La industria vitivinícola ha evolucionado bastante en la última década; en México se ha alcanzado un nuevo estatus de calidad con el que el vino mexicano compite ante el mundo.
En entrevista exclusiva para The Food Tech, Lluís Raventós, enólogo y director de Freixenet México, también Presidente Nacional del Comité de Vinos dentro de la Mesa directiva del Consejo Mexicano Vitivinícola, comparte sus apreciaciones sobre el panorama actual de la industria a nivel nacional y sus alcances a futuro dentro del ámbito global.
La evolución en curso del vino mexicano
A diferencia de lo que ocurre con destilados como el tequila o mezcal cuya tradición y consumo siempre han estado ligados a México, con el vino mexicano aún queda mucho camino por recorrer.
El primer registro que se tiene sobre la producción vitivinícola y obtención de vino en el territorio nacional se dio en el año de 1593 dentro el estado de Coahuila. Si bien, no se trata de una historia tan antigua como la que la vitis vinifera ha recorrido en Europa, sitúa a México como el punto geográfico en el que el vino comenzó a producirse en Norteamérica.
A más de 400 años de aquel entonces, la industria del vino en el país ha cambiado radicalmente. Sobre todo, en los últimos diez años, en los que la calidad que la distingue se ha fortalecido ante el mundo.
Hoy en día, México hace vinos de excelente calidad. Hasta hace diez años creo que había muchas regiones que empezaban, y es como todo, cuando empiezas siempre te equivocas, pero creo que poco a poco, sobre todo en unidad con Querétaro, el Consejo Mexicano Vitivinícola y los diferentes productores, hemos tenido claro que la vocación es hacer vinos de calidad, competitivos en el mercado”, comparte el experto.
Pese a que hoy en día, México siga siendo considerado un país emergente en cuanto a producción de vino, la posición en la que se encuentra lo coloca ante un panorama repleto de oportunidades:
- Tanto por el potencial de crecimiento que tiene en cuanto a hectáreas de uva sembradas
- Como por el reconocimiento que ha obtenido en los últimos años respecto a su calidad
- Y por el aumento en el consumo de vino a nivel interno, así como en exportaciones
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Presentaciones novedosas y tendencias vigentes en la industria
Ante las demandas del mercado que han surgido a partir de la pandemia, algunas tendencias se mantienen con fuerza en la industria vinícola. Sobre esto, el IWSR Drinks Market Analysis afirma que el consumo de vino espumoso seguirá en aumento, al igual que el comercio electrónico como canal de venta para adquirir este tipo de productos.
Lo anterior, se debe principalmente, a la falta de reuniones lo suficientemente formales como para brindar con una copa de espumoso, cava o champagne, que al sumarse al deseo por disfrutar la vida y el momento presente, resignificaron el consumo de este tipo de bebidas. Ahora, suelen consumirse en momentos cotidianos.
Y ya que entre las tendencias que cobraron relevancia también se encuentran la sustentabilidad y el uso de empaques más amigables con el medio ambiente, el vino en lata ahora se encuentra entre los productos predilectos de los consumidores. Sobre esto, Lluís Raventós hace un llamado contundente:
Es importante que te enfoques en lo que te enfoques, haya calidad; así hagas un vino enlatado, hagas vinos más tradicionales o a granel. Lo que tenemos que hacer los productores, es adaptarnos al consumidor para seguir creciendo en la industria. Siempre bajo un esquema de vinos de calidad”, enfatiza.
El cambio que se ha dado entre consumidores
Según apuntan datos de la Organización Internacional de la Viña y el Vino, en 2022 México ocupó el puesto 36 entre los principales productores de vino a nivel mundial, aportando el 0.2% de la producción global.
A decir de Lluís, el consumo responsable de vino va al alza en México y se trata de un nicho de mercado interesante en el que hay que seguir a la vanguardia para adaptarse a las tendencias.
“Mi generación no es la misma que la de mis hijos, digo esto pensando en el romanticismo que había antes al abrir una botella de corcho, oler y hacer todo el ritual que ya no ocurre hoy en día porque se están buscando cosas más rápidas; incluso el consumidor ha cambiado”, comparte el enólogo.
“Siempre debemos dar un mensaje de responsabilidad, de no tomar en exceso. A los jóvenes muchas veces les cuesta más tomar vino y se enfocan en bebidas destiladas. Hay que convencerlos de que tomen vino de manera responsable, sobre todo en celebraciones y que lo vinculen a la gastronomía”
Con esto, el especialista reconoce que actualmente se transita por una fuerte oleada que ha favorecido al vino mexicano, sobre todo cuando se le vincula con el deleite por la cocina.
“Para mí es imprescindible vincular el vino a la gastronomía porque todo el mundo come y todo mundo bebe, así que encontrar este binomio entre gastronomía y vino es una gran palanca para acercar los diferentes vinos que se elaboran en el mundo hacia la gastronomía”.
