De acuerdo con datos publicados por la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT) 2006 — realizada por la Secretaría de Salud y el Instituto Nacional de Salud Pública de México— la obesidad es un asunto multifactorial en el que influye la conjunción de una inadecuada alimentación, el sedentarismo y el pasivo estilo de vida de las personas.
La responsabilidad por promover estilos de vida saludables es compartida por todos y se debe trabajar conjuntamente para alentar elecciones equilibradas de alimentos y bebidas, así como para promover la actividad física frecuente. Para lograr un bienestar integral, es necesario lograr un equilibrio manteniendo una buena alimentación, una hidratación adecuada, realizar actividad física y, por supuesto, la estabilidad emocional ocupa un papel fundamental.
Muchas veces la gente se enfrenta a situaciones en las que le es difícil elegir una dieta sana debido a que existen muchos mitos alrededor de ella. Lo cierto es que el consumo diario de alimentos debe incluir nutrimentos que provengan de comidas y bebidas, buscando en todo momento un equilibrio entre la energía que se ingiere y la que se gasta.
El consumir o no un alimento o bebida, por sí sólo, no es el origen de un problema de obesidad, ni tampoco la solución al mismo. Diversos profesionales en la salud han declarado que no hay alimentos buenos o malos, pero que es muy importante seguir una dieta equilibrada acompañada por la realización de actividad física.
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El resultado de la poca información y desorientación con respecto a llevar una dieta sana y equilibrada es el mito en torno a ellas. Por ejemplo, actualmente podemos encontrar muchas dietas restrictivas que facilitan el famoso “atracón”, también hay quien cataloga a algunos alimentos como “chatarra”, cuando más bien lo que existen son las “dietas chatarra”.
El régimen alimenticio puede ser incorrecto si no se equilibran los tipos de alimentos que se ingieren. Prácticamente toda la comida tiene beneficios si se consume en la proporción correcta. Todo lo se come tiene calorías, sólo hay que saber cómo equilibrarlas para evitar la obesidad. Por ejemplo, una rebanada de pastel puede ser parte de una dieta balanceada, o un refresco, dependiendo del estilo de vida que se lleve.
Con frecuencia sucede que con en el afán de mejorar las costumbres alimenticias y deshacerse del sobrepeso, las personas llevan a cabo dietas que excluyen y limitan gran cantidad de alimentos, y peor aún, no aconsejan realizar actividades físicas. Entonces ¿por qué es balanceada si se restringe de manera radical a ciertos alimentos y no se aconseja modificar hábitos?
Cuestión de estilo
El deseo de siempre estar en forma, saludables en cuerpo, mente y espíritu, es totalmente alcanzable si ponemos de nuestra parte y somos constantes. Se habla mucho de no poder lograr esa aspiración al vivir en un mundo cada vez más apresurado, reducido en tiempos y plagado de actividades urgentes, pero evitar la obesidad y lograr un balance de acuerdo a nuestras aspiraciones es realmente factible.
Aquí lo importante de “balancear” no sólo son los alimentos, sino la vida en general, es hacerse a la idea de que optar por una dieta adecuada no es sinónimo de tortura. Es simplemente incorporar hábitos alimenticios, físicos y mentales que van de acuerdo al modo que cada quién elige vivir.
Saber elegir
Comer de todo
Una adecuada alimentación tiene de todo: frutas y verduras, cereales (pan, tortilla, papa, pasta, harinas), leguminosas y alimentos de origen animal (frijol, garbanzo, res, pollo, jamón, pescado, queso, huevo, leche) y grasas (aceite vegetal, aguacate). Eso sí: vale la pena vigilar las cantidades.
Ingerir lo necesario
Toda actividad absorbe energía que se obtiene de las calorías de los alimentos. Depende del esfuerzo que se realice durante el día que se consuman las calorías ingeridas o no, algo fundamental para evitar problemas de obesidad. Mientras más actividades físicas se realicen, mayor energía se consume; si son sedentarias, menor gasto. Además se deben tomar en cuenta todos aquellas particularidades de nuestro ser como la estatura, la complexión, la genética, el nivel de grasa corporal, etc.
Hacer ejercicio
Ejercitarse ayuda al organismo a sentirse bien. La cantidad y tipo dependen de cada quién, así que es importante desempeñar la actividad física, de acuerdo a las posibilidades y a un especialista. Es sano caminar por lo menos 30 minutos al menos tres veces por semana.
Buena hidratación
Parte importante de la alimentación y clave para evitar las obesidad es la ingestión de líquidos. Actualmente en el mercado existen muchas opciones para que la gente pueda disfrutar de las bebidas dependiendo su estilo de vida. Todas hidratan, hay para cada gusto y necesidad: tés, aguas, jugos, refrescos, aguas con sabor, con gas, sin gas, bajas en calorías, etc. El que hace mucho ejercicio quizá pensará en ingerir bebidas deportivas, el que vigila su consumo de energía preferirá líquidos bajos en calorías, el que desea tan sólo disfrutar de un momento placentero, beberá un refresco, etc. No sólo las bebidas contienen agua, también las frutas, las verduras y hasta las sopas tienen un alto contenido de líquido.
