Garantizar el acceso a alimentos saludables, el mayor reto global actual

Más de un cuarto de la población mundial, es decir, alrededor de 2 mil 800 millones de personas, enfrenta dificultades para acceder a una alimentación saludable, no solo por su precio, sino también por la falta de infraestructura, educación nutricional y políticas públicas que favorezcan la equidad en el acceso.

Pero ¿por qué, a pesar de los avances y de los esfuerzos realizados durante años, los resultados en cuanto a la mejora de la nutrición no se han traducido en un cambio para todos? plantearon especialistas durante el Conversatorio ¿Qué nos depara el futuro en nuestra alimentación? 

El evento virtual, organizado por ILSI Nor-Andino una organización no gubernamental (ONG) científica parte de la red global del International Life Science Institute (ILSI), coincidieron en que para garantizar el acceso a una alimentación saludable y la seguridad alimentaria no es posible pensar que solamente con producir alimentos se logrará mitigar este problema. Se requiere de un enfoque holístico, de la participación de todos los actores de la industria alimentaria.

Además, de políticas públicas que si bien, se enfoquen en garantizar la disponibilidad de alimentos, también se centren en la calidad nutricional y culturalmente apropiada. Lo anterior implica que el acceso debe ser suficiente, variado y saludable, para evitar poner en peligro la alimentación de las futuras generaciones y la salud del planeta.

“No solamente tenemos que pensar en nosotros, tenemos que pensar en la sostenibilidad del planeta para poder garantizar alimentos a futuras generaciones. Esto sigue siendo preocupante… porque seguimos teniendo problemas altos de inseguridad alimentaria, de hambre, no solamente a nivel nacional sino a nivel mundial”, dijo Michela Espinoza, economista y especialista en Seguridad Social de la Universidad Externado de Colombia.

Desafíos y retos que marcan el futuro de la alimentación

Necesario, cambiar el sistema alimentario mundial

Refirió que alrededor de 733 millones de personas aún padecen hambre, el equivalente a 9.1 por ciento de la población mundial. Mientras que el 28 por ciento de la población nacional, que equivale aproximadamente a 14.6 millones de personas, están en inseguridad alimentaria. “Algo estamos haciendo mal”, manifestó. Entonces dijo que el reto es “transformar los sistemas alimentarios”.

Paola Sue, licenciada en Nutrición Humana, egresada de la Universidad Autónoma Metropolitana, subrayó que se requieren de “cambios de raíz”, fomentar el crecimiento inclusivo de toda la economía local, apoyar el consumo de lo que se produce en el campo.

“Es necesario regresar a las dietas originales, nativas, dejar de copiar lo occidental. Regresar a lo que tenemos a nuestro alcance…”, opinó. “Al final, los alimentos es lo único que no dejamos de consumir. Lo que no vamos a dejar nunca es dejar de alimentarnos”, pese a la inflación y los cambios en el consumo.

Resaltó que si hoy no empezamos a trabajar en una alimentación saludable, en hacerla sostenible, no va a haber un futuro alimentario.

Para Samuel Durán, nutricionista de la Universidad de Concepción, destacó que es necesario empezar a analizar el efecto en la salud de la alimentación saludable y basada en vegetales.

Subrayó que cada vez más se habla de dietas populares como la mediterránea, pero muchas veces no tomamos en cuenta que lo que funciona en una región no necesariamente es lo mejor para otra. 

Entonces ¿Por qué entonces insistir en adoptarlas?, cuestionó, además, dijo que algunos países de América Latina, como en Colombia, no tienen acceso fácil a ingredientes de este tipo de dietas, como el aceite de oliva.

Además, importar estos productos puede ser muy costoso y fuera del alcance de la mayoría de la población.

En cambio, aseguró, cada país tiene una gran variedad de alimentos locales que son para lograr una dieta saludable.

Aumentar la información entre los consumidores

Michela Espinoza señaló que si queremos mejorar la alimentación es necesario comprender qué significa una dieta equilibrada, cómo identificar productos locales, y cómo crear menús variados y saludables. 

En muchos países de América Latina, por ejemplo, tenemos una rica biodiversidad que nos permite acceder a productos frescos y nutritivos, pero aún falta impulsar la educación para crear conciencia entre los consumidores sobre la importancia de rescatar estos alimentos tradicionales y apoyar a los pequeños productores locales.

Destacó que más del 60% de los ingresos de la población en situación de vulnerabilidad se destinan a la compra de alimentos. 

Sin embargo, esta compra se vuelve cada vez más ineficiente si no cuentan con los ingresos suficientes, lo que dificulta que puedan tomar decisiones adecuadas sobre su alimentación, especialmente en un entorno donde los recursos son limitados y el acceso a opciones saludables es escaso.

Hacia una alimentación flexitariana 

Durante el conversatorio se destacó la importancia de adoptar una alimentación flexitariana, que incluya alimentos de origen vegetal, pero que también carne.

En este sentido, Samuel Durán opinó que la promoción de este enfoque también es tarea de los gobiernos para orientar a la población sobre opciones de alimentación más sostenibles, como la dieta flexitariana. 

Lo anterior no significa eliminar por completo la carne, el pollo o el pescado, sino reducir su consumo y aumentar el consumo de vegetales y otros alimentos saludables. Sin embargo, también es importante tomar en cuenta que muchas familias, la falta de carne no es una opción saludable porque no tienen acceso a ella.

“Tenemos que mirar las familias que a veces son vegetarianas por hambre, por pobreza, que no comen carne, que no comen pollo, que no comen pescado porque no pueden. Entonces debe haber un equilibrio para que las recomendaciones que podamos dar apunten a gran parte de la población, pero también hacer acciones para que las personas que no tienen dinero para comprar carne no se queden sin carne”, recalcó.

La tendencia plant-based avanza ante el aumento de la alimentación flexitariana

Además, dijo que es esencial tener en cuenta el contexto local. En algunos países, la seguridad alimentaria es un problema mucho mayor, y sugerir que no consuman carne, por ejemplo, sería desconectar sus necesidades con sus realidades.

Llamado a la acción

Michel Espinoza sugirió que no es posible seguir con las prácticas tradicionales de producción y consumo, es fundamental transformar los sistemas agroalimentarios. Esto implica un cambio de mentalidad no solo en lo que se consume, sino también en cómo se produce. 

Además, no se puede dejar de lado la tecnología, la innovación y el apoyo técnico a los pequeños productores, especialmente a los jóvenes que hoy en día muestran poco interés en las actividades productivas del campo.

“Si no cambiamos el chip de lo que es una alimentación saludable, si no cambiamos nuestras prácticas de producción, no vamos a poder ver cambios trascendentales en el futuro”, subrayó.

En su turno, Paola Sue concluyó al señalar que el mayor reto para adoptar una alimentación más saludable y basada en plantas es la regulación y la innovación. Ello porque cuando se desarrolla un nuevo producto la principal dificultad es no contar con un marco legal claro que permita definir el producto, regularlo o, incluso, comercializarlo. 

“Es frustrante tener un producto con menor huella de carbono y un perfil nutricional superior, pero no poder etiquetarlo o difundir sus ventajas por falta de normativas que lo respalden”, dijo.

Finalmente, el doctor Samuel Durán resaltó que los cambios se producen “poco a poco”, por lo que sugirió que no se debe pretender hacer grandes cambios de un día para otro. “Es mejor un cambio pequeño que un gran cambio”.

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