Del Monte Foods, empresa productora de frutas y verduras enlatadas, se declaró en bancarrota este 1ro. de julio. Con sede en Walnut Creek, California, la compañía opera seis plantas de producción en Estados Unidos y dos en México. Actualmente, busca un comprador con planes de vender todos sus activos.
La empresa comenzó sus operaciones en 1886 antes de construir una planta conservera en San Francisco en 1907. Tan solo dos años después, en 1909, se había convertido en la mayor empresa de frutas y verduras enlatadas del mundo.
Su portafolio incluye como marcas principales:
- Del Monte
- Contadina
- S&W
- College Inn
- Kitchen Basics
- Joyba
- Take Root
- Quick ’n Easy
- Fit ’n Right
Más allá de la reorganización financiera, la quiebra plantea preguntas profundas sobre la evolución de la industria, la innovación tecnológica, la respuesta al consumidor moderno y la diversificación de productos.
¿Qué impacto habrá en la variedad de productos disponibles?
Durante más de un siglo, Del Monte representó un suministro constante de alimentos básicos enlatados: frutas, verduras, salsas, caldos y purés. Su salida parcial o total del mercado podría alterar el equilibrio en varios canales.
La reorganización puede provocar interrupciones temporales, tanto en retail como en Foodservice, en el suministro de productos de alta rotación como:
- duraznos
- piña
- elote
- chícharos enlatados
Ello podría afectar principalmente a compradores institucionales que dependen de estos insumos estandarizados y de bajo costo.
Al mismo tiempo, la posible desaparición de algunas categorías de Del Monte representaría oportunidades para marcas emergentes con productos listos para comer, clean label y empaques sustentables, especialmente en frutas procesadas y conservas vegetales, donde los consumidores buscan nuevas texturas, sabores y conveniencia.

Ingeniería en alimentos: ¿un legado estancado?
Del Monte operaba bajo modelos tradicionales de procesamiento térmico (pasteurización, retorta), usando empaques metálicos o plásticos convencionales y procesos batch poco flexibles.
Mientras competidores incorporan diseño higiénico, sensores inteligentes, y tecnología de trazabilidad desde planta, Del Monte conservó un modelo con limitada eficiencia energética, alta huella hídrica y riesgos de inocuidad derivados de largas cadenas logísticas.
Por ello, su caída alerta a la industria sobre la urgencia de renovar infraestructura y capacitar talento técnico. El procesamiento térmico sigue siendo relevante, pero debe complementarse con alternativas que preserven calidad sensorial, nutrientes funcionales y extiendan vida útil sin aditivos.
¿La compañía se adaptó a las demandas del mercado?
La bancarrota revela que la inercia y el tamaño empresarial no sustituyen la innovación. Las empresas deben anticipar cambios en patrones de consumo, adaptarse a las regulaciones nutricionales y ambientales, e invertir en ingeniería de procesos y desarrollo de productos con visión a largo plazo.
La empresa de frutas y verduras enlatadas no logró adaptarse al nuevo consumidor post-pandemia que destaca por su constante preocupación por el etiquetado, la sustentabilidad y la salud metabólica.
Por esa razón, apuestas tardías como el bubble tea Joyba o líneas como Fit ’n Right no lograron escalar ni consolidarse en retail.
Además, persistió en líneas sin diferenciación, como fruta enlatada con almíbar, en un contexto de alerta nutricional y políticas de etiquetado frontal.
Por último, la caída de Del Monte Foods debe leerse como una advertencia estratégica. La industria alimentaria no está exenta de disrupciones cuando se desconecta de las expectativas del consumidor, ignora la evolución tecnológica o subestima los retos de sostenibilidad y salud pública.
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