Bienestar mental
De nada sirve que el cuerpo se mantenga en buen estado físico si no se consigue el bienestar mental y espiritual. Alimentar los sentidos con todo aquello que hace gozar al alma, es una pieza fundamental para alcanzar el bienestar espiritual. La conjunción de todos estos elementos es necesaria para alcanzar un bienestar integral, no es difícil llevarlos a cabo en la medida que se esté consciente de su relevancia en el esquema vital del ser humano. Depende de cada quién optar por lo que conviene a la salud en cuerpo, mente y espíritu.
Bebidas light: una opción sin calorías
Tomando como base el hecho de que todas las bebidas contribuyen a la hidratación, actualmente en el mercado existen muchas opciones para que la gente equilibre y controle su ingesta de calorías a lo largo del día. Un ejemplo de ello son las bebidas que están endulzadas con edulcorantes bajos en calorías.
A excepción del agua y algunos tés y cafés sin azúcar, la mayoría de las bebidas, como jugos, bebidas a base de jugo, cafés, tés dulces y bebidas deportivas, contienen alguna clase de edulcorante nutritivo, no nutritivo o una combinación de ambos.
Los sabores dulces provienen, por lo general, de dos tipos de edulcorantes: los azúcares, que proveen 20 kilocalorías por cucharadita, y los edulcorantes bajos en energía, que aportan pocas calorías o carecen de ellas. Existen dos clases de edulcorantes utilizados en las bebidas:edulcorantes nutritivos y edulcorantes no nutritivos.
Los edulcorantes como el azúcar de mesa (sacarosa) y el jarabe de maíz rico en fructuosa (HFCS) se encuentran dentro del cuerpo de los edulcorantes nutritivos, ya que son hidratos de carbono y son una fuente de energía para el cuerpo.
Se denominan edulcorantes intensos o de bajas calorías pues endulzan entre 200 a 600 veces más que la sacarosa. Esto significa que una pequeña cantidad es más que suficiente. El exceso podría generar problemas de obesidad, por ello, los edulcorantes como el aspartame, la sucralosa y la sacarina tienen un sabor dulce pero prácticamente no contienen calorías.
Los edulcorantes de bajas calorías aportan un sabor dulce con una mínima cantidad de calorías, por lo que los productos endulzados con estos se convierten en una herramienta útil para las personas que deben controlar su peso o su glucosa en sangre y evitar así posibles condiciones de obesidad.
Los que se utilizan más comúnmente en las bebidas son:
Aspartame: es un edulcorante de bajas calorías, compuesto principalmente de dos aminoácidos: el ácido aspártico y la fenilalanina. Los aminoácidos son los elementos fundamentales de las proteínas y se encuentran ampliamente en la naturaleza, tanto en las plantas como en los animales. Es de 100 a 200 veces más dulce que la sacarosa.
Sucralosa: edulcorante no nutritivo y de bajas calorías que tiene prácticamente la misma estructura que el azúcar, aunque es 600 veces más dulce.
Sacarina: es un edulcorante no nutritivo y de bajas calorías que se emplea desde hace más de un siglo. Se utiliza en una gran variedad de bebidas y alimentos de bajo contenido calórico y sin azúcar, entre ellos los edulcorantes de mesa, los productos horneados, las mermeladas, la goma de mascar, las frutas enlatadas, las golosinas, las salsas para postres y los aderezos para ensaladas.
Acesulfame de potasio: el acesulfame potásico (también denominado acesulfame K o Ace-K) es un edulcorante no nutritivo y de bajas calorías con un sabor dulce y fresco que se siente rápidamente. Se utiliza en numerosos productos horneados. Es aproximadamente 200 veces más dulce que la sacarosa y no se metaboliza en el organismo humano, por lo tanto, no aporta calorías.
Los edulcorantes no nutritivos, como todos los aditivos que se utilizan en los alimentos y bebidas en los Estados Unidos, están altamente controlados y deben contar con la aprobación de la Administración de Alimentos y Medicamentos (Food and Drug Administration, FDA) de los Estados Unidos. Antes de emitir la aprobación correspondiente, esta organización exige que los aditivos sean sometidos a pruebas científicas exhaustivas, a fin de documentar su seguridad.
En 2004, la Asociación Americana de Dietética llegó a la conclusión de que las personas pueden incorporar una variedad de edulcorantes nutritivos y no nutritivos, sin que éstos ocasionen daños a la salud. El consumo responsable de los edulcorantes aprobados en el mercado dentro del marco de una dieta y estilo de vida equilibrados, no representa un mayor riesgo.
Las bebidas bajas en calorías, aportan un abanico más grande de productos, entre los cuales cada persona podrá elegir de acuerdo a sus necesidades de hidratación. Vale la pena informarse para resolver todas las dudas sobre hidratación y bebidas light. Al conocer cuáles son las características de las bebidas que se ingieren, se pueden tomar decisiones con fundamentos que ayudarán a designar al cuerpo la mejor opción para mantenerlo saludable.