La contingencia por el Covid-19 ha impactado los hábitos de consumo en la región latinoamericana y algunos de los cambios que ha traído consigo llegaron para quedarse. En un primer momento las compras de desinfectantes para manos, alimentos y productos de limpieza básicos, que se dispararon a un ritmo similar que el de las noticias relacionas con la propagación del virus, sin embargo, esta correlación ha ido desapareciendo.
Al respecto, la consultora Nielsen destaca que en medio de una crisis más prolongada de lo que se había anticipado inicialmente, su reciente investigación encuentra que factores socioeconómicos, como el aumento de los niveles de desempleo y la preocupación por el futuro de la economía, son los que impulsarán en el futuro los hábitos de consumo de los consumidores.
La Unidad de Inteligencia de Nielsen identificó cuatro patrones emergentes que tendrán impacto en las decisiones de compra cara a la nueva normalidad:
- Consumidores que priorizarán lo que compran.
- Continuarán los hábitos de “hágalo usted mismo” y autocuidado.
- Se elevará la compra de bienes de consumo para reemplazar las experiencias
- Las promociones de ventas alcanzó repuntarán durante la recesión económica.
Consumidores precavidos
En América Latina, Nielsen prevé que los reajustes de la canasta y el del affordability son dos de los que se identificarán con más fuerza. No obstante, el impacto no será igual para todos los consumidores en este reajuste de comportamiento.
Si bien todos evaluarán cuidadosamente y volverán a priorizar su canasta de compra “habitual”, se deben esperar respuestas polarizadas entre aquellos que están limitados financieramente a causa de la pandemia y los que se mantienen con poder adquisitivo.
Ante este panorama, la mayoría de los consumidores en la región minimizará el almacenamiento de provisiones. Según estudios de Nielsen, en marzo de este año 50% de los hogares en Latinoamérica tenía productos en su despensa para al menos tres semanas, mientras que en abril el 71% de los hogares tenía productos en su despensa para solo una o dos semanas.
Las nuevas necesidades obligarán a los consumidores a limitar la elección de productos de su canasta básica, y la consideración establecida para lo que es "esencial" se reducirá. Mientras que los consumidores con poder adquisitivo, el 41% de consumidores de la región, manejarán con más cuidado el tamaño de su canasta a medida que se acostumbren a mantener una reserva cada vez mayor de productos "esenciales".
Mientras los consumidores evalúan los productos que compran, también seguirán considerando la mezcla de formatos físicos y electrónicos que utilizarán para satisfacer sus necesidades particulares.
Debido a las restricciones durante las cuarentenas, el promedio de canales visitados por el shopper latinoamericano pasó de 2.8 en junio de 2019 a 2.6 en junio de 2020, alcanzando una baja de 2.4 en mayo de 2020.
Para las empresas, esto significa que hay una ventana de oportunidad crítica para traducir el consumo con mentalidad pandémica en una rutina continua y esencial. A medida que los productos esenciales emergentes, como las máscaras faciales, se convierten en pilares que históricamente no formaban parte de los presupuestos, y surgen nuevas preferencias entre los canales minoristas, los consumidores, especialmente los consumidores limitados, buscarán una justificación para que cada compra avance.
Las nuevas necesidades obligarán a los consumidores a limitar la elección de productos de su canasta básica, y la consideración establecida para lo que es "esencial" se reducirá con o sin empleo, son menos optimistas sobre lo que les depara el futuro. Esta cautela alterará dónde y cómo los hogares continúan llenando sus despensas y estantes en medio de Covid-19.
Según Óscar Cabrera, Líder Analítico de Nielsen para Latinoamérica, "será necesario tomar decisiones para reconciliar los hábitos de compra que la gente ha tenido durante años junto con la nueva realidad de hoy en día donde las prioridades de salud y valor compiten codo con codo".