La industria alimentaria global enfrenta retos inéditos provocados por el cambio climático. A medida que eventos extremos como sequías, inundaciones y alteraciones drásticas de temperatura se vuelven más frecuentes, se vuelve indispensable adoptar estrategias que permitan fortalecer la resiliencia alimentaria.
En este contexto, y en conmemoración del Día Internacional de la Biodiversidad, la conservación y promoción de la biodiversidad surge como una herramienta crítica para afrontar estos desafíos, particularmente para empresas y productores agroalimentarios en América Latina.
¿Por qué la biodiversidad es clave en la resiliencia alimentaria?
La biodiversidad es la variedad genética, de especies y de ecosistemas que contribuye directamente a la estabilidad de los sistemas agrícolas.
Según la FAO, más del 90% de la diversidad de cultivos se ha perdido durante el último siglo, lo cual incrementa la vulnerabilidad de los sistemas alimentarios actuales ante fenómenos climáticos extremos.
- La conservación de una alta diversidad genética permite contar con especies adaptadas a diversas condiciones ambientales.
Por ejemplo, variedades tradicionales y autóctonas suelen mostrar mayor resistencia a sequías, plagas y enfermedades, garantizando rendimientos más estables y predecibles en escenarios climáticos cambiantes.
Impacto del cambio climático en la producción alimentaria latinoamericana
De acuerdo con el último reporte del IPCC (Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático), América Latina es una región especialmente vulnerable al cambio climático debido a su dependencia económica en actividades agrícolas. Los efectos incluyen:

- Reducción significativa de rendimientos agrícolas (maíz, café, soya).
- Incremento de plagas y enfermedades agrícolas.
- Mayor presión sobre recursos hídricos y suelos, afectando su calidad y disponibilidad.
Esta situación obliga a los productores y empresas del sector a adoptar medidas urgentes y efectivas, utilizando la biodiversidad como base estratégica para asegurar la continuidad operativa y la sostenibilidad económica.
Estrategias basadas en biodiversidad para mejorar la resiliencia alimentaria
1. Agricultura regenerativa y manejo sostenible del suelo
La agricultura regenerativa consiste en la aplicación de prácticas orientadas a restaurar y mantener la biodiversidad del suelo. Incluye rotación de cultivos, cultivos de cobertura, labranza reducida y reducción de agroquímicos.
Estas técnicas permiten incrementar la materia orgánica, mejorando la fertilidad y retención de agua, aspectos cruciales para enfrentar sequías.
2. Protección y promoción de cultivos autóctonos
Los cultivos locales, adaptados naturalmente a condiciones climáticas específicas, representan un banco genético invaluable.
La promoción de variedades tradicionales permite mantener productividad incluso bajo condiciones climáticas adversas.
3. Sistemas agroforestales: integración productiva y biodiversidad
Los sistemas agroforestales, que combinan cultivos agrícolas con árboles y arbustos, aumentan la biodiversidad agrícola y generan beneficios directos como mayor retención hídrica, protección contra eventos climáticos extremos y diversificación de ingresos para agricultores.
Casos de éxito en América Latina
- Caso Colombia: Biodiversidad en producción cafetera
La Federación Nacional de Cafeteros de Colombia implementa desde hace más de una década el programa “Café Sostenible”, el cual incorpora prácticas agroforestales y conservación de la biodiversidad.
Esto permitió reducir pérdidas económicas derivadas de fenómenos climáticos extremos hasta en un 40%, mejorando la calidad del café producido y garantizando estabilidad económica para más de medio millón de familias productoras.
- Caso México: Biodiversidad genética en producción de maíz
En México, el programa MasAgro impulsado por CIMMYT y el gobierno federal, revitaliza y utiliza variedades autóctonas de maíz.
Estas variedades han demostrado hasta un 30% mayor resistencia ante sequías extremas comparadas con híbridos comerciales, fortaleciendo la seguridad alimentaria y mejorando ingresos de pequeños agricultores.
Retos y oportunidades en la implementación
Aunque las ventajas son claras, la implementación masiva de estrategias basadas en biodiversidad enfrenta diversos retos:
- Resistencia al cambio por parte de productores acostumbrados a métodos intensivos tradicionales.
- Falta de financiamiento inicial para transición hacia prácticas más sostenibles.
- Necesidad de políticas públicas que faciliten y estimulen la conservación activa de biodiversidad agrícola.
No obstante, estos desafíos también representan oportunidades para innovar y desarrollar nuevos modelos de negocio basados en sostenibilidad y responsabilidad ambiental.


Regulaciones e incentivos en favor de la biodiversidad
La implementación exitosa de estrategias de biodiversidad requiere apoyo regulatorio. Costa Rica destaca en la región por sus programas pioneros de incentivos financieros para productores que adopten prácticas agrícolas sostenibles y biodiversas, mejorando simultáneamente productividad, rentabilidad y resiliencia climática.
Perspectivas futuras: inversión y educación
Para garantizar el éxito a largo plazo de estas estrategias es crucial:
- Promover mayor inversión pública y privada en investigación e implementación de biodiversidad agrícola.
- Fortalecer programas educativos y capacitación técnica para productores y empresas del sector.
- Fomentar colaboración público-privada para escalar experiencias exitosas.
La industria alimentaria debe asumir un rol activo, integrando la biodiversidad en sus cadenas de valor como estrategia clave para enfrentar eficazmente el cambio climático.
En el contexto actual, caracterizado por incertidumbres climáticas crecientes, la biodiversidad emerge como la herramienta más sólida para garantizar la resiliencia alimentaria.
Para la industria agroalimentaria en Latinoamérica, adoptar activamente estrategias basadas en biodiversidad representa no solo un acto de responsabilidad ambiental, sino una decisión estratégica crítica para la sostenibilidad económica y social a largo plazo.
En el Día Internacional de la Biodiversidad, el compromiso debe ir más allá del reconocimiento simbólico, impulsando acciones concretas y estrategias sostenibles capaces de transformar radicalmente la resiliencia alimentaria regional y global.
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