Si bien es cierto que en México se consume mucho vino en zonas de playa, también ha crecido la industria en regiones conurbadas que no precisamente están conectadas a alguna costa o a cierto destino turístico por excelencia. Además, se da un consumo importante que viene por parte de extranjeros.
“El mercado cambia y los que nos adaptemos a los cambios seremos los que estaremos creciendo en el sector”.
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Los obstáculos a los que se enfrenta el vino mexicano
Por mucho que la industria del vino mexicano vaya en ascenso, el camino a la cima no está libre de obstáculos. Desde el enfoque del especialista existen algunos retos puntuales que obstaculizan un desarrollo aún más acelerado dentro del sector:
“En México aún hay un obstáculo que son los impuestos. No digo que no haya que pagarlos; evidentemente, los impuestos hacen que se fortalezcan las industrias. Sin embargo, muchas veces esos impuestos no son retornados a la industria en forma de apoyo y esto es preocupante”.
Ya que en 2020, siete de los 15 estados productores de vino mexicano enfrentaron un alza en sus impuestos estatales, que a su vez se sumaban a los ya existentes, el gravamen de impuestos a pagar alcanzaba el 46.5% por botella en algunos casos.
Al respecto, un comunicado publicado en marzo de 2020 por el Consejo Mexicano Vitivinícola, dejó ver el desacuerdo de la industria ante el 26% de IEPS y el 16% de IVA que sumados al 4.5% por parte de gobiernos estatales daba con un porcentaje cercano a la mitad del costo por producto unitario.
Aunado a esto, se hace necesario pensar en estrategias puntuales para cumplir con la demanda de vino mexicano que existe hoy en día. De acuerdo con un estudio nombrado “El mercado del vino en México” que fue llevado a cabo por la agencia ICEX España Exportación e Inversiones en 2022, la producción total de vino nacional no es capaz de satisfacer la demanda interna.
Por ahora, se cubre tan solo el 30% de dicha demanda, siendo que el 70% restante es ocupado por la importación de vinos extranjeros. Al respecto, la OIV aporta que México se encuentra en el lugar 23 entre los países importadores de vino.
Visión local dentro de una industria global
Una vez que toda industria se encuentra fortalecida a nivel local, es natural pensar que también tendrá crecimiento a escala global. En cuanto al vino mexicano se refiere, el reconocimiento ha llegado de la mano de medallas que avalan su calidad y el esfuerzo quienes trabajan a lo largo de la cadena productora del vino.
Tal y como Lluís lo comenta, las vinícolas nacionales no sólo se están enfocando en agradar a los consumidores locales, sino que cada vez amplían más sus alcances para llegar a nuevos mercados:
“En Freixenet estamos enfocados en los vinos que producimos aquí en México, pero también estamos enfocados al global, es decir, al grupo al que pertenecemos que se llama Henkell Freixenet. Nuestro objetivo es ser líderes en vinos espumosos del mundo; queremos seguir creciendo con nuestras marcas Freixenet, Henkell y Mionetto, y evidentemente con nuestras marcas locales: Sala Vivé y Viña Dolores”.
Sobre las medallas que han obtenido por su calidad en paneles de catas a ciegas llevados a cabo por expertos del sector, en Freixenet ven los premios que han obtenido en concursos como el Bacchus, Mexico Selection, Mondus Vini, el Concurso Internacional de Burselas y otros más como un honor y un argumento de venta.
“Las medallas son importantes porque te presentas a un concurso donde los profesionales del sector juzgan a tus vinos, hay enólogos, sommeliers, compradores de vinos y gente influyente en la industria. Creo que es un reto el ganar premios y a la vez es importante entender que ayuda a los vendedores mejorar sus ventas porque son como un sello de calidad que te ha dado un tercero”.
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El principal atributo del vino mexicano
A decir de Raventós, “aún estamos construyendo al país respecto al consumo de vino, mas hay buenas áreas de oportunidad. A nivel de producción, México tiene siete mil hectáreas de viñedos distribuidos en 15 estados. Hacemos vino en Querétaro y producen vino en Ensenada, estamos hablando de más de mil 500 kilómetros de distancia de sur a norte. Cada región tiene su propia personalidad, su propia zona vitivinícola de clima, terroir, variedades, etcétera; así que, lo que destaca de México es su diversidad, tiene identidad propia”.
“Querétaro hace vinos tranquilos, blancos, rosados y grandes vinos tintos; pero sobre todo nuestro saber hacer está en el vino espumoso, tenemos un clima espectacular para hacer vinos espumosos de todos los estilos”, complementa el especialista.
Para Lluís, la viticultura y la enología son un modo de vida, y una vez que te atrapa te sumerges en él. “Yo siempre digo que en la industria del vino es imprescindible que tengamos un binomio de pasión y cabeza, porque sin pasión no avanzas, pero al ponerle cabeza le das un fin, puedes transformarlo en negocio y logras rentabilizarlo y darle equilibrio”.