Una investigación sobre el mercado de insectos abrió la puerta para que Georgina López y Roberto Navarro emprendieran un camino hacia la producción de proteína de insectos en 2019; apenas un año atrás habían comenzado a involucrarse en este mercado y lo que encontraron fue tan revelador, que su profesión ya no dio marcha atrás.
En aquel entonces, la investigación en la que se encontraban trabajando la cofundadora y presidenta del Consejo de Administración en Zuustento y el Cofundador y CEO de la misma compañía, consistía en recolectar insectos para enviarlos a Canadá para fines de consumo. Esta actividad les permitió entender el impacto que genera la ingesta de proteínas de insectos que se consideran alternativas a las fuentes tradicionales y que además tienen eco en la sustentabilidad de la alimentación.
Proteína de insectos: un mercado en ascenso
Desde 2018 a la fecha, Roberto y Georgina han atestiguado un cambio alentador en la industria que representan. A pesar de que reconocen que, en comparación a otras regiones, América Latina presenta cierto retraso, aseguran que se está haciendo lo necesario para que cada vez se acepte de mejor manera el consumo de estas fuentes de nutrientes:
Creo que no sólo se trata de la proteína de insectos que ha venido avanzando en el mercado latinoamericano y mexicano, sino es el avance que se ha dado en proteínas alternativas que van desde en las proteínas vegetales y hasta las proteínas con algas o microalgas que se están desarrollando”, puntualiza Roberto.
Insectos y otras proteínas alternativas
Los insectos son una fuente rica en proteínas, vitaminas y minerales, además de ser una opción más sostenible y eco-friendly que otras fuentes de proteína como la carne vacuna o el pollo. Un claro ejemplo se encuentra en la cantidad de agua que se requiere para para producir un kilo de carne de vaca (15 mil litros, aproximadamente), mientras que para producir la misma cantidad de proteína de grillos se necesitan tan sólo mil 800 litros del líquido vital.
Entendemos que existe una serie de diferenciales importantes en cada proteína y sus retos: hablemos de la proteína alternativa como la vegetal que necesita grandes extensiones de terreno. Se ha desarrollado mucho en el mundo, en Latinoamérica y en México. El tema de las algas o microalgas también se está desarrollando en América Latina. O sea, las proteínas alternativas a nivel mundial llevan a un avance mayor en latitudes anglosajonas. Adicional a ellas tenemos la proteína alternativa con insectos de diferentes tipos”, apunta Roberto.
El consumo de insectos es una práctica que se encuentra arraigada en la cultura de muchos países de la región. En México, por ejemplo, los chapulines son una fuente de proteína muy apreciada en la gastronomía local, mientras que en Colombia los hormigones son considerados como un manjar. A su vez, en Perú, los grillos son un plato típico en algunas regiones del país y se preparan de diversas formas.
La importancia que América Latina le ha dado al consumo de insectos no radica exclusivamente en su valor nutricional o en su sostenibilidad. Los insectos también son vistos como un alimento que puede contribuir al desarrollo socio-económico de las comunidades de la región. La cría y comercialización de insectos puede generar empleo y fomentar la innovación en nuevas prácticas sostenibles.
Existen dos mil variedades conocidas de insectos comestibles en el mundo. En México se concentran 600, pero todavía están en exploración tanto por estados productores como por los usos que se les han dado, especialmente en años recientes bajo conceptos gourmet.
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Limitaciones en el consumo de proteína de insectos
Se hizo un estudio en donde, de manera general el 60% de las personas se mostraron dispuestas a probar este tipo de proteína. Sin embargo, al momento de incluirla en su dieta de forma regular 42% lo probaría, pero duda en consumirla de manera cotidiana”, compartió Navarro.
Ya que en América Latina, cada vez son más las personas que apuestan por una alimentación sana, sostenible y respetuosa con el medio ambiente, las proteínas de insectos se han convertido en una alternativa muy interesante y prometedora. Sin embargo, existe un pequeño detalle que limita su consumo: la repulsión que despiertan.
A partir de la educación podemos entender que en Oriente la gente esté acostumbrada a comer insectos asados como si fueran chicharrones, específicamente, cucarachas. Esto resulta natural porque lo han hecho así desde pequeños, pero no ocurriría lo mismo en otro continente.
Por el contrario, al tratarse de una cucaracha, se le llegaría a asociar con suciedad. Lo mismo ocurre con otros ejemplares como la mosca soldado negro… todo parte de la familiaridad con los insectos y la educación que se tiene respecto a ellos.
Tiene mucho que ver el proceso educativo y la forma en que transmitimos información a las siguientes generaciones para que también acepten el consumo de insectos con una mayor facilidad. Por lo general, son las mamás quienes deciden qué comer en casa; quizá si supieran, por ejemplo, que el pollo sólo aporta 18% de proteína quizá harían otras elecciones”, comparte Georgina.
En el proceso de divulgación que amplíe la aceptación sobre el consumo de insectos, hay por lo menos dos acciones puntuales para generar mayor apertura:
- Tener acceso a granjas de cultivo donde se transparente que la producción masiva de insectos cumple con requisitos y reglamentos de inocuidad alimentaria.
- Que los sitios en los que se cocinen, el proceso sea visible ante los consumidores, para generar más confianza sobre la limpieza del procedimiento.
Cada insecto tiene un cierto grado psicológico en cuestión de la aceptación, siempre pongo una en una balanza a los grillos, que se relacionan con Pepe Grillo, con un chapulín, con una cuestión muy tierna. Entonces se aceptan más fácilmente y es sencillo pensar que no son sucios, no es tan agresivo. Por otro lado, al hablar de una cucaracha, se asocia a un tema de basura y suciedad, lo mismo ocurre con las larvas como el Tenebrio Molitor que se asocia a un tema de degradación, es un tema de putrefacción”, reflexiona Roberto.
