El mercado de dulces se reduce y no es precisamente por temas relacionados con el cuidado de la salud.
De acuerdo con el último estudio del sector elaborado por la consultora Claves Información Competitiva, el consumo anual promedio de golosinas en el país ronda los 5,7 kilos por persona.
De este total, especifica el estudio, la mayor parte (alrededor de 3,5 kilos), corresponde a las confecciones de azúcar como caramelos y chicles, en tanto que 1,1 kilos corresponden a las de chocolate, y apenas un poco menos al gran clásico argentino: el alfajor, con un consumo per cápita que está cerca de 1 kilo por habitante.
Si bien el de las golosinas es un mercado que goza de buena salud (en el periodo 2007/2011 registró un aumento de 21% a pesar de que el crecimiento estimado para 2012, según el citado estudio de Claves, es solo del 2,1 por ciento), tanto los consumidores como los quiosqueros y distribuidores coincidieron en afirmar, casi sin titubear, que en los últimos 10 años se ha registrado una disminución de los dulces como resultado de una estrategia empresarial que apunta a no perder competitividad dentro del mismo rango de precios.
¿Por qué se redujo el mercado de dulces?
"Lo que pasa es que los fabricantes fueron bajando tamaños y calidad para abaratar costos, pero manteniendo más o menos el mismo precio. Esto se ve en mayor o menor medida en casi todos los productos, pero es mucho más notorio en el sector de las galletitas, las Surtido Bagley, por ejemplo, que históricamente fueron de 500 gramos, ahora traen 350", indica Horacio S., quien durante 20 años estuvo a cargo de una distribuidora mayorista en Castelar, al oeste de la provincia de Buenos Aires.
Con el de las galletitas, el distribuidor tocó un punto neurálgico de la industria dulce, a juzgar por la gran cantidad de foros en los que nostálgicos consumidores añoran los días en los que las Melba y las Duquesa tenían el tamaño de un alfajor moderno, antes de que la crisis de 2001 y el consecuente pase de Terrabusi -previamente comprada por Nabisco- al gigante Kraft (hoy Mondelez) se tradujese en un cambio de tamaño y de receta.
Presentaciones más pequeñas
"Sonrisas, Merengadas, Traviata, Amor, Mellizas, Pepitos, Oreo, Criollitas, Express, en la última década, prácticamente todas las galletitas achicaron tanto su tamaño como el del paquete, y de la calidad ni hablemos porque ese otro tema", enumera Mariana González, propietaria desde hace 15 años de un quiosco en Recoleta.
En el caso de las clásicas gomitas Yummy, sin ir más lejos, la diferencia salta a la vista a partir de la simple comparación entre envoltorios de distintas épocas: mientras que uno de hace algunos años cargaba 35 gramos de producto, los actuales traen apenas 25. En palabras de Juan Flores, dueño desde hace 10 años de un quiosco ubicado en pleno microcentro porteño, "ahora parecen sobrecitos de azúcar".
Paralelamente a este fenómeno, las golosinas aumentaron también sus precios. Solo en 2012, según un estudio de la consultora CCR, este incremento fue del 30,5 por ciento. A este respecto, Flores explica: "Las golosinas aumentan de precio cada dos meses, pero este aumento es tan chico que sólo la reflejamos en el precio de venta al público cuando llega a una suma significativa".
Mientras tanto, hasta que el aumento se refleje efectivamente en el precio, la estrategia parece girar en torno a la reducción del tamaño del producto, una constante a la que no le escapan ni las más clásicas de las golosinas.
Fuente: Food News Latam