.

Sistemas refrigerantes sostenibles: Cambiar los gases refrigerantes más contaminantes empleados en la industria, por otros de menor impacto.

Logística y transporte más eficiente:  Emplear sistemas de almacenamiento más eficientes y transportes más sostenibles, como electrificación de las flotas.

Reducir el desperdicio alimentario: Mejorar los procesos para evitar mermas, gestionar almacenes para evitar pérdidas de materias primas, controlar fechas de caducidad, por mencionar algunas.

Compensar la huella de carbono: Las empresas del sector pueden colaborar con iniciativas ambientales que compensen las emisiones de CO2.

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