Por lo anterior, es mucho más recurrente que los consumidores acepten el consumo de proteínas de insectos cuando están en estados deshidratados o pulverizados, contrario a cuando ven directamente el insecto en su totalidad.
Si bien, ante los ojos de la mayoría de la población todos los insectos son simplemente eso, en realidad existe un orden y clasificación que los distingue a partir de características detalladas.
El Tenebrio Molitor es un claro ejemplo de cómo la transmisión de conocimientos ha generado ideas erróneas respecto a estas fuentes potenciales de proteína: aunque la creencia popular es que tienen patas, la realidad es que se trata de larvas que concentran una gran cantidad de proteína en su edad adulta y que en algún punto de su madurez se transforman en crisálidas. Precisamente, antes de llegar a esta fase, se retiran y transforman en fuentes de proteína nutritiva.
Los insectos favoritos entre los consumidores
El grillo es el insecto que más se mueve, seguido por el Tenebrio molitor, ambos insectos se están masificando. Son de la industrialización por su crianza. Para masificar existe otro que es la mosca soldado negro.
- También existe cierta preferencia por el escarabajo pelotero, orugas, hormigas, avispas, abejas, langostas y libélulas, entre otros.
Según comenta la presidenta, “el 84% de la población en México sufre de anemia sin hacer distinción de edades” por ello, el consumo de insectos se plantea como una alternativa viable ya que además de nutrir a la población, contribuye a la regeneración de tejidos.
Para darnos una idea de las comparaciones entre los distintos tipos de proteínas que existen, Roberto y Georgina nos compartieron los siguientes porcentajes de contenido proteico: La carne de res aporta 26%, mientras que el consumo de Tenebrio Molitor, 56%.
Adicional a esto, afirman que la proteína del Tenebrio Molitor es asimilada un 98% por el cuerpo humano, en comparación a la carne de vaca cuya asimilación alcanza sólo el 60%.
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El cultivo de insectos, un sector sin regulación
Aunque en Europa ya existen algunas normativas sobre el cultivo y consumo de insectos desde 2018 que fueron detalladas en el reglamento de la Unión Europea 2015/2283, México aún no cuenta con una reglamentación especializada en este tema.
Europa también lleva la delantera con la elaboración de informes de organismos como:
- EFSA, sobre los riesgos ligados al consumo de insectos
- AECOSAN, sobre los procedimientos para el control en la producción de insectos
Por lo tanto, en México aún queda mucho camino por recorrer respecto a buenas prácticas que rijan esta industria en la que no pueden aplicar aspectos recurrentes en la producción de otros tipos de alimentos.
Las buenas prácticas suelen recurrir a la fumigación, pero en este caso no es posible hacerlo porque eso mataría a los insectos”, destaca Roberto.
Aspectos como la construcción de una granja, la crianza de insectos y su procesamiento tendrían que incluirse en la reglamentación correspondiente.
Sin embargo, desde la AMIC se está trabajando en la construcción de estatutos sobre el tema en México, mientras que en la Alianza de la Industria de Insectos Comestibles de América Latina (APICAL) se han ido recopilando las bases para compartir conocimientos en el continente.
El factor ecológico ante la producción de proteínas de insectos
Ya que se habló sobre el consumo de agua para comparar el consumo de dos tipos de proteínas, una tradicional y otra a partir de insectos, también cabe mencionar otros aspectos de carácter medioambiental.
Si hablamos del tema de contaminación ambiental, la proteína proveniente de res también genera mayor cantidad de gases tipo invernadero. Estamos hablando de 2 mil 850 gramos de gases de efecto invernadero comparado con dos gramos de gases tipo invernadero que producen los insectos.
Nutricionalmente, el consumo de insectos contribuye a obtener proteína, grasas, vitaminas, minerales, aminoácidos y omegas. Cada insecto trae una característica o un porcentaje de esto que estamos hablando en mayor o menor grado. Prácticamente los niveles de proteína que aportan todos los insectos superan el 50%
Durante el cultivo de insectos, también se tiene el beneficio de aprovechar los desechos como subproductos, ya sea alimentando a otras especies o como sustrato orgánico para la tierra. Esto es auténtica economía circular con beneficios para el ecosistema y la salud humana.
Por si fuera poco, la construcción de granjas obedece a un acomodo vertical. Este es otro beneficio en comparación con la producción de carne de res, que para producir 372 toneladas de carne necesitan 10 hectáreas de terreno.
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Una industria con futuro
La inversión en la industria de proteínas de insectos contribuiría a generar infraestructura suficiente para hacer aún más eficaces los procesos de elaboración de comunidades. Esto beneficiaría directamente al desarrollo de insectos por zonas y generaría fuentes de empleo a campesinos en los estados productores durante las temporadas de cultivo.
Por si fuera poco, este tipo de iniciativas se alinean de forma integral con el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, pues actúan como un apoyo para evitar el hambre y a su vez contribuir con las necesidades de la población en el futuro, pues se estima que por el ritmo del crecimiento poblacional habrá 10 mil millones de habitantes para 2050, y todos necesitarán alimento.
Se espera que en los próximos años haya más desarrollos a favor de la producción de insectos. El impacto económico de esta actividad para el año en curso se estima en millones de dólares en estas regiones:
- América Latina, 250 mdd
- Asia, 477 mdd
- Estados Unidos, 154 mdd
- Europa, 261 mdd
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