Los cereales son productos clave en la economía de América Latina, ya que desempeñan un rol esencial tanto en la seguridad alimentaria como en la generación de ingresos para las naciones exportadoras.
La región es una de las principales productoras y exportadoras de granos a nivel mundial, destacándose en la producción de maíz, trigo, arroz y soya. Sin embargo, el abastecimiento y comercio de estos productos enfrenta desafíos y oportunidades que condicionan su impacto económico.
En el webinar Los cereales en la economía latinoamericana: abasto y comercio de granos, organizado por el Instituto Latinoamericano de Cereales (ILCereales), destaca que América Latina es una región con condiciones climáticas y geográficas favorables para el cultivo de granos, lo que le permite tener una alta participación en los mercados globales de cereales. Países como Brasil, Argentina, México y Paraguay figuran entre los principales productores.
Según datos del organismo, en 2023 la producción conjunta de maíz y trigo en la región alcanzó 250 millones de toneladas, consolidando a América Latina como una pieza clave para el abasto global.
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Producción y abastecimiento en América Latina
El maíz es el cereal más cultivado, con Brasil y Argentina posicionándose entre los mayores exportadores mundiales. Además, México es uno de los mayores consumidores, dada la importancia del maíz en su cultura y dieta.
En el caso del trigo, Argentina lidera la producción regional, con parte significativa de sus exportaciones dirigidas a Brasil, que depende en gran medida de este suministro.
El arroz y la soya también tienen gran relevancia, especialmente en países como Paraguay, Uruguay y Brasil. El arroz es fundamental para la seguridad alimentaria en América Central, mientras que la soya, aunque técnicamente una leguminosa, es un pilar dentro de las exportaciones agrícolas por su uso en alimentos balanceados y aceites.
Comercio exterior de cereales y granos: desafíos y oportunidades
ILCerelaes señala que América Latina se beneficia del dinamismo del comercio de cereales, pero enfrenta también desafíos como:
- la volatilidad de los precios internacionales
- los fenómenos climáticos
- las barreras comerciales
En ese sentido, especialistas del sector subrayan que las fluctuaciones en los precios de granos como el maíz y la soya son críticas para las economías agrícolas de la región, ya que una caída significativa afecta los ingresos fiscales y las balanzas comerciales de los países exportadores.
Brasil y Argentina, principales exportadores de maíz y soya, se ven condicionados por la demanda de mercados clave como China y la Unión Europea.
Por otro lado, México depende fuertemente de las importaciones de maíz amarillo desde Estados Unidos, lo que genera tensiones comerciales en el marco del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC).
Además, algunos países de la región enfrentan dificultades para mantener la competitividad debido a la falta de infraestructura logística eficiente y a los altos costos del transporte interno.
El ILCereales advierte también sobre los riesgos asociados al cambio climático, especialmente en cultivos vulnerables como el maíz y el trigo. Eventos como sequías prolongadas o lluvias excesivas afectan los rendimientos y complican el abasto interno, obligando a algunos países a recurrir a importaciones no previstas.
Políticas públicas y cooperación regional
El fortalecimiento del comercio de cereales en la región depende en gran medida de la implementación de políticas públicas eficientes que fomenten la producción sostenible, promuevan la inversión en infraestructura y reduzcan las barreras comerciales.
Varios países han comenzado a desarrollar estrategias de cooperación regional para mejorar la integración de los mercados y garantizar el suministro estable de granos.
Adicionalmente, organismos como el Instituto Latinoamericano de Cereales y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) trabajan en el desarrollo de marcos de cooperación para enfrentar los desafíos climáticos y asegurar la sostenibilidad de la producción.
La adopción de tecnologías agrícolas de precisión y el uso eficiente del agua son algunas de las recomendaciones prioritarias para mejorar la resiliencia de los cultivos.
Perspectivas futuras
Las perspectivas para los cereales en la economía latinoamericana son positivas, pero la región deberá enfrentar varios desafíos en los próximos años.
Según proyecciones del organismo, se espera un crecimiento moderado en la producción de granos hacia 2030, impulsado por una mayor demanda de alimentos y biocombustibles. Sin embargo, el éxito dependerá de la capacidad de los países para adaptarse a los cambios climáticos y a las fluctuaciones en los mercados internacionales.
El desarrollo de nuevas variedades de semillas más resistentes y el acceso a financiamiento para pequeños y medianos productores serán determinantes para asegurar la estabilidad del sector.
Finalmente, los esfuerzos para diversificar los mercados de exportación y reducir la dependencia de mercados como Estados Unidos y China se tornarán fundamentales para evitar los riesgos derivados de tensiones comerciales.
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