En el mundo de los alimentos y las bebidas, el color ya no es un simple elemento visual: es un lenguaje. Un indicador inmediato de frescura, sabor, calidad y autenticidad. Y en un contexto donde el consumidor es más exigente que nunca y los productos compiten por milisegundos de atención en estantes físicos y digitales, el color se convierte en una herramienta estratégica de diferenciación.
Estudios han demostrado que una alteración mínima en el tono o saturación puede modificar la percepción sensorial de un alimento, generando rechazo, incluso si su composición y sabor son impecables. Si un helado no presenta el color esperado o una bebida varía en su tonalidad entre lotes, la experiencia del consumidor se ve comprometida, y con ella, la reputación de la marca.
En este panorama, la medición precisa y objetiva del color se vuelve indispensable. Las evaluaciones visuales hechas a simple vista están sujetas a variaciones por iluminación, fatiga visual o diferencias individuales en la percepción. Por eso, cada vez más empresas de alimentos están adoptando tecnologías que estandarizan este control con rigor científico.
La espectrofotometría y los colorímetros se han consolidado como herramientas fundamentales en las etapas de investigación, desarrollo, formulación y control de calidad. La industria ya no puede depender de una percepción subjetiva. Necesita datos, mediciones consistentes y trazabilidad cromática para mantener la confianza del consumidor lote tras lote.
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Tecnología de vanguardia para un control total del color
Konica Minolta Sensing Americas ha desarrollado instrumentos de medición que se adaptan a las necesidades reales del sector alimenticio. Su línea de espectrofotómetros y colorímetros permite realizar evaluaciones rápidas, confiables y precisas en cualquier fase del proceso productivo, desde las materias primas hasta el producto final envasado.
Entre sus equipos más destacados están:
- CM-17d y CM-5: espectrofotómetros de alta precisión; mientras el CM-5 es perfecto para uso en laboratorio, el CM-17d ofrece portabilidad, adaptándose de forma versátil tanto a entornos de laboratorio como de planta. Ambos ofrecen una capacidad avanzada de análisis espectral.
- CR-400 y CR-410: colorímetros portátiles versátiles, diseñados para evaluaciones prácticas en planta o en campo, donde la agilidad y confiabilidad son claves.
Estas herramientas no solo garantizan la uniformidad del color, sino que contribuyen directamente a reducir el desperdicio de materiales, acortar tiempos de fabricación y cumplir con regulaciones estrictas sobre etiquetado y calidad visual.

Aplicaciones reales en la industria: del laboratorio al consumidor
El uso de estos instrumentos se extiende a una variedad de productos:
- Granos/cereales
- Productos horneados (pan, galletas saladas, bizcochos)
- Salsas y condimentos
- Carnes y quesos
- Bebidas y licores (vinos/licores)
- Café (en grano y tostado)
- Frutas y verduras
La versatilidad de la tecnología de Konica Minolta permite integrarse tanto en procesos automatizados como en controles manuales, y adaptarse a distintos tipos de muestras (incluyendo sólidos, líquidos, polvos, pastas y granos).
Además, su facilidad de calibración, conectividad con software especializado y durabilidad en entornos industriales, convierten a estos equipos en una inversión clave para fabricantes que buscan mantener estándares elevados y una imagen de marca sólida.
En la actualidad, los consumidores no solo esperan un sabor excepcional, sino también una presentación impecable. El color del producto, su uniformidad y su fidelidad a lo que promete la etiqueta, influyen directamente en la percepción de calidad.
Por ello, controlar el color ya no es una ventaja competitiva: es una necesidad operativa y estratégica. Y para hacerlo de forma efectiva, se necesitan aliados que combinen experiencia técnica, soluciones confiables y conocimiento profundo del sector.

El aliado que transforma datos en decisiones
Konica Minolta Sensing Americas entiende las necesidades de precisión de la industria alimentaria. Sus instrumentos, ensamblados a mano con ingeniería japonesa de alta gama, son reconocidos globalmente por su durabilidad, exactitud y adaptabilidad. Se encuentran en laboratorios, líneas de producción, y operaciones en campo, siempre con el mismo objetivo: asegurar consistencia y confianza a través del color.
Así, en un mercado donde los detalles marcan la diferencia, contar con tecnologías que respalden cada decisión de color significa proteger la identidad del producto y mejorar la experiencia del consumidor.
La ciencia del color no es una tendencia pasajera, es una herramienta clave para mejorar procesos, fortalecer marcas y responder a consumidores más informados. Desde la formulación hasta la validación final, medir el color con precisión es sinónimo de calidad, eficiencia y coherencia.
Contar con socios tecnológicos como Konica Minolta no solo garantiza un color ideal, sino también un camino claro hacia la excelencia operativa. Porque en alimentos y bebidas, lo que se ve, se siente. Y lo que se mide, se mejora.
El contenido y las opiniones fueron realizados en colaboración con Konica Minolta Sensing Americas.
Editado por Griselda Vega.