El consumidor de hoy prefiere productos no sólo innovadores y de buena calidad, sino que también sean amigables con el ambiente, sin embargo, ¿Saben distinguir aquellos que realmente reducen el impacto ambiental?
Los consumidores saben catalogar los productos que satisfacen ampliamente sus necesidades y cuáles se quedan cortos en cumplir las expectativas esperadas de alta calidad, precio justo y diseños innovadores; sin embargo, han elevado ese nivel de exigencia a un rango mucho más alto ya que dichos tópicos son hoy características obligatorias.
Debemos ser conscientes de que las exigencias de los clientes son proporcionales a los cambios que se vivan en la economía y en las virtudes sociales.
Por consiguiente, las crisis económicas mundiales, los cambios sociales y el impacto del calentamiento global en nuestro ecosistema los han llevado a examinar otras particularidades para elegir un producto de entre las miles de opciones que se presentan en el anaquel.
El consumidor de hoy, más informado
El consumidor de hoy es más consciente e informado, busca artículos no sólo innovadores y de buena calidad, sino que también sean amigables con el ambiente. Sin embargo, ¿sabemos distinguir como consumidores entre los productos que realmente reducen el impacto ambiental?
En la mayoría de las ocasiones, la respuesta sería no. Esto, debido a que nos vemos influenciados por publicidades engañosas, en las cuales no se ofrece información fidedigna en cuanto a las verdaderas propiedades de lo comprado y por ende, del daño que éste ocasiona al ecosistema.
En la actualidad, las empresas explotan en un mayor nivel es la imagen externa de su producto. Se abocan a crear un diseño y un empaque atractivo, pero la cantidad de materiales y la utilidad que éstos tengan pasa a un segundo plano.
Como consumidores, no nos exigimos examinar las características de los bienes que adquirimos y nos dejamos llevar por la mera imagen de los mismos.
Al asistir al supermercado, muchos realizamos las compras de manera “automática”, sin percatarnos de que las tendencias mundiales marcan un aumento considerable y significativo en el uso del plástico y vidrio para la producción de todo tipo de envases, y como resultado el uso del cartón es cada vez menos perceptible.
Sin lugar a dudas, la gran mayoría de los consumidores de hoy desconocen realmente el impacto ambiental que cada uno de estos materiales tiene en los recursos del mundo.
Diversos materiales
El plástico resulta más atractivo pues es barato, liviano y abundante; no obstante, genera un problema ecológico. La variedad de plásticos es muy diversa y debido a que todos son fabricados con materiales no renovables (como el petróleo) su proceso genera un alto costo energético.
La energía utilizada en el proceso de conversión del plástico produce grandes emisiones de CO2 al ambiente y esto contribuye al efecto invernadero. Además, como consumidores no estamos habituados a reciclar ni reutilizar los materiales que utilizamos, lo que lleva a tirar los envases después de su primer uso y su destrucción conlleva un proceso tardado y sumamente costoso. Así, dicho material resulta muy contaminante en la mayoría de los casos y sus residuos terminan afectando mares y paisajes por un largo tiempo.
Los envases de vidrio tampoco se encuentran exentos en cuanto al tema de daño ambiental. A pesar de que son altamente reutilizables, reciclables y se producen a partir de materias primas abundantes, en realidad la gran mayoría de los consumidores no aplican estas prácticas para el correcto desecho de los envases.
Se ha vuelto ya cotidiano encontrar en las calles, parques y playas un número considerable de envases de vidrio. Además, su fabricación exige un alto consumo de energía y no son biodegradables.
Empaques de cartón
En cuanto a los empaques de cartón. Sus bondades son mayores en comparación con los daños que éstos pudieran causar al medio ambiente. Son ligeros, resistentes y cómodos.
Las materias primas con las que son elaborados son mínimas, altamente reciclables y su manejo es más sencillo y económico. A pesar de que la pulpa virgen de cartón se extrae en un 75 a 80% de la tala de árboles, los fabricantes de los envases de cartón trabajan de cerca con proveedores que certifican que todas las fibras usadas en la generación de la pulpa provengan de bosques manejados bajo un esquema de reforestación sustentable. Esto significa que más árboles son plantados de los que se retiran y que la biodiversidad y los hábitats son protegidos estrictamente.
El reto es lograr que los consumidores comprendan la importancia de la correcta recolección de los desperdicios del mismo y de su reciclaje. El cual requiere de una tecnología muy simple en la cual intervienen tres elementos básicos: agua caliente (50-60°C), tiempo (30-40 minutos) y filtrar los residuos. De esta manera, los residuos que se recolectan se reciclan para recrear la pulpa de cartón y generar nuevos envases.
El futuro
En el futuro previsible será fundamental que se entiendan claramente las diferencias entre dichos materiales para poder elegir productos “verdes” y lograr así una diferencia en el planeta. Como consumidores hay dos alternativas sostenibles importantes para reducir el impacto ambiental.
La primera solución conlleva aplicar las tan famosas 3 “R”: Reducir, Reutilizar y Reciclar. Esto significa que no sólo basta con separar la basura en desperdicios orgánicos, vidrio, cartón, entre otros; sino que también es fundamental elegir productos que sean reutilizables en vez de desechables, así como comprar sólo lo que se necesite con el fin de reducir los materiales.
Se pueden salvar grandes cantidades de recursos naturales no renovables cuando en los procesos de producción se utilizan materiales reciclados. Además, la utilización de productos reciclados disminuye el consumo de energía, así se reducirá la huella de carbono y como resultado el calentamiento global.
La segunda solución implica consumir productos que biodegradables. Los cuales poseen la facultad de desintegrarse gracias a la acción de microorganismos y bacterias, sin causar daño al ambiente. Es necesario revisar si los artículos comprados tienen alguna leyenda donde indiquen que son biodegradables y evitar consumir aquellos que no provengan de una práctica sustentable.
Sin embargo la tarea no termina ahí. No podemos ser capaces de exigir que sólo las autoridades carguen con la gran responsabilidad de cuidar el planeta. Queda claro que debido a diferencias culturales y económicas, no se cuenta con la infraestructura requerida para poder recuperar y reciclar todos los desperdicios adecuadamente. Por ello, es responsabilidad de cada uno forjar el compromiso de ejecutar día a día la cultura del reciclaje y reducir el impacto propio en los recursos del mundo.
El consumidor de hoy marca las tendencias en el mercado y por ello tenemos el compromiso de exigir que los productos que nos ofrecen se hayan fabricado con un criterio de reducción de insumos, y por ende, de reducción en su impacto ambiental.
Hay que buscar artículos cuyo empaque sea a base de materiales reciclables o biodegradables –como el cartón–, pues éstos son más amigables con el ambiente en comparación de aquellos hechos a base de plástico o vidrio.
Las alternativas existen, sólo es cuestión de extender el panorama y buscar un producto que cumpla requerimientos, pero sin dejar de lado su impacto ecológico.
El cambio climático y la necesidad de reducir los niveles de desperdicio deben ser parte de la política y la vida diaria. Sin lugar a dudas, sólo las industrias que reduzcan su impacto ambiental a través del reciclaje y de la reducción de emisiones de carbono podrán sobrevivir a largo plazo.